Debemos de lanzarnos con fe a donde el Señor nos llame. Es posible que Dios nos haya revelado un problema específico, porque Él quiere actuar por medio de nosotros para resolverlo. debemos estar listos a confiar en Él, y llevar la luz de Su verdad y Su amor a nuestros familiares, amigos, vecinos. A veces, es posible que lo que Él nos pide que hagamos no sea fácil. De hecho, puede pedirnos que enfrentemos retos muy difíciles y que hagamos sacrificios dolorosos. Pero déjeme asegurarle que cualquier cosa que Dios nos pida hacer valdrá la pena, porque obedecerle siempre trae bendición consigo.
Dile al Padre hoy, PRESENTE y déjate usar por Él para llevar paz, amor y gozo Él anhela usarte HOY! ¿Estás dispuesto?
Compartamos las bendiciones de Dios Cultivemos un estilo de vida de servicio es, en realidad, traspasar a otros las bendiciones que el Señor nos da. Las maneras de servir son tan diversas como las bendiciones que Él concede
Cristo nos acepta (Ro 15.7 NVI). A los creyentes se nos dice: “Acéptense mutuamente, así como Cristo los aceptó a ustedes”. Esto no significa que tenemos que aprobar la conducta de todo el mundo, o estar de acuerdo con los demás en todas las cosas; pero sí podemos valorarnos unos a otros como hermanos en Cristo. Nuestro terreno común es la cruz.
David no recibió bendiciones por ser especial, fue honrado entre los hombres porque honraba al Señor por encima de todo. Porque confiaba en la fidelidad de Dios, soportó las dificultades con paciencia. Nosotros también podemos contar con que seremos bendecidos si esperamos en el Señor.
Cristo tiene paciencia con nosotros (1 Ti 1.16). Cada vez que usted esté tentado a impacientarse con alguien, recuerde cómo ha trabajado Dios en su vida. Debido a que la madurez es un proceso lento, el Señor está dispuesto a conducirnos gradual y cuidadosamente en nuestro caminar con Él. ¿No deberíamos hacer lo mismo con los demás
Como personas que hemos experimentado las riquezas de la benignidad de Dios, necesitamos dejar que el Espíritu Santo produzcas también en nosotros este fruto de su gracia (Gálatas 5:22,23)
Nuestro Padre celestial entiende nuestras frustraciones, sufrimientos, dolores y temores. Él siempre está allí para alientar nuetro corazón y ayudarnos a entender que Él es suficiente para satisfacer todas nuestras necesidades. Esta verdad es la única que puede ayudarnos a superar todos nuestros temores.
Dios nos bendice para que podamos bendecir a otros. De manera que, si nos centramos solo en recibir del Señor, llegaremos a ser como un pozo estancado en vez de una corriente que fluye, Cristo quiere que seamos un canal a travéz del cual Él pueda responder a las necesidades de las personas. Nunca debemos temer a quedarnos sin provisión, porque los dadores tendrás siempre suficiente —Dios se deleita en reabastecer continuamente lo que Él da. Comience cada día pidiéndole al Señor que le dé oportunidades para servir a los demás. Mire más allá de sus preocupaciones, y vea a las personas que pudieran beneficiarse de su ayuda o estímulo. Recuerde que cuando esté delante del Señor, Él le recompensará por lo que dio, no por lo que adquirió.
Dios alimenta a las aves del cielo y viste a la hierba con el esplendor de los lirios. ¿Cuánto más, entonces, no cuidará de nosotros, que estamos hechos a Su imagen? Nuestra única preocupación debe ser obedecer al Padere celestial y dejar las consecuencias en sus manos
A medida que aprendemos y entendemos más acerca de Dios y sus caminos somos más responsables de vivir rectamente. El Señor no se tarda, sino que es paciente. No abuse de su paciencia con apática desatención a sus preceptos. Arrepiéntase, y sea santo a los ojos de Dios.
A veces necesitamos una advertencia del Señor para evitar ir en la dirección equivocada. Pero otras, Él quiere utilizarnos para amonestar a alguien más. No decir nada cuando vemos a un amigo esta yendo por el camino equivocado es incorrecto. A lo mejor, una amonestación suave o una pregunta desafiante pueden lograr que esa persona reflexione
Cada vez que usted esté tentado a impacientarse con alguien, recuerde cómo ha trabajado Dios en su vida. Debido a que la madurez es un proceso lento, el Señor está dispuesto a conducirnos gradual y cuidadosamente en nuestro caminar con Él. ¿No deberíamos hacer lo mismo con los demás?