Párkinson
Un temblor incontrolable
Conforme vamos llegando a la senectud, nuestro organismo empieza a perder cualidades haciendo que nuestra vista no sea tan aguda como antes, que nuestros oídos ya no perciban ciertos sonidos y que nuestros huesos y músculos dejen de tener esa vitalidad propia de los años de juventud.
Sin embargo, aunque el cuerpo se debilita, hay multitud de enfermedades propias de la tercera edad que pueden hacer que se degenere más rápidamente. Una de las más temidas es el párkinson, un trastorno que puede deteriorar terriblemente la calidad de vida de quien lo padece. Por ello, ofrecerles a estas personas un tratamiento adecuado es un asunto primordial.
Todavía una gran desconocida
"Parálisis agitante". Así fue como James Parkinson, describió por primera vez esta enfermedad en 1817. Esto se debe a que el síntoma principal del párkinson es, precisamente, un temblor generalizado. Actualmente, José Luís Molero, presidente de la Asociación Parkinson Madrid, define la afección como "un trastorno multisistémico que degenera algunos tipos de células del sistema nervioso humano y regiones circunscritas a él". Este fallo influye en la cantidad de dopamina, la sustancia encargada del correcto control de los movimientos que fabrica nuestro organismo.
No obstante, tal y como explica Molero, "actualmente, estamos inmersos en una posible nueva redefinición de la enfermedad". Esta nueva concepción hace que se entienda mejor por qué afecta de manera diferente según los pacientes. Los expertos hablan de "daños en diversas estructuras del sistema nervioso, de varios neurotransmisores implicados y de una sintomatología muy diversa.
Sea como sea, está demostrado que esta enfermedad afecta por igual a hombres y a mujeres, y que existe en todas las razas humanas y en todos los continentes. Puede darse en personas de mediana edad pero "es a partir de los 65 años cuando el número de afectados aumenta hasta situarse en un 2%", detalla el especialista.
Descontrol del propio cuerpo
En cuanto a los síntomas, los principales son "temblores, rigidez, lentitud de movimiento, falta de equilibro, inestabilidad postural, etc.", describen desde la asociación. Esto hace que quien la padezca sienta una impotencia en cuanto al control de su propio cuerpo, lo que, en ocasiones, le lleva a sufrir "trastornos del sueño, dolores musculares y articulares, fatiga o cansancio crónico", añade José Luís Molero. Estos síntomas a menudo degeneran en problemas psicológicos que interfieren claramente en la vida de los afectados.
Molero advierte que no es una enfermedad mortal pero que puede acarrear muchos problemas secundarios. Por eso es esencial seguir una serie de consejos básicos: "tener mucho cuidado con el riesgo de tropezar por los trastornos del equilibrio a fin de evitar caídas peligrosas; protegerse bien de las infecciones respiratorias y de orina ya que estos pacientes ventilan y orinan mal; cuidar la deshidratación, por la excesiva sudoración y micción; tratar de llevar una nutrición equilibrada y no sólo consumir lo que es fácil de tragar".
Además de estos consejos, existen tratamientos que pueden mejorar la calidad de vida de los afectados. Según el especialista, éstos se podrían dividir en "medicación antiparkinsoniana que aporta la dopamina que le falta al cerebro y una medicación sintomática enfocada a controlar las molestias". Igualmente, existen ciertas intervenciones quirúrgicas que pueden aliviar el párkinson en determinados pacientes y es muy adecuado llevar a cabo un proceso de rehabilitación como "logopedia, fisioterapia, hidroterapia o masajes que ayudan a mantener una vida activa y a obtener un mayor grado de autocontrol de las funciones motoras", agrega el experto.
Con todo ésto, a pesar de que es una enfermedad que no tiene cura, se podrá mejorar considerablemente la calidad de vida de los pacientes y posibilitar que éstos lleven un ritmo lo más normal posible.