Palpitar constante en una agonía de espera.
Mis muslos, transitan lentos tu imaginación
que los acomodas como dos ajustadas penas.
Son tus hombros, los soportes a mis piernas
que danzan lujuriosas en la noche de pasión,
y espera tocar el palpitar agitado del corazón.
¡Ay noche, ilusa por cierto! que no creíste en mi virginidad y del día te hiciste su cómplice ideal
para amanecer al alba llenos del tierno deseo.
Y se enfrentan rivales contoneos de los cuerpos desnudos de ensayo de vida, porque la práctica
ayuda. Tu boca, rosa mis pezones en latitudes rosados, como niña despierta en el mes de abril.
Inquietud sentada sobre el margen de tu vientre,
de hábil serpentinero que recorre en abundancia
la humedad de mis ojos, que de felicidad, caen en
tiernos lagrimeos. Beso y acaricio el tulipán que
desde tempranas horas, le abrí tan sentidas ansias
de vida. Ahora, yace lánguido en fatal e inevitable, aunque satisfecho de deseos, su cruel despedida.