La rosa ingrata
Reina, nada mejor que un cuento
para expresar un sentimiento,
a la luz de este sol pintoresco
mientras las rosas exhalan su aliento
y llenan de perfume el aire fresco;
En el jardín de los sueños adorados
un jardinero vio una rosa,
de suaves y tiernos pétalos perfumados,
fresca, lozana, blanca y hermosa…
La rosa expelía sus finos aromas.
Con gran emoción el jardinero veía
la rosa rodeada de lirios y pomas,
amada por cisnes y blancas palomas.
Sus finos aromas la rosa expelía.
Cantaban alondras sus cantos ufanos
cuando el jardinero sin derecho
cortó la rosa con sus tersas manos
y luego la puso junto a su pecho…
Pasaba el tiempo, la rosa crecía
y daba al jardinero su sonrisa breve
él la cuidaba de noche y de día,
cuidaba la rosa de espuma y de nieve.
Un día el jardinero sin reproche
aceptó de la flor blanquísima y lozana
besos perfumados al caer la noche
y caricias de pétalos por la mañana.
Cantaba el jardinero la luz y la vida,
veías el rostro satisfecho
siempre alegre y con la frente erguida
y siempre con la rosa al pecho.
La hermosa y olorosa rosa era
más blanca y más pura que una perla
el jardinero al llegar la primavera
creíase afortunado por tenerla.
Hasta que un día la rosa ingrata
sacó las duras espinas que escondía
y como lanza que la ilusión hiere y mata,
hirió al jardinero con cruel alevosía.
El jardinero le dijo: junto a mi pecho
yo te llevaba con tórrida ilusión
oh rosa ingrata, ves lo que me has hecho
me haz herido de muerte el corazón…
Cuántas veces bajo el laurel
quite de tus pétalos abrojos,
yo que te di con mis besos la miel
y tú que me espinaste, los ojos.
Ved como de mi pecho mal herido
fluye ardiente sangre roja,
hoy te echo al viento y al olvido
que otro desdichado te recoja…
y cuando dijo el jardinero sus quejas
era ya la hora del rocío,
cerró el puño, frunció las cejas
y arrojó la rosa al río.
Al instante los alados ruiseñores,
los jazmines, las petunias y violetas
lamentaron el fin de sus amores
ente gestos, pantomimas y piruetas;
y con honda tristeza se dijeron:
¡Cuantas veces sus pétalos le dieron
en el alma las caricias más divinas!
la rosa creció, lo malo es que crecieron
con ella juntamente las espinas.
Aquí como todo lo bueno, mi cuento termina,
cuento que nace entre la flor y la espina;
hoy me iré a soñar a la sombra de un limonero
o a rayar al alba en lo alto de un bambú;
me voy errante no sin decirte primero
que en este cuento yo soy el jardinero
y la rosa, mi Reina, la rosa eres tú.
d.a