Cuando no nos gustamos a nosotros mismos,
molestamos a las demás personas.
También nos provocamos mucho estrés.
Cuando nos aceptamos un poco más,
dejamos de jugar estos juegos.
Gustarte a ti mismo significa perdonarte.
Si has cometido algunos errores graves,
si has lastimado a otra persona o a ti mismo,
sentirte culpable no servirá de nada.
Cuanto te perdonas por tus errores,
de manera automática empiezas a perdonar a los demás
cuando cometen esos errores.
La manera en que te sientas con respecto a ti depende de ti.
Cuando no recibas aliento ni apoyo de nadie,
apóyate a ti mismo.
Reflexiona en los logros que has tenido;
piensa en las cosas positivas y generosas que haces.
Cuando nos sentimos bien con nosotros mismos nos llenamos de salud,
tenemos más energía y los problemas no nos parecen tan graves.
Cuando nos sentimos tristes,
o cuando no nos gustamos a nosotros mismos,
es casi como si nos castigáramos.
Nos alimentamos con comida chatarra o provocamos discusiones.
No es que lo hagamos de manera consciente, pero así pasa.
Para sentirte bien, nunca critiques, acepta los cumplidos,
ofrece más cumplidos, distingue tu comportamiento de tu persona,
pasa tiempo con personas positivas,
continuamente proyecta en tu cabeza películas sobre cómo quieres ser.
Las personas que no dejan de decirte lo maravillosas que son,
tienen poca confianza en sí mismas.
Las personas que no dejan de decirte lo ricas o listas que son,
o cuántos amigos famosos tienen,
usualmente no se agradan mucho a sí mismos.
Su estrategia es que si logran gustarte,
tal vez empiecen a gustarse a sí mismos.
La gente que no tiene mucho y que no puede hacer mucho,
es la que habla más.
Si comprendes por qué la gente alardea,
entonces dejarán de irritarte tanto.
d/a