Angel del Faro.
El faro está afianzado en la roca, no importa dónde se lo construya.
A veces, es reconstruido en otras zonas; cambian el clima y las condiciones, pero él y su guardián, siempre están afianzados en un lugar.
El faro esta allí con un objetivo: hacer brillar la luz.
El propósito de la luz no es siempre el mismo. A veces es un aviso, otras está para atraer la atención y, sobre todo, para guiar.
Cualquiera sea el propósito, siempre está listo para ayudar.
El guardián sabe algo que los otros no saben. Sabe dónde están las rocas, dónde está el problema y está allí para guiar a los otros.
Cuando la luz es capaz de ayudar a conducir a los barcos a salvo a la bahía, en el faro se regocijan. Sin embargo, cuando esto sucede, el guardián del faro no va al barco y hace una fiesta con el capitán.
En vez de eso, el guardián se alegra en silencio y continúa haciendo brillar la luz.
Los capitanes que llegan a puerto a salvo gracias a la luz del faro, nunca conocen al guardián. ¡El guardián del faro no publica una declaración para decirles a los otros que salvó a un barco!
Se queda en silencio y sigue, generalmente a solas, en la roca, dispuesto a colaborar con otros.
Algunas personas pasan por la vida de los demás intentando ayudar, guiar, tender la mano, pero todo se derrumba cuando dejan el faro y suben al barco para festejar. . .
Otras, en cambio, ayudan en silencio, tocan e iluminan las vidas de muchos a su paso, no buscan reconocimientos. Dan porque sienten algo maravilloso al hacerlo y están en paz cuando han logrado salvar o hacer sentir mejor al otro…
Esas personas son verdaderos faros.
No necesitan figurar, no necesitan ser aplaudidos, no necesitan que los adulen, ni que los hagan sentir importantes… Siguen firmes en la roca y saben que su luz siempre ayudará a quien lo necesite.