Dulcemente Inexplicable
Cuando hubo que creer para ver,
entonces he creído con porfía...
Cuando hubo que rezar con Fe,
entonces he rezado noche y día...
Cuando hubo que llorar y llorar,
entonces he llorado cada lágrima mía...
Cuando hubo que esperar y esperar,
entonces he esperado largas vidas...
Mas los credos ya son parte del viento,
las palabras se fugan con las plegarias...
Y qué fue de aquella lluvia de lágrimas,
seguro, ya son el alimento de alguna flor...
La esperanza te ha secuestrado la vida,
y desde luego no falta el dedo acusador
que humilla al don de amar sin medida,
confundiéndolo con una mera obsesión.
Y atacan con cuestionamientos inevitables:
Por ese amor, ¿Cuánto más habrás de entregar?
Si esta adversidad ya te resulta intolerable,
¿Cuál es el último límite que podrás alcanzar?
¡Ciegos indolentes! Aquí no hay preguntas...
Para quien lo palpita con el alma y el corazón,
no existen límites ni se conciben las renuncias,
y es dulcemente inexplicable luchar por amor.
(Fabián Ruiz)