Más allá de los árboles..., de las copas de los pinos, del aire que cruje entre sus
ramas, del pájaro que aletea cantando dando color al susurro del viento.
Más allá de las olas..., lejos de donde el mar crepita entre las piedras, lejos de
donde su sonrisa se vuelve cruento estallido y rumor que se acerca y que se aleja.
Más allá de las nubes..., donde el sol rompe el cielo azul, donde las estrellas salpican la infinita
oscuridad, desde donde nos miramos y nos miran ojos de luz como luciérnagas sin nombre.
Más allá está la esencia de vivir, la brillante pupila del ojo que todo lo ve, del ser
que no juzga ni se empaña porque al caminar descalzo el dolor de vivir le ha robado la alegría de vivir.
Más allá de todo esto somos todo esto confundidos con el hálito cósmico que anima la existencia, con
la luz que brilla en el alma de cada instante y de cada sonrisa del tiempo,
de cada paso que damos en el camino que somos y hacemos.
Más acá de los árboles, de las olas, rozando con las yemas de los dedos las nubes...
Más acá de los ríos, donde nacen o donde regalan sus vidas a los mares...
Al pie de los sauces, donde la vida se mezcla con la tierra... Somos lo que somos aún a pesar de
no saberlo. Somos vida caminante que se niega a sí misma y que a sí misma se busca sin buscarse.
¿Qué sería de mi sin la sinfonía de la lluvia sobre las hojas?.
¿Qué sería de mi sin el blanco encaje con que se viste el almendro, sin la roca que se recorta
en el horizonte, sin la amarilla luz del limonero?.
Gran Espíritu de la Vida... ¿Qué sería de mi sin el hermano negro, musulmán o judío, sin el hermano amarillo,
cobrizo o mulato?. ¿Qué será de todos sin tan sólo uno de ellos?.
¿Qué será de nosotros si perdidos caminamos dormidos y a tientas y al mirar al mundo no nos vemos en él?.
¿Qué será de nosotros si no hacemos del canto de la vida nuestro canto, del aleteo del ángel nuestro vuelo?.