Ponernos frente a María es querer salir de nosotros mismos, de contemplarnos menos y saber que Ella es un reflejo de la ternura de Dios. Ofrecemos el Narciso como expresión de la voluntad de arrancar de nosotros mismos el “ego” que nos impide ser más humildes y menos creídos. Cuántos hermanos nuestros, al igual que la famosa leyenda griega, mueren en vida al permanecer en un constante enamoramiento y endiosamiento de sí mismos.
Al leer la leyenda de Narciso ( de cómo perecería en las aguas del río por complacerse y mirarse en su belleza) no podemos menos que orar a María para que ayude a este mundo nuestro a ser más crítico con todo lo aparentemente estético pero en el fondo vacío y muerto.
“La belleza es la Divinidad visible, es el cielo descendido sobre la tierra” (T.Gautier)
Arrimarnos a María es sentir que el corazón late con el sístole y el diástole de la felicidad y de la alegría.
El Jacinto simboliza el corazón feliz y rebosante. Encontrarnos con María es querer que Ella toque un poco esa parte de nuestro ser que se debate entre el bien y el mal, la pobreza y la riqueza, la salud y la enfermedad, la paz y la violencia.
Enseñar a María, la flor del Jacinto, es dejar un hueco en el interior de nuestros corazones para que Ella lo llene con la presencia de Cristo Resucitado.
Por cierto; ¿sabías que los Jacintos necesitan pasar por un tiempo frío para florecer?. Ojalá que la situación gélida en el campo de la fe que está viviendo la Iglesia en algunos continentes y, especialmente en algunos países, sea un presagio de un nuevo florecimiento de auténticos testigos del Señor.
“La alegría es el buen tiempo que hace en el corazón” (T.Kar)
La hortensia simboliza al capricho. María supo renunciar a un modo de vida (que le hubiera resultado menos conflictivo y no tan complicado) para que se cumpliera todo lo profetizado desde antiguo: dar a luz a Cristo.
Dejar esta flor a los pies de Santa María es ser conscientes de que la fe nos exige pequeños esfuerzos personales y comunitarios.
Dicen que la Hortensia necesita de una constante humedad para florecer. Pidamos a María que mantengamos húmeda el alma con la lluvia de la oración continua.
“Todas las mañanas, nos debemos preguntar; ¿qué podría hacer hoy por los demás? (M.Maintenon)
Cortar en esta jornada primaveral una rosa para Santa María es querer para la Virgen, que es la Reina y Madre, aquella flor que es considerada como la reina de las flores.
No hay rosa sin espina…ni vida sin dificultades. Llevar entre las manos una rosa ante la figura de Santa María es ser conscientes de que no hay contradicción ni escollo alguno que no se puedan resolver con un poco de esfuerzo por nuestra parte y con un poco más de confianza en Dios.
La rosa tiene como virtud que crece, se desarrolla y florece en las situaciones ambientales más adversas con la única condición de que luzca un poco el sol.
Pidamos a Santa María que, como cristianos, vayamos creciendo como amigos de Jesús en este momento histórico traspasado y convulsionado por tantos contrastes ideológicos, sociales, políticos y religiosos que nos preocupan.
“Tienes derecho a llorar, pero, aún entre lágrimas, no tienes derecho a renunciar a la alegría” (M.Quoist)
Cultivar esta flor en el mes de mayo es regalar a la Virgen María la solidez de nuestra fe.
La flor de Antunio es una planta que se caracteriza por dar a luz una flor de larga duración y por su originalidad.
Los cristianos hemos de aprender, y nunca olvidar, que la vida cristiana no es un traje de “quita y pon”. El Bautismo hizo correr por nuestras venas la savia de la fe y, con ella, daremos abundante fruto en la medida que trabajemos para que su color y su valor no se debiliten.
Pidamos a Santa María Virgen que la FE sea algo duradero y decisivo en los años que estemos aquí en la tierra.
Para proteger esta valiosa flor es bueno regarla con buenas dosis de personalidad y de oración.
Pidamos a María: SER DIFERENTES A LO QUE EL MUNDO PRETENDE DE NOSOTROS
“Aquel que tiene fe no está nunca solo” (T.Carlyle)
Adornar con esta sugerente flor el rostro de María es saber dar gusto con las cosas pequeñas de cada día. Es sacar chispa y jugo a cada hora y en cada minuto de cada día con el que Dios nos despierta.
El “pendiente de reina” simboliza el detalle y el buen hacer. Aquellos que nos decimos cristianos sabemos que lo extraordinario no reside en la apariencia ni en el escaparate sino que, por el contrario, intuimos y vemos que en la sencillez descansa el secreto de lo extraordinario.
María, con su pequeñez y humildad, supo señalarnos el camino que hemos de seguir los aventureros de Cristo para ser sus testigos: queriendo y amando las cosas de cada día como un servicio a los demás. Lo contrario nos llevaría simplemente a un hacer lo que queremos.
Por cierto, esta flor, cuando llega la noche se repliega sobre sí misma. Ojalá que el fruto de este mes de mayo sea precisamente lo contrario en nuestra vida cristiana: desplegarnos para ser testimonio de lo que llevamos y sentimos dentro.
Pidamos a María: NO AVERGONZARNOS DE MANIFESTAR NUESTRA FE
“La fe de los hombres queda sellada en sus acciones, les modela sus facciones y les resplandece la mirada” (Santo Tomás de Aquino)
Cuando se quiere de verdad a un amigo todo nos parece poco para agasajarle. María, en la tradición de la Iglesia, ha tenido (y lo sigue conservando todavía) un lugar privilegiado en el corazón de los creyentes.
¡Cómo no vamos a querer para Ella lo mejor!
La flor “pensamiento” nos habla de la riqueza en la escasez. Mientras la mayoría de las plantas aguardan el retorno de la primavera el pensamiento no deja de florecer a manos llenas en medio de la frondosidad y el verdor de sus hojas.
Arrojar un “pensamiento” a las plantas de Santa María es lanzarle nuestro propósito de ser diferentes a los demás. Es solicitarte que nos ayude a florecer con lo mejor de nosotros mismos aunque otros nos digan que somos demasiado buenos, necios o tontos. Tampoco, muchos de sus contemporáneos, entendieron la buena disponibilidad de Santa María. Al final…Dios le hizo ver el fruto de su “SI” contracorriente.
Pidamos por María: VALORAR LA RIQUEZA DEL CORAZON
“La felicidad está en la lucha, en el esfuerzo, en el sufrimiento que supone la lucha y no la victoria misma” (M.Gandhi)”
La violeta es la pantalla y la imagen de la lealtad. Cuentan las leyendas que un ángel convertía en violetas las lagrimas de Adán al ser expulsado del paraíso en violetas. También San Bernardo llamó a esta flor la flor de la humildad y desde entonces fue adoptado como símbolo de la Virgen María.
Coger un puñado de “violetas” y llevárselos a María es sentir una llamada a perseverar en el camino cristiano. Lo más fácil y cómodo puede ser el abandonar. Lo más sabio e inteligente, valiente y comprometido es….la lealtad a Jesús. No resulta difícil, ni mucho menos, sembrar de violetas el altar de Santa María y en recompensa escuchar una palabra de sus labios: “haced lo que El os diga”. Sólo de esa forma podremos mantenernos leales a lo que el Señor quiere y pide de nosotros.
Ante las grandes propuestas vienen y se exigen siempre delicadas y pensadas respuestas: ¡SI! o ¡NO!. ¿Qué me dices?.......
A la flor margarita se le conoce como oráculo de los enamorados. A Santa María le sobraron todos pétalos menos uno. Solamente quiso deshojar aquel con el que, en la gruta de Nazaret, dijo “SI” desde el principio, para siempre y sin pensárselo dos veces.
Un día más, Dios, nos entrega una margarita para que plantándola a los pies de la buena Madre reflexionemos si de verdad nuestra Fe es un “sí” sin condiciones o si es un “sí” con muchas reservas (un “no” disfrazado). Que ofrezcamos a Santa María nuestro firme convencimiento de que un “SI” a Dios, a pesar de los muchos riesgos, mueve ríos de felicidad, de paz y de realización personal.
Pidamos por María: NO SER VELETAS EN NUESTRAS DECISIONES
“No es bastante con ser creyente. Es necesario ser creíble” (P.Casaldáliga)
Cortar un gladiolo y resituarlo a los pies de Santa María Virgen es no permitir que lo intelectual pueda con la semilla de lo sobrenatural que todos llevamos dentro.
Los entendidos, cuando hablan del gladiolo, comentan que refleja a la cabeza dominando el corazón y los sentidos.
Ciertamente que en la época que nos toca vivir decimos que no hay que ser sentimentalistas; que hay que huir de todo aquello que denote debilidad en el carácter o en el corazón.
Ojalá nosotros, por el contrario, seamos de aquellos que piensan que el corazón tiene razones poderosas que jamás la mente podrá doblegar ni entender.
María, al recibir este obsequio en forma de flor, nos recuerda que Ella también meditó, guardó y saboreó todo aquello que el Espíritu le inspiraba en lo más hondo de su corazón.
Qué razón tenía aquel sabio cuando sentenció: “dejar al hombre sin sentimientos es convertirlo en fría piedra”.
Venimos un día más, Santa María, para darte cuenta de las pequeñas conquistas de esta jornada.
Lo simbolizamos con esta “flor capuchina” que hoy florece a tus pies. Quisiéramos, Virgen y Madre, ser como esta planta: nunca se cansa de florecer y en abundancia.
Ayúdanos a no cansarnos de dar lo mejor de nosotros mismos. A convertir en un auténtico vergel de vida los lugares y las situaciones donde nos toca vivir y actuar.
Te pedimos que, nuestra existencia cristiana, se alimente de la misma fortaleza que caracteriza a esta flor: a pesar del pleno sol nunca muere. Que no puedan más los inconvenientes, que salen a nuestro paso, que la vida del Espíritu que llevamos dentro.
Pidamos por María: NO CANSARNOS NUNCA DE HACER EL BIEN
“El amor y el bien es una red con la que se pueden capturar muchas almas” (M. Teresa de Calcuta)
Nuestra Señora de Fátima Es la "gran Aparición de la Virgen María del siglo XX". Hasta 1917 apenas si la pequeña villa de Fátima (Portugal) era conocida fuera de su nación ni aun dentro de ella.
Cerca de Fátima se encuentra la aldea de Aljustrel, en donde nacieron los tres niños: Lucía, Francisco y Jacinta; éstos dos últimos eran hermanos y primos de la primera.
Lucía era la menor de cinco hermanos y la mayor de los tres videntes de la Virgen de Fátima y la que más directamente trató con la Virgen María, quizá por ser la mayor. Muertos ya sus dos primitos, ingresó con las Religiosas Doroteas en Pontevedra (España) y más tarde, con deseos de vivir más retirada del mundo, abrazó la vida de religiosa carmelita contemplativa.
Los tres videntes eran sencillos, humildes y de familias muy cristianas. Recibieron una formación bastante severa y desde muy niños se vieron obligados a trabajar para poder comer. Francisco era jovial, simpático y muy agraciado. Le gustaba la música, las flores y, sobre todo, las estrellas. Normalmente él veía a la Virgen, pero no le hablaba ni la oía. Corto sería su destierro en esta vida.
El 4 de abril de l919, a los dos años de las celestes apariciones, volaba al cielo. Jacinta también era muy fina y agraciada. La banjamina de diez hermanos. Desde muy pequeñita fue muy piadosa y sufría cuando le contaban los padecimientos de Jesús en su Pasión. A los diez años de edad volaba al cielo este ángel de carne humana que, como su hermanito, el 13 de Mayo del 2000, el Santo Padre JPII los declaró beatos en su visita a Fátima, siendo los primeros niños no mártires en ser beatificados.
A los tres videntes, el 13 de mayo de l917, en medio de una tormenta y mientras cuidaban el rebaño, después de haber rezado el Santo Rosario, se les apareció la Virgen María vestida de blanco y les pidió que volvieran seis veces más y que el mes de octubre les revelaría quién era y lo que quería.
Les anunció que tendrían que sufrir mucho, pero que no se desalentaran que Ella les ayudaría. Les pidió rezaran muchos rosarios, pero mejor de lo que lo hacían hasta entonces.
Las apariciones se repitieron el 13 de cada mes. En todas ellas sucedía algo parecido: mientras rezaban el Sto. Rosario, acompañados cada día de más seguidores que palpaban lo sobrenatural, se les aparecía aquella joven, resplandeciente de luz, vestida de blanco, con el rosario entre las manos y les invitaba a rezar con Ella. Después les comunicaba algunas cosas que han llegado hasta nosotros, donde se manifiesta el deseo ardiente de la Virgen de que seamos almas de oración y que procuremos hacer sacrificios para unirlos a la Pasión de su Hijo.
De todas partes del mundo desde entonces, y cada día va en aumento, acuden gran cantidad de fieles a la pequeña villa de Fátima, a rezar a la Virgen María, a recibir los Sacramentos y mejor vivir la vida cristiana. La Virgen de Fátima irradia desde allí sus gracias y bendiciones sobre toda la humanidad. Su Corazón Inmaculado y el Escapulario del Carmen han sido los instrumentos que ha elegido para manifestarnos su amor.
La bondad y la indulgencia, Tú que sabes mucho de eso Santa María, la queremos simbolizar con el “crisantemo”.
¡Ojalá que muchos de nosotros tuviéramos la habilidad para mantenernos en pie como lo hace esta flor que hoy te presentamos!
Acostumbrados a vivir envueltos en celofán nos cuesta sonreir y volcarnos con los que son contrarios a nuestros criterios o ideas.
Es difícil comprender y entender aquella justicia de Dios que nos habla de la lluvia copiosa sobre la tierra de justos e injustos, buenos o malvados.
Conscientes de que nuestro amor y nuestro servicio lo dirigimos a según quiénes y cómo….te ofrecemos la flor del crisantemo que, prescindiendo de si es mucho o poco cuidada, sabe florecer al ciento por uno.
Que no perdamos nunca, María, la capacidad de asombro que tuvieron aquellos pastorcitos en Cova de Iría ante los signos reales de tu presencia.
“Qué pequeña me parece la tierra cuando miro al cielo” (S.Ignacio Loyola)
“El secreto de la felicidad no consiste en hacer siempre lo que se quiere, sino en apreciar siempre lo que se hace” (L.N.Tolstoi).
María desde el principio, aún sin entender ni comprender aquel Misterio que se le asomaba, quiso entregarse a él sin condiciones.
La flor “adelfa” simboliza la decisión y el coraje.
No hay nada que nos pida Dios que nos sea imposible realizar. Cuando uno se pone en sus manos sabe, de antemano, que todo lo que venga del cielo esta llamado a su plena realización.
“¡Hágase en mi según tu Palabra!” Con María tenemos un seguro por el cual Ella nos empuja y nos dinamiza en nuestra vida espiritual y material.
Con María aprendemos a querer y a disfrutar con las indicaciones de Dios que no pretenden otra cosa sino el que llevemos una vida digna y sin sobresaltos, feliz y sin estridencias.
Ojalá, pidámoslo a la Virgen, nuestra confianza en Jesús sea tan perenne como la hoja de la adelfa que nunca muere.