Cerrando el pasado
Siempre es bueno saber cuándo se concluye
una etapa en la vida.
Si insistes en permanecer en
ella más allá del tiempo necesario, pierdes la
Alegría y el sentido del presente.
Lo importante es poner punto final a los momentos
de la vida que se han terminado.
Puedes pasarte mucho tiempo de tu presente
pensando en los ¿por qué? y tratando de entender
lo qué sucedió o no sucedió y aquellas situaciones o
circunstancias que ya pasaron y que solo son recuerdos.
Vivir así produce un gran desgaste en tu vida y no solo
te afecta a ti, sino a tus seres queridos.
El pasado ya pasó. No esperes que nadie te devuelva
nada, no esperes que nadie reconozca tus esfuerzos.
Debes liberarte del resentimiento, de las ataduras que
traen los recuerdos del pasado.
Si no lo haces lo único que conseguirás es no disfrutar
del presente y por lo tanto condicionará negativamente tu futuro.
El pasado solo nos debe servir como experiencia, para
realizar los cambios necesarios que nos ayuden a
superar los inconvenientes que aparecerán en nuestra
vida. Hay que dar vuelta la página y vivir con lo que
tenemos hoy en nuestras manos, recuerda que
Dios tiene un futuro preparado
para ti y que depende solo de ti alcanzarlo o quedarte
distraído en las cosas del pasado, que
dicho sea de paso, no puedes cambiar.
Si andas por la vida dejando las puertas abiertas,
cuando deberían estar cerradas, nunca podrás desprenderte
del pasado ni vivir el presente plenamente.
Noviazgos, relaciones o amistades del pasado que no
acabamos de terminar en nuestra mente.
Posibilidades de volver a empezar, necesidad de aclaraciones,
palabras que no se dijeron, silencios fuera de lugar, reacciones,
actitudes, malos entendidos…
Si puedes enfrentarlos ahora, hazlo, si no, déjalos ir, pasa la página.
Cierra la puerta para siempre, pero
no por orgullo, o soberbia, sino, porque tú ya no encajas allí
en ese lugar, en ese corazón, en esa habitación, en esa casa,
en esa oficina, en ese oficio.
Esas cosas ya no forman parte de tu vida.
Tú ya no eres el mismo que fuiste hace dos días, hace tres
meses, hace un año.Por lo tanto, no hay nada a qué volver.
Cierra la puerta, pasa la página, cierra el círculo..
Ni tú serás el mismo, ni el entorno al que estás pensando regresar
erá el mismo que dejaste atrás.
Porque en la vida nada es estático, todo cambia.
Es por tu salud mental y amor a ti
mismo, que debes desprenderte de lo que ya no forma
parte de tu vida.
Recuerda que nada ni nadie son indispensables. Ni una
persona, ni un lugar, ni un trabajo.
Por lo tanto es tu responsabilidad personal aprender a
desprenderte y ser libre.
Muchas veces lo que nos ata, es simplemente costumbre,
apego, hábito, necesidad.
Así que cierra, corta, vete, tira, oxigena, despréndete,
sacúdete, suéltate.
«Así es la vida y esa es la única forma de acceder a todo
lo nuevo que tenemos por delante
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