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General: A MIS HIJAS
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De: Delfina (Mensaje original) |
Enviado: 17/06/2012 02:56 |
A MIS HIJAS
Mi tristeza. es un mar; tiene su bruma que envuelve densa mis amargos
días; sus olas son de lágrimas; mi
pluma está empapada en ellas, hijas
mías. Vosotras sois las inocentes
flores nacidas de ese mar en la
ribera; la sorda tempestad de mis dolores sirve de arrullo a vuestra edad
primera. Nací para luchar; sereno y
fuerte cobro vigor en el combate
rudo; cuando pague mi audacia con la muerte, caeré cual gladiador sobre mi
escudo.
Llévenme así a
vosotras; de los hombres ni desdeño
el poder ni el odio temo; pongo
todo mi honor en vuestros nombres y
toda el alma en vuestro amor supremo. Para salir al mundo vais de
prisa. ¡Ojalá que esa vez nunca llegara! Pues hay que ahogar el llanto con
la risa, para mirar al mundo cara a
cara.
No me imitéis a mí: yo me consuelo con abrir más los bordes de mi
herida; imitad en lo noble a
vuestro abuelo: ¡Sol de virtud que
iluminó mi vida!
Orad y perdonad; siempre es inmensa después de la oración la interna
calma, y el ser que sabe perdonar
la ofensa sabe llevar a Dios.
dentro del alma.
Sea vuestro pecho de bondades nido, no ambicionéis lo que ninguno
alcanza, coronad el perdón con el
olvido y la austera virtud con la esperanza.
Sin dar culto a los
frívolos placeres que la pureza
vuestra frente ciña, buscad alma de
niña en las mujeres y buscad alma
de ángel en la niña.
Nadie nace a la infamia condenado, nadie hereda la culpa de un delito, nunca para ser siervas del pecado os
disculpéis clamando: estaba escrito.
¡Existir es luchar! No es
infelice quien luchando, de espinas
se corona; abajo, todo esfuerzo se
maldice, arriba, toda culpa se
perdona.
Se apaga la ilusión cual lumbre fatua y la hermosura es flor que se
marchita; la mujer sin piedad es
una estatua dañosa al mundo y del
hogar proscrita.
No fijéis en el mal vuestras pupilas que víbora es el mal que todo
enferma, y haced el bien para
dormir tranquilas cuando yo triste
en el sepulcro duerma.
Nunca me han importado en este suelo renombre, aplausos, oropeles,
gloria: procurar vuestro bien, tal
es mi anhelo; amaros y sufrir tal
es mi historia.
Cuando el sol de mi vida tenga ocaso recordad mis consejos con ternura, y
en cada pensamiento, en cada paso, buscad a Dios tras de la inmensa
altura.
Yo anhelo que, al morir, por premio santo, tengan de vuestro
amor en los excesos: las flores de mi tumba vuestro llanto, las piedras de
mi tumba vuestros besos.
Poemas de:
Juan de Dios
Peza

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