CANCIÓN SIN LUZ
Cómo duele la noche
cuando tu voz se curva
fría de
indiferencia lo mismo que una hoz;
Cómo duele la vida
cuando alzas tus
palabras
sin caridad ninguna contra mi
corazón.
Cómo duelen tus ojos
cuando clavan su hastío
-desnuda hoja
de acero- sobre mi adoración.
Cómo duele esta angustia
de saberte
lejana
llevándote en la sangre como se lleva a
Dios.
Cómo duelen tus labios
cuando muerden el aire
para romper
los hilos sencillos del amor.
Cómo duele tu risa
cuando cruza
insensible
los abismos sin fondo de mi nuevo
dolor.
Cómo duele tu pelo
cuando agita en el viento
la negación del
trigo bajo el casco del sol.
Cómo duele el milagro
de tu nombre
pequeño
cuando enciende nostalgias en mi inútil
canción.
Cómo duelen tus brazos
-danzarines de nardo-
entre los
bastidores de mi renunciación.
Cómo duelen tus manos
esas manos que un
día
sobre lino bordaron mi callada ilusión.
Cómo duele tu ausencia
tan alta de silencios
que
empinándose, casi ya toca mi dolor.
Cómo duele la tarde
cuando al norte
del canto
ya no alumbra el lucero que orientaba mi
voz.
Cómo duele, pequeña,
esta espina clavada
en el sitio donde
antes existió el corazón.
Cómo duele tu nombre,
cuando contra la mía
se
cumple inexorable la voluntad de Dios.
Jorge Robledo Ortiz
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