Fe en la oración.
La fe que tenemos debemos demostrarla especialmente en la oración al Señor, porque ya Jesús nos dice en su Evangelio que lo que pidamos en la oración, que creamos en el fondo del corazón que ya lo hemos obtenido, y lo conseguiremos.
¿Empleamos esta enseñanza de Jesús para nuestras oraciones? ¿Tenemos esa confianza ciega en Dios? ¿O por el contrario la duda y la desconfianza nos hace perder la fe?
Hagamos la prueba a partir de hoy, en nuestras oraciones diarias, a pedir con fe, creyendo profundamente que ya hemos obtenido la gracia, y lo conseguiremos. ¡Es promesa del Señor! Dios no promete sin cumplir.
También Jesús ha prometido que cuando dos o más personas se unan en la tierra para pedir algo, sea lo que sea, Dios lo concederá.
La verdad es que a veces buscamos leer muchos libros, pero nos olvidamos de leer el Evangelio, donde están estas enseñanzas del Señor, que si las pusiéramos en práctica, nos harían más feliz la vida de este destierro.
Recordemos que el Señor hacía sus milagros sólo a quienes tenían fe, ya sea que tenían fe ellos mismos, u otros tenían fe por ellos. Y en Nazareth no hizo muchos milagros por la falta de fe de sus ciudadanos.
Dios todo lo puede, es infinito e ilimitadamente rico. Él quiere volcar sobre nuestro regazo muchísimos dones de todas clases, algunos inimaginables, sólo espera que nosotros tengamos fe, tengamos confianza en Él. De nosotros depende que nos hagamos ricos, o que sigamos siendo pobres y cada vez más pobres.
Dios quiere que le importunemos, que lo persigamos con nuestros gritos, como la mujer cananea, porque el Señor quiere alabar nuestra gran fe, nuestra perseverante fe, ante el mundo entero.
Quien después de pedir por un tiempo una gracia, se desanima, demuestra que tiene poca confianza en Dios, poca fe.
Otra promesa de Jesús es que quien pide, recibe. Tal vez no recibe lo que pide, pero algo recibe, y recibe lo más conveniente. Pidamos, entonces, con fe, sabiendo que Dios nos escucha y quiere premiarnos según la medida de nuestra fe.