Los madrileños que abren así sus casas durante 4 noches, del 28 de diciembre al 1 de enero, participan de lo que hace décadas que llaman en Taizé una "peregrinación de confianza". Es la confianza en Dios lo que lleva a la confianza en el peregrino extranjero.
Unas 150 parroquias madrileñas participan en coordinar esta acogida y reparto entre sus familias de peregrinos llegados de toda Europa, especialmente de Portugal, Francia, Italia, Ucrania, Polonia, Croacia y otras naciones. .
El monasterio de Taizé está a punto de cumplir 60 años, y su experiencia de acogida arriesgada es aún más antigua: empezó en 1942, durante la II Guerra Mundial, cuando el joven protestante Roger Schutz escondía gente en este diminuto pueblecito, judíos y otras personas que huían de los nazis. Al cabo de unos meses de ocultar fugitivos, sabiéndose descubiertos, Roger y sus "invitados" huyeron a Francia. Después de la guerra, volvió... y ahora a quien acogía era a prisioneros alemanes y a niños huérfanos o separados de sus padres.
Finalmente, en Pascua de 1949 siete jóvenes, protestantes de distintas iglesias y estilos, hombres que habían visto el horror de la guerra mundial, se comprometieron para toda la vida a guardar celibato, llevar una vida común de oración y vivir con una gran sencillez, fomentando la acogida y la unidad entre los cristianos y entre los hombres y los pueblos. En 1962, el Hermano Roger acudió al Concilio Vaticano II. En 1966 Taizé acogía su primera gran reunión de jóvenes europeos. Y en 1969 entraba por primera vez un hermano católico en la comunidad de religiosos.
Pasados casi 60 años, Taizé ya no es un experimento, sino una realidad consolidada: cada año pasan 70.000 jóvenes europeos por su monasterio en Borgoña, cerca de Autun, Cluny y Paray le Monial. Allí viven más de cien hermanos. A Taizé la han alabado los Papas y también otras iglesias cristianas. Muchos recuerdan al cardenal Joseph Ratzinger dando la comunión al Hermano Roger en los funerales de su común amigo Juan Pablo II en 2005. Pocos meses después, una loca acuchilló al anciano Hermano Roger en medio de una oración, ante multitud de testigos.
San Juan Pablo II con el Hermano Roger
Un anciano Hermano Roger recibe la comunión del aún cardenal Ratzinger en los funerales de Juan Pablo II en 2005
¿Por qué Taizé, algo nacido en un pueblecito rural y en la II Guerra Mundial, una aventura ampliada en el postconcilio, sigue atrayendo hoy, después de la Guerra Fría, la Caída del Muro, la secularización brutal de Europa, la irrupción de Internet y las redes sociales?
Queda claro que los jóvenes de hoy, que tienen fácil viajar a cualquier sitio, no acuden allí por mero turismo, ni tampoco el viajar los atrae a los encuentros como el de Madrid, con un horario agotador de caminatas y oraciones y malísima comida enlatada y su famoso desayuno de galleta seca con aguacao (mucha agua y poca leche y cacao).
Podemos establecer 9 puntos fuertes de Taizé que la mantienen muy viva y relevante
1 - La oración con la música
La música meditativa y repetitiva de Taizé es su gran fuerza. No es emotivista ni sentimentalista ni es moralista. Es intemporal, es monacal, usa textos de los santos, de los Padres de la Iglesia, de autores del Oriente cristiano y de clásicos de Occidente como San Ignacio o Santa Teresa. Usa muchos textos de la Biblia. Y de algunos filósofos. Este año se incorpora y presenta en Madrid una canción con un texto del filósofo español Miguel de Unamuno. Esta es la letra que se repite y se medita uan y otra vez durante 5, 7, 9 minutos: "Tu palabra, Señor, no muere, nunca muere, porque es la vida misma, y la vida, Señor, no solo vive, no solo vive, la vida vivifica". También abundan las canciones en latín, en griego y en eslavo eclesiástico, especialmente en antífonas, aleluyas y oraciones de perdón. Al ser repetitivos, son fáciles de aprender. Al usar varias voces, todo el mundo puede encontrar la suya propia.
2 - La oración con el silencio
Los monjes lo tienen muy claro: los jóvenes buscan silencio. ¡Nadie más lo ofrece: ni el mundo, ni los amigos, ni la escuela! Ni siquiera en la parroquia hay casi silencio. Estar solo no garantiza silencio cuando tu móvil vibra sin cesar en el bolsillo. En la oración de Taizé, la música lleva a largos ratos de silencio orante. Y en Taizé, en Francia, llega mucha gente que solo quiere eso: silencio. Incluso en Madrid hay talleres que consisten en estar en silencio y escuchar a Dios.
3 - La estética visual: monástica, intemporal, no caduca
Al construir la iglesia grande de Taizé, toda de cemento, el Hermano Roger vio que era visualmente muy fría. La decoraron con telas cálidas. Y de los ortodoxos adquirieron la apreciación por las velas y los iconos. Y el hábito monacal: los jóvenes ven a los monjes siempre rezar con hábito, aunque en los talleres y tareas vistan de civil. La estética de Taizé no ha envejecido mal, se mantiene como algo intemporal, marca espacios y tiempos sagrados. Es monacal. Queda claro que es algo sacro, no profano.
4 - El ecumenismo de rezar juntos
En Taizé no se discute de teología: eso es para teólogos. En Taizé, los jóvenes protestantes aprenden a rezar con textos de San Ignacio y Santa Teresa y con iconos bizantinos. Aprenden que las iglesias históricas no "adoran imágenes". Católicos latinos y protestantes aprenden que el Oriente cristiano guarda grandes tesoros. Las cartas del Hermano Roger estaban llenas de citas de Gregorio Nacianceno, Basilio el Grande, Isaac de Siria, San Juan Damasceno... y se cantan sus himnos. Los jóvenes ucranianos, rumanos, búlgaros, serbios, ven a los jóvenes de Europa occidental rezar como ellos, buscar a Dios. Los católicos entienden que la Iglesia es grande, muy grande. A veces admiran el conocimiento de la Biblia de los hermanos protestantes. Todos cantan juntos la misma melodía, aunque a veces cada uno en su lengua. Al final, queda una sensación: si es posible orar juntos, será posible hacer muchas más cosas buenas juntos, deducen los jóvenes.
5 - Momentos de moverse, momentos de estar quietos: orar con el cuerpo
Nuestra cultura superdigital es contradictoria: se hace poco ejercicio, uno se desplaza poco, todo lo puedes descargar desde el móvil. Incluso las asociaciones deportivas han perdido afiliación para jugar. Por otra parte, hoy la persona no está quieta, intenta hacer 4 cosas a la vez: escuchar la radio, ver su móvil, ver su ordenador, alguna tarea de casa...
Taizé es una peregrinación: has de moverte de un templo a otro, de un país a otro, es incómodo, cansa, has de llevar poco equipaje. Pero también es aprender a estar quieto: detenerte y rezar, detenerte y escuchar, esperar... Cada cosa a su tiempo, y no todo a la vez. Eso implica orar con el cuerpo: arrodillarse ante la cruz, incluso tocarla con la frente; sentarse con la espalda recta. El cuerpo también reza. En Semana Santa, en la iglesia de Taizé, muchos duermen en el mismo templo, abarrotado toda la noche: también eso es un abandonarse ante Dios.
6 - Como monjes: cultura de la simplicidad y austeridad
En nuestra sociedad de consumo, es contracultural beber el aguacao de Taizé, su latita de carne insípida en conserva, dormir en el suelo rodeado de desconocidos, incluso rezar sentado en el suelo a veces frío... todo eso alimenta una cultura de la austeridad y sencillez. Los jóvenes tienen la sensación de poder vivir con poco... y buscando a Dios.
7 - Conocer al distinto, a veces al "enemigo"
Serbios y croatas y bosnios, en un mismo retiro. Ucranianos de las mismas iglesias ortodoxas que ahora se están separando, junto con ucranianos grecocatólicos. O jóvenes que ven a sus hermanos llevar armas en la frontera de Lugansk. Irlandeses del norte, protestantes y católicos. Alemanes con polacos y franceses: en vida del Hermano Roger se mataban. Alemanes de las dos Alemanias. Independentistas catalanes con españolistas convencidos. Todos rezando juntos, o al menos haciendo cola juntos para merendar. El distinto no es tan distinto, reza contigo, duerme contigo, te acoge en su casa. Pero todo es peregrinación, porque la verdadera casa está en el Cielo. Lo demás, ¿ayuda a caminar hacia allí?
8 - Mística, no palabrerío
El prior de Taizé suele publicar una carta al año, que es meditada durante todo el curso. Las homilías y meditaciones suelen ser breves: ¡hay que traducirlas a varios idiomas! Taizé usa palabras, pero no en largos discursos o sermones. Taizé ofrece mística: Palabra de Dios, silencio, contemplación... Los jóvenes invitan a otros jóvenes diciendo: "ven a rezar y a cantar, quizá te pase algo, quizá Dios te hable". No dicen: "ven, que te darán grandes razones y argumentos". La primacía está en la mística: invocar a Dios, y escuchar.
9 - No es un movimiento... y llega bien a alejados
Taizé no quiere reclutar monjes ni socios ni organizar un movimiento con estatutos. De los 70.000 jóvenes que pasan por el monasterio, hay cientos que cada año se preguntan si deben quedarse. Muchos pasan un año como voluntarios, ayudando. Pero solo un año: después, se han de ir, Taizé no recluta monjes.
Taizé insiste en presentarse como una fuente: es un lugar donde uno se refresca, se fortalece... y sigue su camino espiritual. No es un lugar donde uno se queda. Eso hace que todo tipo de movimientos y realidades eclesiales puedan acudir a Taizé, o enviar a sus jóvenes. Además, al no pretender reclutar a nadie, los alejados de la Iglesia o buscadores espirituales pueden ser invitados de una forma abierta. "Ven y verás", la invitación de Jesús.
Como contrapartida, si bien Taizé es muy nutritiva para quien está empezando en el camino de la fe, para alejados, para cristianos jóvenes o con poca experiencia de oración, y para las personas con sensibilidad más contemplativa, no es una herramienta adecuada para crecer mucho en la fe para quienes ya sean cristianos razonablemente maduros, los que ya han vivido el poder de la oración, la comunidad, la Palabra de Dios o la fuerza efusiva del Espíritu Santo. Sin embargo, sus encuentros de oración, y el monasterio mismo, siempre serán lugares de reposo y sanación para todos los cristianos que vayan buscando a Dios.
Todo esto está ahora accesible en Madrid durante cuatro días.
(Pablo J. Ginés, Religión en Libertad)