Vuelve a empezar
Cada día.
Cada día tenemos que volver a empezar, porque cada día es una nueva oportunidad que nos da Dios para que seamos más buenos, y lleguemos a la santidad.
No se trata de que no caigamos nunca, sino más bien de que nos levantemos de cada caída, porque el santo no es quien no ha caído nunca, sino más bien quien jamás se cansó de levantarse, por medio de una sincera confesión sacramental.
Aprovechemos el día de hoy, y no esperemos a mañana, sino hoy mismo hagamos todo lo que podamos para estar bien y, sobre todo, para hacer las cosas bien, aunque esto nos traiga sufrimientos, porque en este mundo a veces el estar bien es muy subjetivo, y no garantiza de que vayamos al Cielo. Mejor pasar dificultades en este mundo pero al final ganar el Paraíso; que pasar la vida cómodamente y entre risas y cantos, pero terminar al final en el abismo de fuego.
Hagamos caso a la Reina de la Paz, que nos aconseja leer cada día, al levantarnos, el pasaje del Evangelio Mateo 6, 24-34, para no andar preocupados por el futuro, ni angustiados por el pasado, sino aprovechando el momento presente, el día de hoy, que es el regalo que Dios nos está haciendo.
Y ese pasaje que la Virgen quiere que leamos, lo copio aquí para que lo tengamos a mano y cada mañana lo meditemos:
“Nadie puede servir a dos señores; porque aborrecerá a uno y amará al otro; o bien se entregará a uno y despreciará al otro. No pueden servir a Dios y al Dinero. Por eso les digo: No anden preocupados por su propia vida, qué comerán, ni por su propio cuerpo, con qué se vestirán. ¿No vale más la vida que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? Miren las aves del cielo: no siembran, ni cosechan, ni recogen en graneros; y su Padre celestial las alimenta. ¿No valen ustedes más que ellas? Por lo demás, ¿quién de ustedes puede, por más que se preocupe, añadir una sola hora a la medida de su vida? Y del vestido, ¿por qué se preocupan? Observen los lirios del campo, cómo crecen; no se fatigan, ni hilan. Pero yo les digo que ni Salomón, en toda su gloria, se vistió como uno de ellos. Pues si a la hierba del campo, que hoy es y mañana se echa al horno, Dios así la viste, ¿no lo hará mucho más con ustedes, hombres de poca fe? No anden, pues, preocupados diciendo: ¿Qué vamos a comer?, ¿qué vamos a beber?, ¿con qué vamos a vestirnos? Que por todas esas cosas se afanan los gentiles; pues ya sabe su Padre celestial que tienen necesidad de todo eso. Busquen primero el Reino de Dios y su justicia, y todas esas cosas se les darán por añadidura. Así que no se preocupen del mañana: el mañana se preocupará de sí mismo. Cada día tiene bastante con su propia preocupación”. (Mateo 6, 24-34)
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