Un hombre y su esposa, a modo de reforzar su relación y pasar tiempo juntos, fueron un Domingo al zoológico.
A medida que recorrían el lugar, mirando los distintos animales, llegaron a la zona de los primates.
Allí encontraron un mono en particular que jugaba apasionadamente con su hembra. Su esposa le dijo:
— ¡Qué romántico!
El esposo asintió y continuaron el recorrido.
Luego, llegaron a la zona donde convivían un león y su leona, separados el uno del otro.
El león estaba silencioso y solo en su esquina como si la leona no existiera.
Su esposa le dijo:
— Qué triste escena sin amor.
— Tira esa piedra hacia la leona y observa —Le respondió el marido.
Cuando ella lanzó la piedra, el león saltó rugiendo para defender a su leona.
Ella quedó sorprendida y pensó en hacer lo mismo con la pareja de monos que habían visto anteriormente.
Al acercarse a la zona de los monos, ella hizo lo mismo tirando una piedra.
El mono saltó asustado y abandonó a su hembra para salvar su pellejo.
El marido le toma la mano y le dice:
— No te dejes engañar por las apariencias. —Y continuó— Porque lo que ves como romanticismo en algunos, muchas veces es una apariencia engañosa que esconde un corazón vacío. Por lo contrario, hay otros que son sosegados y poco expresivos, pero sus corazones están llenos de amor sincero.
¡Lamentablemente hoy tenemos tantos monos y tan pocos leones!