¿Sabes de dónde viene la expresión “tomar once? Aunque no lo creas, esa rica comida que disfrutamos muchas veces en familia en las tardes -entre las 18 y las 20 horas normalmente-, tiene un origen mucho menos sano, y antiguamente ni siquiera se llevaba a cabo en este horario.
La “once” es una comida tradicional de nuestro país que suele ser compuesta por una taza de té, café, leche o mate, acompañados de pan habitualmente con mantequilla, mermelada, palta, tomate, paté, queso o huevos. Es una instancia para compartir, y en algunos casos, puede hasta llegar a ser la última comida del día antes de acostarse.
Con lo acelerada que se ha vuelto la vida en las últimas décadas, los horarios de trabajo extenso y la implementación de la jornada escolar completa, en muchos hogares esta tradición se ha perdido, dando paso simplemente a un “picoteo” o a cenar más tarde.
El autor del libro “La once de los chilenos”, Héctor Véliz, conversó sobre este tema en el programa Podría Ser Peor, y comentó que en los años 60′s las onces fueron tomando mayor fuerza en el país.
Además, comentó el curioso origen de la denominación. Antiguamente, a las once del día se bebía agua ardiente, y se le llamaba de esa forma porque aquel trago (“aguardiente”) tiene 11 letras.
Las onces en el verano tomaron un camino más “fresco”: el tomate con queso es uno de los platos preferidos, mientras que en invierno suelen reinar los calzones rotos y sopaipillas.
Finalmente, Véliz dijo que antiguamente se les daba a los niños ulpo y sandía con harina tostada, platos que ahora están reservados para otras horas del día.