Lo primero que identifico haber escuchado son las arias de Enrico Caruso en los antiguos discos que sonaban bastante mal, canciones de Tito Schipa, Elisabeth Schwartzkopf cantando a Schubert, cuando éste y Chopin eran los favoritos de ese tiempo. Mi canción infantil más conocida era: “Au clair de la lune, mon ami Pierrot…” la cantaba mi madre y mi abuela. Todavía en el primer tercio del siglo 20, el francés era la lengua que enseñaban en los colegios, cuando todavía no reinaba el inglés.
Luego vendrían en el colegio las típicas canciones alemanas para niños, luego las bellas canciones de Schubert adaptadas para coro y hasta aprendimos esa marcha fúnebre que tan popular se hizo con el tiempo: “Yo tenía un camarada”. (Nota. No es precisamente una canción nazi, pues existía hace muchos años). Otra canción memorable aprendida en el colegio, que se difundió internacionalmente, fue “Die Gedanken sind frei” (Los pensamientos son libres), que fue primero editada en 1780 e incluso fue cantada por la resistencia antinazi.
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wer kann sie erraten?
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¿quién puede adivinarlos?
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Sie fliegen vorbei
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Se pasan volando
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wie nächtliche Schatten.
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como sombras nocturnas.
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Kein Mensch kann sie wissen,
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Ningún hombre puede saberlos,
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kein Jäger erschießen
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ningún cazador puede dispararles
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mit Pulver oder Blei:
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con pólvora o plomo:
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Die Gedanken sind frei!
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¡Los pensamientos son libres!
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Luego estuvieron de moda las canciones francesas: Edith Piaf, Maurice Chevalier,
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Charles Trenet, Ives Montand, Gilbert Becaud.
En EE.UU. pasó algo interesante: apareció el jazz, que se extendería por todo el mundo, mientras la música más trajinada estaba a cargo de unos conjuntos melosos y sin asunto, (me parecía detestable) se hicieron muy populares Bing Crosby, bella voz y canciones tontas y Frank Sinatra, poca voz y algunas canciones (pocas) bien elegidas. Al mismo tiempo, aparecieron los cantantes y grupos country, que fueron mis favoritos hasta ahora y sólo los puedo encontrar en you tube.
Tuve una amiga de niñez y primera juventud, de preciosa voz, estudiante de pintura primero y canto después, que me llevó por primera vez al Club de Jazz, que in illo tempore funcionaba en calle Merced y me hizo apreciar esa música. También fue “lady crooner” de los “Santiago Stompers”.
A la vez, tuve un gran entusiasmo por la música flamenca o “cante jondo”, que luego fue opacado, pero no suprimido, por la música rusa coral, folclórica, clásica y operística, que aún me deleita.