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Sandía es una planta trepadora, de tallos rastreros y herbácea, cuyos frutos de gran tamaño y de igual nombre son utilizados como alimento. Tiene unas hojas cubierta por una ligera vellosidad, y sus flores son grandes y de color amarillo. Se sitúa su origen en el trópico africano, y se sabe que se cultiva hace casi cinco mil años. Las sandías como frutos son en general muy variables, según su tamaño o el color u ornamentación de su corteza. Suelen tener una forma esférica o elíptica, y su pulpa suele ser roja o rosa oscura por la presencia de un agente antioxidante llamado licopeno. Alberga a su vez una gran cantidad de semillas en su interior, las cuales son negras y tienen forma de lágrima. Poseen una textura muy jugosa y casi crujiente por la gran cantidad de agua que contiene y tiene en general un sabor muy dulce. Su gran porcentaje de agua la convierte en una fruta especialmente refrescante y apreciada por las sales minerales que tiene disueltas. Sus numerosas semillas también se aprovechan en la medicina por su alto contenido de vitamina E, y doradas son un aperitivo muy apreciado.
Beneficios de la Sandía
Tras el parto: Se recomienda su consumo para las mujeres que hayan dado a luz recientemente por su carácter antioxidante.
Gripes, bronquitis, y estados febriles: Tomar el jugo de sandía endulzado con azúcar o miel. Ayuda a regular la temperatura del enfermo y lo refresca.
Diurético: Facilita la orina por su gran contenido de agua.
Catarros Se mezcla un vaso de jugo de sandía previamente colado con una cucharada de miel de abejas, se calienta y se toman tres cucharadas cada dos horas entre comidas.
Cáncer: Recientes hallazgos sugieren una asociación inversa entre la β-criptoxantina, contenida en la sandía y otros alimentos, y el cáncer de pulmón, al parecer, la β-criptoxantina potencialmente podría actuar como agente preventivo contra el cáncer de pulmón. Entre otros alimentos que contienen esta pro-vitamina se encuentran la naranja, papaya, pepino, yema de huevo y la mantequilla.
Contraindicaciones
La sandía debe consumirse sola, es decir, no es recomendable mezclarla con otras frutas. Después de abrirse ha de consumirse en el menor tiempo posible debido a la pequeña concentración de arsénico que contiene. Su contacto con el oxígeno acentúa este componente y podría resultar tóxica. Tampoco es recomendable guardarla en la nevera.