Selección,
traducción y notas de Carla Cordua
LOM
Ediciones 2010 – 144 páginas
Disponible
en: BIBLIOMETRO
Esta es una selección de los diarios de vida
que Kafka se obligó a escribir como una tabla de salvación ante sus
dificultades ante la vida y los problemas que le causaba su precaria salud.
Este libro atrae, no sólo por ser un medio
para adentrarse en la literatura del autor checo, sino por la selección y notas
de Carla Cordua, doctora en filosofía, distinguida académica y autora de varios
libros de filosofía y ensayos sobre literatura y diversos aspectos de la vida
cultural.
Se inicia con una introducción de 47 páginas
en las cuales Cordua comenta el diario, la vida del escritor, su literatura y sus
biógrafos. Entre éstos destaca a Elías Canetti, con su libro: El otro proceso
de Kafka. Sobre las cartas a Felice, de la cual ella escribe: “Pocas biografías
más completas pueden rivalizar con este ensayo en inteligencia y agudeza
psicológica”.
La selección de diarios se inicia el 17 de
mayo de 1910, para terminar el 12 de junio de 1923 y a través de ella afloran
las obsesiones de Kafka, sus sueños, reflexiones, además de su incapacidad para
reconocer el propio talento.
Franz
Kafka, nació en Praga, entonces parte del imperio austro-húngaro. Fue el primer
hijo en un hogar de judíos acomodados, germano hablantes. Se doctoró en derecho
y debió atender por un tiempo una fábrica de asbesto, propiedad de un cuñado
enviado al frente. ¿Influiría la posible atmósfera contaminada con asbesto en
su posterior tuberculosis?Dos de sus hermanos menores murieron en la niñez y
sus tres hermanas fueron asesinadas en campos de exterminio alemanes. Padeció
de mala salud hasta contraer tuberculosis y fallecer a los 41 años, sin casarse
nunca a pesar de varios intentos de los cuales se retraía a último momento.
Fiel a la moral de la época, dividía a las mujeres en dos clases: la buena
chica y la prostituta. Frecuentaba alegremente a las últimas y mantenía
relaciones mayormente epistolares con sus prometidas. Cabe hacer notar que
manifestaba sentir repugnancia ante el sexo, lo cual no le impedía practicarlo
con asiduidad.
Sus
obras mas conocidas y que se leen hasta hoy: El desaparecido (o America) El
proceso, El castillo, que fueron publicadas póstumamente, contrariando el deseo
del autor que quiso que fueran quemadas. Además, varios cuentos, el más
conocido: La metamorfosis y numerosas cartas que han sido publicadas.
EXTRACTOS de sus diarios
31 octubre 1911
Para no olvidarme, en caso que mi padre vuelva
a llamarme otra vez un mal hijo, anoto para mi que, delante de algunos
parientes y sin un motivo especial, ya sea simplemente para oprimirme, ya sea
para supuestamente salvarme, llamó a Max (su amigo de muchos años y escritor Max Brod)“un loco
irresponsable” y que ayer, cuando Löwy estaba en mi habitación, se refirió, con
sacudidas irónicas del cuerpo, retorcimientos de la boca, a personas
ajenas a las que se dejaba entrar en la
casa; preguntando qué podría resultar interesante en un extraño y para qué
establecer relaciones tan inútiles, etc.
2 de agosto de 1914.
Alemania le declaró la guerra a Rusia. Por la
tarde, clases de natación.
6 de agosto de 1914
Procesión patriótica. Discurso del alcalde.
Luego desaparición, entonces aparición y el grito alemán “Viva nuestro querido
monarca, viva”. Yo estoy presente con mi mirada maligna. Estas procesiones son
uno de los fenómenos más repugnantes que acompañan a la guerra. Iniciada por
comerciantes judíos, que son a veces alemanes, a veces checos y que lo
reconocen pero que nunca pueden proclamarlo tan ruidosamente como ahora.
8 de enero de 1914.
¿Qué tengo en común con los judíos? Apenas
tengo algo en común conmigo mismo y debería meterme bien silencioso, conforme
con poder respirar, en un rincón.
14 de febrero de 1914
Si me suicidara, es seguro que nadie tendría
la culpa, aunque resultara evidente, por ejemplo, que el motivo más próximo
sería la conducta de Felice. Ya me he representado en una ocasión, durante el
semisueño, la escena que tendría lugar cuando yo, previendo el final, llegara a
su casa, fuera rechazado como pretendiente, con la carta de despedida en el
bolsillo, depositara la carta sobre la mesa, me dirigiera al balcón,
liberándome de todos los que acuden presurosamente para sujetarme, mientras una
mano tras la otra tienen que soltarme, y saltara por encima de la reja del
balcón. En la carta diría que aunque salto al vacío por Felice, pero en el caso
que mi petición de mano hubiera sido aceptada, nada esencial habría cambiado para
mi. Mi lugar está allá abajo y no encuentro otro arreglo. Felice es casualmente
la persona a propósito de quien mi destino se hace manifiesto, no soy capaz de
vivir sin ella y tengo que saltar al vacío, tampoco sería capaz – y Felice
intuye esto – de vivir con ella…… Pero yo me atengo a representaciones, vivo
enteramente enredado con la vida, no lo haré, estoy congelado, triste de que
una camisa alrededor del cuello me apriete, estoy condenado, apenas respiro en
la niebla.
30 de agosto de 1914
Frío y vacío. Siento demasiado los límites de
mi capacidad, los cuales, cuando no estoy absolutamente poseído, son, sin duda,
muy estrechos. Y creo que aún poseído soy arrastrado solo dentro de estos
estrechos límites, los que, por lo
demás, no siento, ya que soy arrastrado. A pesar de ello hay, entre esos
límites, especio para vivir y para eso es que tendré a bien usarlos hasta el
envilecimiento.
30 de noviembre 1914
Ya no puedo seguir escribiendo. He llegado al
límite definitivo, delante del que tal vez deba quedarme sentado otra vez por
años, para comenzar acaso una vez más una nueva historia que quedará incompleta
otra vez.
23 de enero de 1922
La vacilación antes del nacimiento. Si existe
la transmigración de las almas, entonces todavía no estoy ni siquiera en el
estadio inferior. Mi vida es la vacilación antes del nacimiento.
25 de septiembre de 1917
No es completamente perverso tener hijos
siendo tuberculoso. El padre de Flaubert era tuberculoso. Elección: o al niño
le silbará el pulmón (linda expresión musical, a propósito de la cual el médico
posa el oído sobre el pecho) o se convierte en Flaubert. El padre tiembla
mientras, en el vacío, se delibera acerca de ello.
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