¿Por qué escribimos? ¿Qué motivos nos activan el deseo de escribir? ¿Qué es lo que nos satisface del oficio de escribir? Estos temas exploro en este artículo.
Está claro que los escritores padecemos el deseo de escribir. Cuando no lo hacemos, cuando lo que estamos escribiendo no nos satisface, o directamente no se nos ocurre nada, tenemos una crisis de abstinencia. Si esto no ocurre, si la abstinencia no nos angustia, la cosa puede ser peor, la libido nos ha abandonado, se ha derivado a otra actividad, o directamente a muerto y con ella nosotros como ser escribientes. Me parece que es una materia pendiente para todos nosotros entender de qué se trata nuestro deseo, qué nos satisface del oficio de escribir y cuáles son las concomitantes espurias que lo pueden estar contaminando.
¿Escribimos por dinero? Es nuestro oficio o trabajo elegido. Dudo mucho de que este sea un motivo central, salvo en el caso de un escritor exitoso, y así y todo el oficio debería reportarle algún tipo adicional de satisfacción para no convertirse en una aburrida actividad repetitiva.
¿Lo hacemos para destacarnos, para lograr algún tipo de fama o reconocimiento con algo que quizás nos resulte fácil de hacer, para lo que estamos dotados naturalmente, como lo puede estar un eximio ejecutante de violín? Puede ser, pero en todo caso me parece un oficio demasiado exigente, con muchas horas frente a la computadora, demasiado costo para un resultado exiguo, tan esquivo. No creo que algún escritor pueda sostener la actividad por mucho tiempo, sin caer en la insatisfacción.
Excluyendo estos dos puntos, y calificándolos, arbitrariamente, como espurios, pasemos a otros motivos posibles que activan nuestro deseo de escribir.
¿Sentimos que narrando historias preservamos hechos, vivencias propias o ajenas, momentos, que de alguna manera vencemos al tiempo que todo lo destruye, otorgándoles una pequeña cuota de sobrevida? Me parece un motivo válido, Herodoto comenzó a escribir su Historia justamente con ese propósito y, de esta manera, se convirtió en el padre de la historia. Proust, escribió En busca del tiempo perdido para rescatar del olvido sus vivencias. Mucha gente comienza a escribir después de los cincuenta, casi siempre su propia experiencia, la historia de su familia, su pueblo. Me parece una motivación excelente.
¿Sentimos placer en el manejo de la lengua? ¿Disfrutamos del ordenamiento, de la formalidad de los signos, innovamos en ello? La escritura es relativamente joven en la vida de la humanidad, poder comunicarnos con signos es un logro extraordinario, la pasión que un escritor sienta por aplicar su creatividad a desarrollar las infinitas posibilidades del lenguaje es todo un tema. Muchos escritores encuentran un enorme disfrute en esta tarea, es sin dudas una motivación incuestionable.
¿Disfrutamos de crear historias, de fantasear un mundo propio, en el cual somos un demiurgo todo poderoso? Es una motivación similar a la que tenemos como lectores, ingresar a mundos, o historias alternativas, ajenas por demás a cualquier verosímil dentro de la cruda realidad de la vida. Toda la narrativa gira sobre esta cuestión, cuanto más, si quienes creamos la historia somos nosotros mismos. Admitamos que es una razón más que suficiente para dedicar muchas horas de esfuerzo a generar una ficción que nos agrade.
¿Es una actividad que nos permite elaborar nuestros conflictos y traumas? Está ampliamente aceptado que la narrativa permite canalizar los conflictos internos del escritor, actúa como una especie de actividad psicoanalítica beneficiosa. Seguramente, no es una panacea, pero ayuda bastante, hay psicoanalistas que lo recomiendan, y también se usa como técnica terapéutica incluso con psicóticos. Por otra parte de este tipo de motivación han surgido obras magníficas, pensemos en “La transformación” de Kafka. Si se escribe por este motivo, sería una razón incuestionable, solo recomendaría que se busque ayuda técnica, un curso de escritura, un taller, para facilitar las cosas y de esa manera no dejar que nuestra neurosis estropee un buen trabajo.
¿Es un medio para expresar nuestras ideas? De manera elegante, solapada, entradora, la narrativa sirve para llevarle a los otros, lectores, nuestro punto de vista sobre el mundo, nuestras normas morales, nuestra denuncia sobre las injusticias, las especulaciones filosóficas o científicas que podamos hacer, o directamente nuestras convicciones políticas. Si este es el motivo, no estaría en condiciones de objetarlo, porque siempre la narrativa tuvo que ver con esto; proponer un modelo de comportamiento social, ya sea por la positiva o la negativa, y una forma de dar sentido a la vida propia y ajena. De modo qué, si este es el motivo, lo único que queda es sugerir que el propósito no vaya en detrimento de la calidad de la producción.
¿Es nuestra manera de conocer el mundo, y a nosotros mismos? Creo que es un magnífico deseo. Escribir implica empatía con otras personas, entender de alguna manera su comportamiento, su punto de vista. Nuestras neuronas espejo trabajan a full cuando se compone un personaje y se lo pone en acción. Nadie es el mismo después de leer un buen libro, imaginate después de escribirlo. Para escribir, uno tiene que indagar, reunir información, ser otros por algún tiempo, todo esto redunda en una sabiduría que no obtendríamos mediante ningún cursado de materia alguna. Cuando alguien dice que aprendió en la calle, que tiene calle, está diciendo lo mismo que puede decir un escritor: aprendí escribiendo. Se aprende sobre los demás y sobre uno mismo, aunque el escritor sea un escritor de biblioteca que solo escribe sobre la información filtrada de otros textos. Si esta es nuestra motivación, si está ligada a nuestra curiosidad, a nuestro interés por saber, goza de la mejor legitimidad posible, porque la búsqueda del conocimiento está ligada a la esencia humana, y ha permitido la supervivencia como especie.
Por necesidad expositiva he mostrado algunas motivaciones, las más comunes, por separado, pero es fácil suponer qué, no necesariamente el escritor tiene una sola motivación, es muy probable que pueda tener más de una y que las alterne, o subordine unas otras, según la ocasión. Hasta aquí llega mi opinión sobre este tema, pero estoy seguro que da para mucho más. Me encantaría saber tu opinión, tal vez así sea posible que juntos logremos entender un poco más sobre el deseo de escribir.
Dejo para la próxima ocasión una pregunta que me surge: ¿cuál sería la razón para que nuestra motivación para escribir se agote? Si tenés una idea, sería bueno que la contaras.