El verdadero amor es recompensado
La Biblia dice que uno puede dar todo lo que posee para dar de comer a los pobres, y quizá salvarles la vida a muchos de ellos. Uno puede, incluso, entregar su cuerpo para ser quemado, posiblemente como un mártir e inspirar a muchos a dar su vida por el Señor. Sin embargo, si en nuestra vida no existe amor como el que motivó el sacrificio de Jesús en el Calvario, de nada sirve lo que hagamos. En otras palabras, para tal persona no se promete ninguna recompensa.
Enseñanza práctica
Este es uno de los pasajes más solemnes y penetrantes del Nuevo Testamento. Los dones espirituales son inútiles a menos que estén acompañados del amor que se proclama en 1 Corintios 13. Hay ente que habla en lenguas pero no tiene amor en el corazón; muchos predican y profetizan de su propia imaginación e invención; alguien puede tener fe sin sentimientos; el dar puede ser motivado por lástima o por un mero deber Y la vanagloria puede llevar a un individuo hasta el martirio inútil.
El deber de todo cristiano es realizar un examen cuidadoso cada día sobre su propia vida y sobre el ministerio que desempeña en la iglesia a la luz de 1 Corintios 13.
Pregunta: ¿Qué ideas nos pueden venir derivadas de este estudio sobre las bases en que se otorgarán las recompensas en el tribunal de Cristo? (Vea Romanos 14:10; I53; 2 Corintias 5.10, 14, 15.)
La Biblia dice que los cristianos serán recompensados de acuerdo con los hechos que hayan realizado en su vida. Pero estos versículos demuestran que también tienen gran importancia los motivos por los cuales dichas obras hayan sido hechas. Si todo lo que tratamos de hacer es vanagloriarnos o edificar un reino para nosotros mismos, entonces lo mejor que pudiéramos hacer es concentrarnos en lo que significa el amor de Cristo en el Calvario. De acuerdo con este concepto, que una persona bien puede hacer grandes cosas, ofrecer grandes sacrificios, predicar sermones elocuentes, y aun así acabar sin ninguna recompensa. Parece una contradicción, pero la verdad es que un amor semejante al del Calvario, que no busca gloria para sí, es el que recibirá grandes recompensas.