Por ese camino desierto viajaba un hombre próspero, financiera y profesionalmente, pero vacío por dentro. La Biblia lo identifica como el eunuco etíope, administrador principal de la reina de los etíopes.
Los eunucos eran hombres privados de su masculinidad y encargados de cuidar el harén del rey. Este, sin duda, fue el comienzo de la carrera de nuestro protagonista. Pero, evidentemente, creció profesionalmente y llegó a ser el principal administrador del reino. Era un hombre culto, próspero, con saldo en su cuenta bancaria, pero desdichado.
Había subido a Jerusalén buscando respuesta a las inquietudes de su corazón. En Jerusalén había descubierto las Santas Escrituras de los hebreos y había oído hablar del Mesías. Sin embargo, retornaba a su casa sin tener un cuadro completo de la santidad y majestad de Dios, y sin saber mucho del Mesías. Era un hombre sincero que estudiaba las Escrituras en busca de respuesta para su angustiado corazón.
El versículo de hoy dice que un ángel del Señor se le apareció a Felipe, diciendo: "Levántate y ve hacia el sur por el camino que desciende de Jerusalén a Gaza, el cual es desierto". Podemos ver en este versículo que la iniciativa de la salvación es divina. Es Jesús quien busca al ser humano; desde el jardín del Edén siempre fue lo mismo. El hombre huye y se esconde de Dios, y el Padre lo llama: "Hijo, ¿dónde estás?"
En el texto de hoy Dios ve al eunuco buscando respuestas y no lo deja en medio de su confusión. Le envía a alguien para ayudarlo. Dios sabe el camino por donde el etíope transita; él siempre sabe todo. Conoce su vida, las inquietudes de su corazón y las preguntas que no le dejan ser feliz.
Muchas veces pensamos que si alcanzamos nuestros objetivos en la vida profesional, económica o cultural, seremos realmente felices. En nuestro desesperado intento por alcanzar lo que nos habíamos propuesto, muchas veces nos lastimamos a nosotros mismos y a las personas que más amamos, y cuando finalmente llegamos a donde pretendíamos, descubrimos que el corazón continúa vacío. Golpeamos a las puertas, buscamos filosofías, analizamos religiones y nada parece satisfacernos.
¿Crees tú que Jesús es indiferente a la búsqueda sincera del corazón humano? No, él enviará, ciertamente, en el momento oportuno, a un Felipe para ayudarlo a descubrir el camino y encontrar la respuesta.