He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él y él conmigo”. Apocalipsis 3:20 (La Biblia de las Américas)
¿Ya le abriste la puerta de tu corazón a Jesús? Quizás digas hace rato le abrí la puerta y el entro a mi vida hace mucho tiempo, y ahí quedo. Pensamos que el dejarlo entrar y abrirle nuestro corazón es todo, eso es solo el comienzo, lo más maravilloso viene después cuando nos sentamos a la mesa y cenamos juntos, el dice: yo soy el pan de vida eterna, cuando empezamos a saborear de ese pan fresco que el trae cada mañana a nuestra mesa, y permitimos que impacte nuestras vidas con sus palabras, entonces nos sentiremos reconfortados, restaurados, y con nuevas fuerzas. Así como cuando te sientas a la mesa después de haber pasado varias horas en las que no has ingerido alimento y llegas y comes esa rica comida y vuelves a tener ánimo, aliento, energía y fuerzas, y una profunda gratitud. Así mismo él quiere que disfrutemos cada día de ese pan fresco que nos prepara cada mañana, porque sabe que durante el día lo vamos a necesitar para que nos sustente en nuestro caminar.
DANIELA
MUCHOS CARIÑOS Y BENDICIONES BELLO FORO
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