El Mundial de Fútbol de Johanesburgo, Sudáfrica, se encontraba a las puertas de comenzar. Afiches, publicidad, propaganda radial y televisiva y mensajes que iban y venían en todos los teléfonos celulares. En la ciudad así como en muchos rincones del planeta, no se hablaba de otra cosa que del balompié y el certamen que iniciaba. "Será todo un acontecimiento", comentaban todos. Expectativa. Entusiasmo. Alegría.
En medio de un tumulto, en la puerta principal de acceso al Estadio Soccer City, un grupo de curanderos tradicionales. Vestían sus atuendos coloridos, pero su rostro reflejaba la trascendencia que daban a la ceremonia. Lucían atentos. Uno de ellos, con la misma concentración de un cirujano, aplicó el puñal con fuerza en el cuello de un buey. "¿Qué ocurre?", preguntó un periodista del diario The Star Mandla Qeleqele. "Estamos bendiciendo el mundial", respondió uno de los sacerdotes participantes.
El encargado de aplicar el cuchillo entre los cuernos del animal, frente a unos dos mil curanderos especializados en medicina tradicional sudafricana, fue el guerrero septuagenario de la etnia xhosa Zakhele Sigcawu, que pertenece al clan Tshawe. Durante el ritual, unos 300 brujos o sangomas invocaron a los antepasados para que aportasen su energía y quemaron impepho, una hierba tradicional, reclamando a los dioses de sus antepasados, prosperidad el torneo mundial. Después de sacrificio, los brujos más antiguos entraron en el estadio y cantaron y bailaron con su vestimenta tradicional para bendecir también el interior del recinto.
"Nuestros estadios están ahora oficialmente consagrados para el torneo, de acuerdo a nuestra cultura", concluyó Mkhiva tras la ceremonia.
Dios es quien nos bendice y prospera
A diferencia de lo que opinan muchísimas personas, quien nos bendice y prospera es Dios y no los amuletos, rituales o amuletos que promueve el ocultismo. Recurrir a tales fetiches o tornarse partícipes de la ceremonia, no hace otra cosa que atraer maldición.
Hace muchos siglos Dios advirtió a los israelitas y a nosotros hoy, apartarnos de toda práctica que abra puertas al mundo de las tinieblas: "Cuando entres a la tierra que Jehová tu Dios te da, no aprenderás a hacer según las abominaciones de aquellas naciones. No sea hallado en ti quien haga pasar a su hijo o a su hija por el fuego, ni quien practique adivinación, ni agorero, ni sortílego, ni hechicero, ni encantador, ni adivino, ni mago, ni quien consulte a los muertos. Porque es abominación para con Jehová cualquiera que hace estas cosas." (Deuteronomio 18:9-12).
Asumir esas ceremonias nos separa de nuestro amado Padre celestial pero además, le otorga a Satanás y sus huestes el derecho legal para afligir nuestras vidas y traer ruina, enfermedad y muerte. Puede que no alcance a dimensionar el alcance del problema, pero es real.
Si alguna vez incurrió en alguna de estas actividades, abiertamente contrarias a lo que dispone Dios, es hora de que renuncie a todo pacto o compromiso con lo diabólico, reciba a Jesucristo en su corazón y lo declare—en adelante—como su Señor y Salvador.
Es en ese momento cuando Satanás pierde toda autoridad sobre su existencia y las cadenas que lo atan a la maldad se rompen. ¡Podrá disfrutar de la libertad! Tomados de la mano del Señor Jesús aseguramos que no volverán a doblegarnos esas ataduras. ¡Hoy es el día para ser libres!
A propósito, ¿Ya recibió a Jesucristo en su corazón como su único y suficiente Salvador? No deje pasar la oportunidad. Hoy es el día para hacerlo.