Leer | Juan 5.24-26
Octubre 25, 2010
Los creyentes en Cristo, en ocasiones, batallamos con el desánimo y la culpa por las cosas que hemos hecho mal. Algunos por los errores que cometieron antes de recibir a Jesús como Salvador. Pero, ¿qué dice la Biblia acerca de la perspectiva de Dios en cuanto a nuestra culpa?
Antes de ser salvos, nuestra naturaleza carnal nos llevaba a rebelarnos contra el Señor y a elegir nuestro propio camino. Este estado pecaminoso nos había separado de Él y puesto bajo su ira (Ro 2.5-8). Toda la humanidad era culpable delante de Dios (Ro 3.23), pero cuando pusimos la fe en Jesús como Salvador, fuimos limpiados por su sangre (Lv 17.11; He 9.14). Él nos llevó de un estado de culpabilidad y de separación de Dios, a uno de perdón y aceptación por el Padre. Nuestra culpa fue quitada, y la justicia de Cristo fue acreditada a nuestro favor (Ro 5.17). Aunque es posible que tengamos que sufrir las consecuencias de nuestro proceder, ya no somos culpables delante de Dios.
Si permitimos que la culpa por los hechos del pasado se mantenga, tendremos una mente dividida y enfocada en el pasado. Algunos podrían dudar del amor de Dios y preguntarse: ¿Cómo puede Él amar a alguien como yo? Otros pueden sentirse indignos de ser sus hijos, y por ende alejarse de Él. Los sentimientos de culpa pueden agobiarnos, agotar nuestras energías, y quitarnos el entusiasmo por el futuro.
Todos hemos cometido errores que lamentamos. Pero tenemos un Padre celestial que ha perdonado del todo nuestros pecados y quitado la culpa por medio de su Hijo Jesucristo. Si usted sigue luchando con sentimientos de culpa, medite en lo que se logró en la cruz, y deje que la verdad de Dios le haga libre.