El partido de fútbol terminó con una diferencia de cuatro puntos sobre su contendor y visitante en Sao Pablo. Desde las afueras del estadio se escuchaban los vítores, y el rostro de los primeros aficionados, reflejaba la satisfacción por la victoria deportiva. Una jornada más, en criterio de los comentaristas de radio.
El verdadero caos se desencadenó cuando, minutos después, decenas de hinchas decidieron celebrar agrediendo transeúntes y saqueando los almacenes próximos al escenario futbolístico. Sustrajeron electrodomésticos, ropa, alimentos, útiles de papelería y elementos de aseo de todos los establecimientos. Rompieron infinidad de cristales y dejaron sin alumbrado público buena parte de la zona céntrica de la ciudad.
Pero al hecho se sumó uno más: las autoridades aparecieron en el lugar media hora después para encontrar escenas desoladoras. Parecía como si una enorme explosión hubiese destruido todo alrededor. Trataron de intervenir. Fue imposible. Arremetieron pero recibieron como respuesta, una gigantesca lluvia de piedras, botellas y trozos de madera.
Dos horas después tres oficiales y cinco agentes fueron hallados por sus compañeros que iban a reforzarles. Les encontraron amarrados junto a postes de energía... El mal había vencido al bien.
En cierta ocasión el Señor Jesús se refirió a sus seguidores como la sal y la luz del mundo. Con pocas palabras y aludiendo a una parábola sencilla, enfatizó sobre la importancia de su testimonio y desenvolvimiento en la sociedad. Eran los llamados a marcar la diferencia.
Aún cuando parezca que nadamos contra la corriente, los discípulos de Cristo estamos llamados a ser diferentes. El mundo no nos aceptará justo porque no hacemos lo que ellos esperan que hagamos: obrar la maldad.
La historia de los guardas del orden en poder de delincuentes que les maniataron, es real y ejemplifica lo que puede ocurrir si usted como cristiano deja de lado su autoridad, que proviene del Hijo de Dios, y se deja arrastrar por la mundanalidad. El apóstol Pablo escribió a los creyentes de Roma: "No te dejes vencer por el mal; al contrario, vence el mal con el bien" (Romanos 12:21. Nueva Versión Internacional).
Usted es diferente. Debe serlo. No un fanático sino alguien que no se conforma a la "mentalidad de este siglo". ¿Cómo está su testimonio de vida cristiana? Respóndase a este interrogante y comience a aplicar los cambios que requiere en sus pensamientos y actitudes.