“La exposición de tus palabras alumbra; Hace entender a los
simples”
Salmo 119:130

El salmo 119 es el más extenso de toda La Biblia, lo que lo constituye de por sí, en un tesoro de incalculable valor espiritual, tanto por extensión como por contenido. En gran parte de su desarrollo hallamos una encendida exaltación de la Palabra misma de Dios. Con un lenguaje poético y más que metafórico, su autor pone de relieve el carácter revelador que para el corazón humano significa el escuchar la voz de su Creador. Alguien dijo que La Biblia es como el manual del fabricante. Así como los equipos electrónicos y electrodomésticos varios, como por ejemplo, radios, grabadores, videos, etc, vienen de fábrica con su correspondiente manual explicativo para un  correcto uso, del mismo modo, Dios, como el “fabricante” del ser humano, desde las maravillosas páginas de La Biblia, nos enseña sobre el “uso adecuado” que debemos darle a nuestra propia vida. Él, mejor que nadie, sabe que botones apretar y cuales no, para que “funcionemos” de la mejor manera, o en otras palabras, para que vivamos felices. Esto es lo que dice el  salmista: La palabra de Dios alumbra el entendimiento humano, le da una cabal comprensión y sentido de la vida y le marca el rumbo correcto. Siguiendo atentamente el “manual de instrucciones” no hay margen para el error.
Sin embargo, el hombre actual, parece un compendio de fallas y errores por el modo equivocado  en que vive. Al intentar una vida alejado e independizado de su Creador no hace más que apretar las teclas incorrectas, sumergiéndose en un vacío interior que no puede llenar con nada de lo que el mundo le ofrece.

Amigo de las mejores palabras, no se gana nada con llorar sobre la leche derramada. Tenés y podés hacer algo con tu vida. Él único que puede enderezar tu camino es Jesús. Recibilo con fe como Señor y Salvador, volvé tu corazón al que te dio la vida y seguí fielmente todas sus palabras. ¡La felicidad te está esperando a la vuelta de la esquina!