Por tanto, es necesario que con más diligencia atendamos a las cosas que hemos oído, no sea que nos deslicemos” Hebreos 2:1
El libro a los Hebreos fue inspirado por El Espíritu Santo con el propósito de animar a los cristianos a perseverar en la fe y sostenerse de las promesas divinas y así vivir una vida triunfante y victoriosa. Prestemos atención a estas hermosas palabras que acabamos de leer. El escritor exhorta a sus lectores de entonces, y a los de ahora, o sea a nosotros, a poner diligencia, esto es premura, en atender a lo que Las Sagradas Escrituras nos dicen y enseñan. El tono de sus palabras es enérgico y decidido. No nos presenta esto como una mera sugerencia o consejo liviano. No nos habla desganadamente, como si sus palabras fueran unas más de las tantas que podemos escuchar a lo largo de nuestra vida. De ninguna manera, sino que está hablando de algo vital para los destinatarios de la epístola. Las cosas que hemos oído, según sus propias palabras, son las que hoy día encontramos solo en La Biblia. Y nos dice más: No solo escuchen, sino atiendan, y no solo esto, sino además y por sobre todo, hagan lo que Dios les manda. Haciendo esto, continúa el escritor, evitaremos el peligro de deslizarnos, o, en otras palabras, no correremos el riesgo de ir cayendo tan lentamente que ni aún nosotros notemos nuestra propia caída hacia la decadencia y el fracaso. A modo de resumen de lo leído podemos concluir que Dios, desde su palabra, nos enseña cual es el secreto de la felicidad. Nos instruye sobre como debemos vivir la vida. Cuales deben ser nuestras prioridades, que cosas que hasta ayer nos parecían importantes carecen de valor ante sus ojos, razón por la cual debemos dejarlas de lado como cosas totalmente superficiales.
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