¿Hoy te levantaste sin fuerzas para seguir? ¿Hoy te levantaste y sientes que tu cuerpo ya no aguanta más? ¿Hoy te levantaste y piensas que ya no hay por qué seguir adelante? ¿Hoy te levantaste creyendo que Dios no está obrando? ¿Hoy te levantaste con la plena convicción de que las cosas no cambiarán? Esto es para ti, Dios te ha escuchado.
Muchas veces en nuestro camino estrecho tenemos que llevar cargas que aparentemente son muy pesadas, cargas que fatigan nuestras fuerzas y que exige colocarnos casi de rodillas para poderlas sobrellevar, cargas que agobian tanto nuestra alma, cargas que se vuelven dunas de arena, arena que ciega nuestros ojos espirituales, arena que no nos deja ver hacia dónde vamos, arena que nos golpea tan fuerte que hace tambalearnos de un lado a otro, arena que se convierte en gigantes insensibles que nos lanzan ventiscas para, a cualquier precio, derrumbarnos y dejarnos postrados allí para siempre, sin ganas de volver a levantarse, sin ganas de seguir luchando, sin ganas de continuar la carrera de la victoria, sin ganas de nada.
Muchas veces tenemos que enfrentar el doble de lo que realmente tenemos, nos paramos frente a lo que osamos enfrentar y nos damos cuenta que no seremos capaces de lograrlo, que en algún momento sucumbiremos frente a ellos y nos damos por vencidos antes de siquiera intentar vencerlos.
Muchos pueden ser los gigantes que tenemos que enfrentar todos los días. ¿Cuáles son los gigantes de tu vida hoy? Y por lo que has venido a Dios buscando una respuesta, ¿Qué es eso a lo cual tienes miedo de enfrentar hoy? ¿Qué es aquello que no has podido vencer en días, meses, quizás años, de lucha incansable? Eso que te está deteniendo, eso que está impidiendo que crezcas, eso que te tiene subyugado; Eso, lo que quiera que sea, tienes que vencerlo hoy.
Este hermoso camino que hemos decidido recorrer es verdaderamente inigualable, inspirador, edificante, y como ningún otro, es un camino de verdad y vida; pero sin importar donde estés, donde te pares o donde comiences, siempre habrán dos bandos; uno que te dice: “¡Si puedes!”, y otro, y el que lamentablemente más fuerte se escucha; el de aquellos que no quieren verte ganar, que no quieren verte con el trofeo de la eterna victoria, aquellos que gritan una y otra vez, incansablemente: “¡No vas a poder!”, “¡No lo vas a lograr!”, “¡No vas a llegar!”, “¡Detente, olvídalo!” estas palabras retumban una y otra vez en tus oídos y hacen que tus ánimos desfallezcan; pero quiero revelarte algo el día de hoy: ¿Quién crees que está en el bando de los que gritan “¡Si puedes!”?, ¡Exacto! Dios está allí, ha estado ahí a tu lado desde el primer momento y ni un segundo te ha dejado sol@; y no solo te está diciendo “¡Si puedes!”, sino que te está gritando al oído, a tu corazón; te está esforzando con las palabras más hermosas que hayas podido escuchar. Pero antes de revelarte esas palabras, quiero hacerte una pregunta: ¿Estás dispuesto a darle lo mejor de lo mejor a Dios?
Ahora sí, las palabras alentadoras del Padre omnipotente, las palabras que Él quiere que te alienten hoy mientras continúas por este camino, son: “¡No te detengas, puedes dar más que eso!”, “¡Avanza, Avanza!”, “¡Tu mejor esfuerzo!”, “¡Tu mejor esfuerzo!”, “¡TU MEJOR ESFUERZO!”, “¡AVANZA!”, “¡NO TE RINDAS!”, “¡SIGUE ADELANTE!”, “¡DAME TODO LO QUE TENGAS!”, “¡NO TE RINDAS, DAME LO MEJOR!”, “¡ENTREGAME EL CORAZÓN!”, “¡PROMETISTE DARME LO MEJOR!”, “¡TU PUEDES!”, “¡NO TE RINDAS, SOLO AVANZA!”, “¡SI PUEDES!”, “¡TU PUEDES!” Y Cuando menos lo esperes, alzarás tu mirada y Dios estará allí para decirte: “¡ARRIBA HIJO MÍO, ESTÁS EN LA META, LA LINEA DE LA VICTORIA!” y dejarás a todos aquellos que no creían que podías lograrlo con la boca abierta, incluyendo al Enemigo.
Pero como si no fuera suficiente, Dios hoy tiene algo grande para ti y quiere revelarte otro hermoso y alentador secreto. Dios te ama tanto y te cuida tanto que dijo en Su Palabra 365 veces, “NO TENGAS MIEDO” y si lo dice tantas veces es porque habla en serio.
Ahora una última pregunta:
¿Te hizo falta algún día?
“Porque el Señor vuestro Dios está con vosotros; él luchará contra vuestros enemigos y os dará la victoria”
Deuteronomio 20:4