“Ensancha el sitio de tu tienda, y las cortinas de tus habitaciones sean extendidas; no seas escasa; alarga tus cuerdas, y refuerza tus estacas: Porque te extenderás a la mano derecha y a la mano izquierda; y tu descendencia heredará naciones, y habitará las ciudades asoladas”
Isaías 54: 2 y 3
En estas palabras maravillosas encontramos promesas de parte de Dios para sus hijos. Son promesas de crecimiento, de desarrollo, de avance. ¡Qué hermosas suenan estas palabras! Y para realzarlas, tengamos en cuenta que Dios las pronuncia en una época en que su pueblo estaba sufriendo estrechez y penurias. Por eso el Señor los alienta , para que no se desanimaran por el duro presente y esperaran confiados el futuro mejor. Porque, coincidirás conmigo, que ver una realidad difícil y rendirse ante ella, dificultan muchísimo la espera de mejores tiempos. Como dice el refranero popular, el que espera desespera. Pero bendito sea Dios, porque todo lo que prometió a sus hijos se cumplió al pie de la letra. La miseria, el quebranto y la amargura quedaron en el pasado y pudieron disfrutar con creces lo prometido. Y cuando Dios promete algo sin dudas que lo cumple.
Amigo de las mejores palabras, en este texto que hemos leído hay un tremendo poder espiritual. Y eso es precisamente lo que diferencia a La Biblia, de cualquier otro libro, porque es la palabra viva de un Dios vivo. Entonces entendemos que lo que Dios prometió en aquel tiempo a sus hijos, promesa totalmente cumplida, también hoy lo promete. Y ante esta invitación ¿Qué te parece si le decís basta a este presente lleno de problemas, y si le permitís a Dios intervenir en tu hogar?¿Qué te parece apropiarte de esas promesas para vos y tu familia? ¿Y si empezás a aferrarte de lo que Dios te promete? Para tener derecho a todas sus bendiciones te invito a hacer la oración de fe. ¡Recibí, ahora mismo, a Jesús como tu Señor y Salvador, y preparate, por más duro que sea tu presente, para un futuro inmensamente feliz!
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