Y hay también otras muchas cosas que hizo Jesús, las cuales si se escribieran una por una, pienso que ni aun en el mundo cabrían los libros que se habrían de escribir. Amén”
Juan 21:25
Las palabras del apóstol Juan tienen el especial significado de alguien que compartió tiempo al lado de Jesús. Él pudo ver con sus propios ojos los milagros que habían sucedido. Como los ciegos recobraban la vista, como los lisiados se incorporaban completamente sanos, como los que estaban encadenados por espíritus inmundos recibían sobrenatural liberación. ¡Si aún muertos había visto resucitar! Tantos y tan maravillosos fueron esos milagros que, como bien señala en el texto antes leído, enumerarlos y citarlos es casi imposible. Enfocar estos milagros como hechos del pasado, si bien es cierto que en el pasado ocurrieron, es riesgoso si se piensa que al ascender Jesús a los cielos se terminaron los hechos sobrenaturales de Dios. La Biblia no es una biografía que nos relata la vida y los hechos de alguien muerto. De ninguna manera. La Biblia es una palabra viva, porque nos comunica los hechos de un Dios que tiene tanta vida como vos y como yo. El Jesús que hizo esos milagros, tras vencer las sombras de la muerte en la cruz, ha resucitado y está sentado a la diestra del trono de Dios y, desde ese lugar de soberanía y poder, interviene a favor de todos aquellos que lo confiesan como Señor y Salvador. Jesús había dicho a sus discípulos que, tras su partida, no los dejaría huérfanos pues vendría El Espíritu Santo para guiarlos. Para seguir con los hechos sobrenaturales que solo Dios puede realizar, ha venido El Espíritu Santo. Es su mano la que hoy día sana todo tipo de enfermedad, libera a los atados por la droga y el alcohol. Él es quien lleva paz a los corazones atormentados, y transforma la mente de quienes piensan en el suicidio como única salida. La obra que ayer hizo Jesucristo hoy la cumple El Espíritu Santo.
Amigo de las mejores palabras, si hoy te sentís en la encrucijada de una vida sin esperanza, si lo que estás necesitando es un milagro, abrí tu corazón a Jesucristo y pedile que te llene con el Espíritu Santo. ¡Serás la persona más feliz del mundo!
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