“Entonces sobrevino de repente un gran terremoto, de tal manera que los cimientos de la cárcel se sacudían; y al instante se abrieron todas las puertas, y las cadenas de todos se soltaron”
Hechos 16:26
Cuando Pablo y Silas cayeron presos en la cárcel de Filipos, por predicar el evangelio, se comportaron de una manera poco usual para un preso. Lejos de lamentarse por su desgracia, o de quejarse con amargura por su situación, decidieron que alabar al Señor cantando himnos era la mejor manera de dar testimonio que eran hijos de Dios y que en su poder confiaban. Cantaban en voz bien alta. Tan alta que toda la prisión los oía. La respuesta a esa fe no se tardó. Dios mandó un terremoto que abrió las puertas de todos los presos.
La lucha diaria de vivir es muy parecida a una cárcel. Problemas, dificultades de todo tipo pueden ser hoy las cadenas que atan a las personas.
Amigo lector ¿Cuál es tu reacción ante las pruebas? ¿Sos como los apóstoles? ¿Cantás tus alabanzas al cielo aunque la prisión se hace difícil; glorificás a Jesús esperando confiado su respuesta? Cuanto más alto eleves tu oración más cercana estará tu bendición. Si, en cambio, sos de los que habla el continuo lenguaje de la queja y el lamento, te animo a que cambies de actitud y le demuestres a Jesús que en su poder esperás.
Iglesia Nueva Vida | Av. Cabildo 3546
Pastor Edgardo Eliseiry