Y si mal os parece servir a Jehová, escogeos hoy a quien sirváis; si a los dioses a quienes sirvieron vuestros padres, cuando estuvieron al otro lado del río, o a los dioses de los amorreos en cuya tierra habitáis; pero yo y mi casa serviremos a Jehová”
Josué 24:15
Estas fueron las palabras que un anciano Josué pronunció ante aquel pueblo que había liderado durante tanto tiempo. No solo había ejercido su liderazgo con valentía y coraje sino que había sido un ejemplo de obediencia a los mandatos de Dios. Y ese precisamente fue el secreto de su exitosa carrera: Hacerle caso a Dios.
Muchas veces el paso de los años va dejando huellas en el corazón humano. Las experiencias de la vida se acumulan y llegan a constituir una pesada carga. Personas que se mantuvieron firmes en sus ideas sucumben al peso y al paso de los años. Y de aquellos ideales poco y nada queda. Pero no fue ese el caso e Josué. El llegar a viejo no le borró la memoria. Él, lejos de olvidarse de Dios, declaró con voz y firme y decidida que, más allá de lo que el pueblo decidiera, toda su casa seguiría sirviendo fielmente al Señor. ¡Qué hermosa lección de fidelidad!
Vivimos en una época en que la palabra fidelidad es un bien bastante escaso. El juramento de ayer es borrado por la traición de hoy, los pactos y los convenios son llevados de aquí para allá por los vientos del oportunismo y la conveniencia. Se tejen y destejen alianzas con una facilidad asombrosa. ¿Porqué no volver a las fuentes, porqué no hacer un pacto con Dios?
Amigo de las mejores palabras, Dios ya dio el primer paso al entregar a su Hijo Jesucristo para que muriera por todos nosotros en la cruz del calvario. Y ahora solo espera que vos y yo, aceptemos la propuesta de ese pacto. Al recibir a Jesús como tu salvador personal comenzarás una vida totalmente nueva y feliz. ¡Dejarás atrás tu pasado y mirarás con esperanza el mañana!
Bendiciones grupo