El Evangelio DE Hoy DOMINGO 31 DE Marzo DE 2013.
Domingo de Pascua de la Resurrección del Señor
¡Bienvenidos. Hermanos y hermanas en Cristo Jesús!
“El Señor este con Uds.”.Nos hemos reunido para leer la Palabra y alimentarnos de Cristo Resucitado que fortalece nuestra vida y nos compromete a vivir y a llevar una vida Espiritual llena de amor y paz.
Con alegría leamos la palabra.
Habla Señor, qué tu siervo escucha”.
Señor, creo en las Sagradas Escrituras que voy a leer,se que contiene Tu Santa Palabra.Haz que la escuche con todo respeto y amor.Ilumina mi mente para que por medio de ella yo conozca Tu Santa voluntad, y mueve mi corazón para que yo cumpla con fidelidad lo que Tú quieres de mí.Espíritu Santo, ilumina con Tu luz mi cabeza y enciende mi corazón para que la palabra de Dios pueda entrar y quedarse siempre en mí, para conocer por medio de Tu Palabra, Tu Divina voluntad, lo que puedo y debo lo, que debo y puedo modificar,y que no depende de mi cambiar, como debo conducirme en los acontecimientos de la vida.Señor, aquí tienes mi corazón abierto, dispuesto a Escuchar Tu Palabra con corazón sencillo y con la voluntad decidida para obedecerle...En TI esta la Luz y la salvación.Amen, y Amen
Primera Lectura.
Hechos de los Apóstoles 10, 34-43 *Hemos comido y bebido con él después de su resurrección.*
En aquellos días, Pedro tomó la palabra y dijo: "Conocéis lo que sucedió en el país de los judíos, cuando Juan predicaba el bautismo, aunque la cosa empezó en Galilea. Me refiero a Jesús de Natzaret, ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo, que pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo; porque Dios estaba con él. Nosotros somos testigos de todo lo que hizo en Judea y en Jerusalén. Lo mataron colgándolo de un madero. Pero Dios lo resucitó al tercer día y nos lo hizo ver, no ha todo el pueblo, sino a los testigos que él había designado: a nosotros, que hemos comido y bebido con él después de su resurrección. Nos encargó predicar al pueblo, dando solemne testimonio de que Dios lo ha nombrado juez de vivos y muertos. El testimonio de los profetas es unánime: que los que creen en él reciben, por su nombre, el perdón de los pecados". Palabra de Dios.
Meditación
San Lucas –autor del libro de los Hechos de los Apóstoles según la tradición- pone en boca de Pedro un resumen de la obra de Dios realizada en Jesús y continuada por los apóstoles. La Resurrección del Señor aparece así, no como un hecho aislado en la vida de Jesús o de sus discípulos, sino como el centro del proyecto de Dios en favor nuestro. La Resurrección es el momento de la ratificación de este proyecto de Dios que, en apariencia, había fracasado con la muerte de Jesús.
El acontecimiento de la Resurrección hace comprensible la vida y obra de Jesús para los discípulos y los convierte en apóstoles, testigos, predicadores. Es el acontecimiento de la Resurrección el que cambia la vida, el que permite ver el mundo de otra manera, el que exigió de los discípulos, y exige de cada uno de nosotros, un nuevo posicionamiento existencial. La resurrección vuelve a unificar a los discípulos en torno al maestro y les da argumentos para dar fuerza al testimonio: hemos comido y bebido con él después de que resucitó de entre los muertos. El acontecimiento de la Resurrección transforma a los discípulos de judíos temerosos, en testigos ante el pueblo de la obra de Dios en Jesús, y del perdón de los pecados para cuantos crean en Él.
Salmo:117
*Este es el día en que actuó el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo.*
Dad gracias al Señor, porque es bueno, porque es eterna su misericordia. Diga la casa de Israel: Eterna es su misericordia. La diestra del Señor es poderosa, la diestra del Señor es excelsa. No he de morir, viviré para contar las hazañas del Señor. La piedra que desecharon los arquitectos, es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente.
Segunda lectura
Colosenses 3, 1-4 *Buscad los bienes de allá arriba, donde está Cristo*
Hermanos: Ya que habéis resucitado con Cristo, buscad los bienes de allá arriba, donde está Cristo, sentado a la derecha de Dios; aspirad a los bienes de arriba, no a los de la tierra. Porque habéis muerto, y nuestra vida está con Cristo escondida en Dios. Cuando aparezca Cristo, vida nuestra, entonces también vosotros apareceréis, juntamente con él, en gloria. Palabra de Dios.
Meditación
En la Carta a los Colosenses —una de las llamadas «cartas de la cautividad»—, la reflexión de Pablo, que parte como siempre del acontecimiento pascual, llega a captar las dimensiones cósmicas del misterio de Cristo, denominado con algunos atributos fundamentales. Es creador junto con el Padre , primogénito de la creación y nuevo Adán , cabeza del cuerpo que es la Iglesia y redentor del mundo. El cristiano, por medio del bautismo, que le hace partícipe de la muerte y resurrección del Señor, mediante una vida de fe que lleva a su pleno desarrollo el germen bautismal, se convierte en miembro vivo de Cristo. Esto trae consigo no sólo el compromiso de renunciar al pecado para caminar en una vida nueva, sino también una orientación resuelta a las realidades celestes, sostenida por la conciencia de nuestra propia identidad de hijos de Dios, peregrinos a la ciudad eterna, hacia la que, por una parte, tiende, mientras que, por otra —en Cristo resucitado—, se encuentra ya. De ahí la necesidad de elegir bien y de buscar «las cosas de arriba», de acuerdo con una vida resucitada, celeste. De ahí procede asimismo la invitación a prescindir de todo lo que vuelve la vida demasiado exterior y vacua (3,3). El cristiano ha muerto «a las cosas de la tierra» y vive escondido en Aquel que vive. Cuando Cristo se manifieste en la gloria, entonces se revelará también, a los ojos de todos, la belleza espiritual de aquellos que, actuando por la fe en adhesión a Cristo en la vida diaria, han encontrado en él la unidad y la plenitud
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Santo Evangelio:
Juan 20, 1-9 *El había de resucitar de entre los muertos*
El primer día de la semana, María Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro. Echó a correr y fue donde estaba Simón Pedro y el otro discípulo a quien quería Jesús, y le dijo: "Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto." Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; y, asomándose, vio las vendas en el suelo; pero no entró. Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro. Vio las vendas en el suelo y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no por el suelo con las vendas, sino enrollado en un sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó. Pues hasta entonces no había entendido la Escritura: que él había de resucitar de entre los muertos. Palabra del Señor
Reflexión
El evangelio de Juan nos habla hoy precisamente de ese conjunto de dificultades que nublan el entendimiento humano y lo hacen incapaz de comprender las verdades de la fe. Los discípulas y discípulos no deben ir a buscar al Maestro al sepulcro. El lugar de Jesús de Nazaret ya no está entre los muertos, sino en la presencia de Dios desde donde anima a la comunidad a continuar su misión. María Magdalena comprende perfectamente este acontecimiento y, en lo profundo de su corazón, experimenta una alegría desbordante cuando descubre que el lugar para buscar a su Señor ya no es el cementerio. Pedro y el otro discípulo corren alertados por la voz de la Magdalena. Pero, sólo el otro discípulo comprende el significado de la ausencia de Jesús. Pedro examina la tumba y las vendas, pero su entendimiento aún está atado a sus temores. El evangelio concluye con la frase: «hasta entonces no habían comprendido la Escritura», para mostrarnos cómo la comunidad de creyentes debió recorrer un largo camino antes de comprender el significado y el alcance histórico de la resurrección de Jesús. Mientras ellos y ellas aún lloraban de dolor por la ausencia del Maestro, él ya estaba animando la vida de la comunidad en la eucaristía, en la vida comunitaria y en la solidaridad con los más pobres. El texto nos invita a hacer un camino de fe que nos haga comprender el significado de la resurrección de Jesús para nuestras vidas. No basta con correr de un lado para otro buscando al Señor sin comprender lo que su resurrección significa. Es necesario aprender a descubrir en los signos de muerte el germen de la vida. Allí donde el discípulo desprevenido experimenta el vacío de la tumba, el ‘otro discípulo’, el que ama entrañablemente al Señor, descubre la manifestación más profunda del Dios de la vida.
Hoy, hermanos, ¿cuál es el testimonio de la alegría que colma vuestro corazón por el amor de Cristo? Si alguna vez habéis experimentado el amor a Jesús, vivo o muerto, resucitado: hoy cuando los mensajeros proclaman su resurrección en la Iglesia, vuestro corazón exulta y exclama: «Me han traído esta buena noticia: Jesús, mi Dios, vive. Al escuchar estas palabras, mi corazón que estaba hundido en la pena y en el desánimo, languideciendo de tibieza y cobardía, ha recobrado ánimo.» Hoy, la suave música de este gozoso mensaje reanima a los pecadores que estaban hundidos en la muerte. Sin este mensaje no habría más salida que desesperar y enterrar en el olvido a aquellos que Jesús, saliendo de los infiernos, habría dejado en el abismo. Comprobarás que tu espíritu ha recobrado la vida en Cristo, si dices: «Si Jesús vive, esto me basta. Si él vive, yo vivo en él, mi vida depende de él. El es mi vida, él es mi todo. ¿qué me puede faltar si Jesús vive? Mejor aún: que todo lo demás me falte, no me importa, si sé que Jesús vive.»
Nosotros, resucitados con Cristo mediante el Bautismo, debemos seguirlo ahora fielmente con una vida santa, caminando hacia la Pascua eterna, sostenidos por la certeza de que las dificultades, las luchas, las pruebas y los sufrimientos de nuestra existencia, incluida la muerte, ya no podrán separarnos de él y de su amor. Su resurrección ha creado un puente entre el mundo y la vida eterna, por el que todo hombre y toda mujer pueden pasar para llegar a la verdadera meta de nuestra peregrinación terrena. “He resucitado y estoy siempre contigo”. Esta afirmación de Jesús se realiza sobre todo en la Eucaristía; en toda celebración eucarística la Iglesia, y cada uno de sus miembros, experimentan su presencia viva y se benefician de toda la riqueza de su amor. En el sacramento de la Eucaristía está presente el Señor resucitado y, lleno de misericordia, nos purifica de nuestras culpas; nos alimenta espiritualmente y nos infunde vigor para afrontar las duras pruebas de la existencia y para luchar contra el pecado y el mal. Él es el apoyo seguro de nuestra peregrinación hacia la morada eterna del cielo
Señor Jesús, por tu resurrección sé que estoy llamado a resucitar, para eso es la vida, para eso he sido creado. Te suplico que seas Tú la luz en mi camino y, en este momento de oración, ayuda a mis sentidos para que sepan recogerse en el silencio interior y exterior, para poder aspirar a contemplar tu gloriosa resurrección. Quiero darte gracias Señor ,porque tu vida da sentido a mi vida y has logrado renovar mi existencia.Esta alegría que hoy comparto con mis hermanos ,por Tu resurreccion,es un sentimiento que no quiero que se acabe; por el contrario, ahora que iré a descansar continua realizando Tu obra en mi ,para que mañana ,como los discípulos ,pueda ir a donde mis familiares, amigos y compañeros de trabajo,a contarles que estas vivo y vives también por ellos ..“Señor Jesucristo, te necesito. Te abro la puerta de mi vida y te recibo como mi Señor y Salvador. Gracias por perdonar mis pecados. Toma el control del trono de mi vida. Hazme la clase de persona que quieres que sea.” Padre lleno de amor, tú que te complaces en la misericordia y no te dejas ganar en generosidad y compasión, perdona siempre nuestras faltas y todo aquello con lo que herimos a tus hijos alejándonos así de tu casa y de tu mesa, así, con la luz de tu Espíritu Santo reconoceremos que tu amor es más grande que nuestras faltas y volveremos a ti con un corazón contrito y humillado. Gloria y alabanza a ti, Señor. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Por Jesucristo nuestro Señor.Amen,y Amen .
GRACIAS SEÑOR POR ESCUCHARNOS
Hermes Sarmiento G.
De Colombia
Cristiano católico
* Te agradecería compartieras con tus amistades este mensaje. Con el mayor de mis respetos.
Saludos, Dios los Bendiga. *
GRACIAS POR TU AMISTAD, FELIZ DIA.
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