Los hombres nos caracterizamos por ser el sexo fuerte, aunque muchas veces caemos por debilidad. Un día, mi hermana lloraba en su habitación. Con mucha nostalgia, observé que mi padre se le acercó y le preguntó el motivo de su tristeza.
Los escuché hablando por horas, pero hubo una frase tan especial que dijo mi padre esa tarde, que hasta el día de hoy la recuerdo cada mañana y me llena de fuerza.
Mi padre acariciándole el rostro, le dijo:
"Hija mía, enamórate de un Gran Hombre y no volverás a llorar".
Me pregunté tantas veces, cuál era la fórmula exacta para llegar a ser ese gran hombre y no dejarme vencer por las pequeñeces.
Con el paso de los años descubrí que si tan sólo todos los hombres lucháramos por ser grandes de espíritu, grandes de alma y grandes de corazón
¡El mundo sería completamente distinto!
Aprendí que un Gran Hombre... no es aquel que compra todo lo que desea, pues somos tantos que hemos comprado con regalos el cariño y el respeto de quienes nos rodean.
UN GRAN HOMBRE ES EL QUE VALORA A UNA GRAN MUJER