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De: Tatisverde (Mensaje original) |
Enviado: 02/10/2009 13:10 |
Al dirigir mis pensamientos a Dios, mi vida se convierte en una oración.
Oración
No necesito alejarme a la cima de una montaña o enclaustrarme en un lugar sagrado para pasar tiempo en oración. Sólo necesito dirigir mis pensamientos a mi interior y abrir mi mente y corazón a Dios. De esta manera, convierto cualquier cosa que haga en una oración.
Al preparar una comida, siento agradecimiento por cada alimento y al limpiar la casa doy gracias por el refugio que ésta me proporciona.
Durante mi día de trabajo decido ser un instrumento del bien de Dios en el mundo. Mientras más dirijo mis pensamientos a Dios, más mi vida se convierte en una oración.
“Estad siempre gozosos. Orad sin cesar. Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús.”—Tesalonicenses 5:16-18
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Hay un solo poder en mi vida y en el universo, Dios el bien.
Un poder
Comienzo mi día declarando: “Hay un solo poder en mi vida y en el universo, Dios el bien”. Esta afirmación me ayuda a mantener mi enfoque en Dios.
Quizás haya momentos en que las personas o las condiciones parezcan tener poder sobre mí. Mas recuerdo que ellas sólo tienen el poder que yo les dé. De modo que dejo ir cualquier creencia en que alguien o algo puede quitarme mi bien y recuerdo mi afirmación matutina. Hay un solo poder en mi vida y en las vidas de las personas a mi alrededor: Dios.
Con la atención centrada en el poder divino, puedo estar en paz. Si he de tomar alguna acción para restaurar mi salud, prosperidad o armonía, muestro receptividad a la guía y sabiduría del Único Poder.
“Ninguno puede servir a dos señores.”—Mateo 6:24
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El amor hace sentir a mi corazón en casa.
En casa
Si el viaje de la vida requiere que me mude a otro sitio, me consuela saber que Dios siempre está conmigo y en mí. Aunque eche de menos lo familiar, estoy feliz de poder hacer nuevas amistades y explorar nuevos alrededores.
Dondequiera que vaya, me siento en casa al compartir el amor que guardo en mi corazón. Soy motivado a buscar lo mejor en cada persona y situación.
Todas las cosas trabajan juntas para mi mayor bien. Aunque esté lejos de mi antiguo hogar, descanso y afirmo que todo está bien aquí y ahora. No importa dónde el cambio de residencia me lleve, mi hogar yace en mi corazón.
“¡Bienaventurados los que habitan en tu Casa;perpetuamente te alabarán!”—Salmo 84:4
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Confío en que la sabiduría infinita de Dios me guía.
Guía
Quizás no me sienta seguro de qué hacer o qué camino tomar en una situación en particular. En momentos como éstos, oro y abro mi corazón al espíritu de Dios. En oración, descanso, dejo ir y confío. Dejo los detalles —el cómo y el cuándo— a Dios. Enfoco mi atención en el aquí y el ahora y afirmo: “Esto o algo mejor, Dios.” Mi tarea es confiar en que el Espíritu en mí me ha de guiar. Al hacerlo, siento paz. Mi corazón y mente son fortalecidos.
Confío en Dios y sé que el resultado será algo mejor de lo que pude haber imaginado para mí o para mis seres queridos. En lo profundo de mi corazón sé que, verdaderamente, todo está bien.
“Dios es el que me ciñe de fuerza, quien despeja mi camino.”—2 Samuel 22:33
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El deseo de mi corazón es conocer a Dios.
Deseo de mi corazón
A veces, quizás sienta el deseo de comprar algo lujoso o de disfrutar de un postre suculento. Pero sé que mi vida es más que tratar de encontrar gratificación instantánea. Mi mayor deseo es experimentar más completamente a Dios.
No me preocupo por los antojos ocasionales porque sé que comprender el deseo de mi corazón es más importante. En mis relaciones personales deseo encontrar un vínculo genuino y significativo con los demás. Para mi cuerpo y mente, valoro la fortaleza, energía y buena salud.
Dios en mí conoce el verdadero deseo de mi corazón y lo que necesito para la satisfacción de mi alma.
“Antes que clamen, yo responderé; mientras aún estén hablando, yo habré oído.”—Isaías 65:24
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Gracias al Cristo en mí, llevo una vida significativa y satisfactoria.
Esencia divina
El Cristo, la esencia divina en mí, es mi guía para vivir de manera espiritual. Una maestra de Unity escribió: “Seguir el Cristo es seguir la guía divina interna, la inspiración del Espíritu que viene a nosotros cuando oramos, los instintos divinos de amor, compasión y comprensión”.
Bien sea en un tiempo establecido para orar o en un rato de descanso, soy elevado a la luz del potencial divino donde recibo guía. Me vinculo conscientemente con el Cristo y me preparo para encontrar mi bien, para tener éxito en mis empresas. Consciente de que Cristo en mí es mi esperanza de gloria, llevo una vida significativa y satisfactoria.
“A ellos, Dios quiso dar a conocer las riquezas de la gloria de este misterio entre los gentiles, que es Cristo en vosotros, esperanza de gloria.”—Colosenses 1:27
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Confío en Dios.
Orden divino
Puede que haya ocasiones en mi vida o en las vidas de mis seres queridos cuando los acontecimientos no parezcan tener sentido. La pérdida de un trabajo, el diagnóstico de una enfermedad grave u otra situación retadora pueden tentarme a exclamar: “¿Por qué, Dios?”
Mas, en cada instancia, Dios ya ha establecido el plan divino que me ayudará a superar cualquier reto que pueda enfrentar.
Mi misión es simplemente buscar el bien que yace en el corazón de cada adversidad. Dios conoce cuál es la oportunidad correcta para mí en lo que se refiere a empleo, relaciones personales, salud y más. Mi vida está al cuidado de Dios y confío en el orden divino.
“Oyó Jesús que lo habían expulsado y, hallándolo, le dijo: '¿Crees tú en el Hijo de Dios?' … Y él dijo: 'Creo, Señor.'—Juan 9:35, 38
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Doy gracias por los regalos de Dios.
Bendiciones
La gratitud tiene el poder de elevar mis pensamientos y de renovar mi fe en Dios como mi fuente ilimitada de bien. Cuando los discípulos estaban preocupados porque no había suficiente comida para dar a la multitud hambrienta, Jesús tomó lo que había y lo bendijo. Dando gracias a Dios lo multiplicó. ¡Y hasta sobró alimento!
Considero a cada aliento como un regalo, así como también lo es la belleza del cielo y los rostros de quienes amo. Doy gracias por todo lo que sostiene mi ser físico, incluyendo agua limpia, refugio y alimento. Siento gratitud por las oportunidades de dar y recibir amor y de profundizar mi vínculo con Dios.
“Tomando los cinco panes y los dos peces, y levantando los ojos al cielo, bendijo, y partió y dio los panes a los discípulos, y los discípulos a la multitud.”—Mateo 14:19
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En nuestra unidad de espíritu, compartimos amor, sabiduría y comprensión.
Unidad
En el reino vegetal, las plantas se conectan con otros miembros de su especie por medio de un sistema complejo de raíces. Juntas, forman una comunidad en la cual cada una favorece a la otra y prosperan.
Pienso en mi familia humana como una comunidad interconectada en lo externo y en lo interno, la cual tiene sus raíces en el espíritu de Dios. En la omnipresencia divina todos somos uno y nos apoyamos en un mismo sentir. Somos bendecidos al compartir nuestro amor, sabiduría, comprensión y consideración.
Como una comunidad mundial, nos unimos para tomar acción y crear un mundo en el cual todos podemos vivir en paz y amor.
“En fin, sed todos de un mismo sentir, compasivos, amándoos fraternalmente, misericordiosos, amigables.”—1 Pedro 3:8
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Avanzo con gracia a través de la vida a medida que la presencia crística me guía.
Gracia
La frase conocida “nadie es perfecto” puede ayudarme a aceptar un error humano. Mas, en Verdad, por medio de la gracia, la frase correcta es “¡Todo el mundo es perfecto!” Existe una parte en toda creación que es perfecta —la presencia crística interna. Este aspecto divino está siempre presente. Antes de cualquier actividad o decisión, especialmente si no me siento capaz de llevarla a cabo, me dirijo a mi interior e invoco mi fortaleza y perfección divinas.
El poder y la presencia del Cristo morador siempre están disponibles para ayudarme a proseguir con éxito en la vida. Aunque a veces parezca que “nadie es perfecto”, todo es perfecto en la gracia de Dios.
“Pero a cada uno de nosotros fue dada la gracia conforme a la medida del don de Cristo.”—Efesios 4:7
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Dios es mi ayuda en toda necesidad.
Una manera
En La oración de fe, Hannah More Kohaus comienza: “Dios satisface mi necesidad. Sacia mis hambres Su inmensa piedad; conmigo anda y es mi guía cada minuto de este día”.
Con Dios, siempre hay una manera para enfrentar los retos de la vida, para sobreponerse a lo que parecen ser circunstancias limitantes. Siempre hay una manera de restaurar la salud y la paz mental, de sentir gozo y aumentar la comprensión espiritual. Dios es una presencia amorosa que todo lo provee y es un principio inmutable de Verdad y amor.
Dios hace surgir el bien en cada situación. Me dirijo a Dios en oración con fe y expectativa, consciente de que hay una manera de pasar de la sombra a la luz. Dios, te escucho. Dios, permaneceré por siempre en ti. ¡Tú eres mi ayuda en toda necesidad!
“Pues nada hay imposible para Dios.”—Lucas 1:37
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Soy amor en acción.
Contribución
El amor de Dios se expresa por medio de mí para bendecir a los demás. Reconozco que las personas con quienes trato son creaciones de Dios. Busco oportunidades para ayudar, apreciar y contribuir.
Doy de corazón. Saludo con una sonrisa, llamo o envío un correo electrónico a un ser querido u ofrezco mi ayuda a alguien que lo necesite.
Paso por alto cualquier expresión externa de quienes parecen ser poco amistosos y reconozco su esencia verdadera. Envío una bendición silenciosa a todos aquellos con quienes me encuentre o en quienes piense hoy: Veo el Cristo en ti. Te visualizo disfrutando de salud, felicidad, prosperidad y paz.
“Amados, amémonos unos a otros, porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama es nacido de Dios y conoce a Dios.”—1 Juan 4:7
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Soy un centro radiante de paz.
Paz interna
El calor emana del centro del sol; desde su centro éste irradia energía y calor. Cuando dirijo mi rostro al sol, siento el poder que es liberado desde sus profundidades, beneficiándome y sustentando al planeta Tierra.
En lo profundo de mi ser, la luz divina irradia amor y energía a mi mente, cuerpo y espíritu. Expresiones amorosas emanan de lo profundo de mi ser, de mi naturaleza crística, para beneficiar a los demás.
Tengo en mí todo lo que necesito para irradiar amor. Las actitudes serenas externas comienzan con la paz interna. Me centro en la luz crística y cada pensamiento que tengo y cada palabra que digo están bañadas de paz.
“Otra vez Jesús les habló, diciendo: 'Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.'”—Juan 8:12
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Vivo en armonía con todas las expresiones de vida.
Armonía
Mi intención para el día de hoy es notar y apreciar la armonía en sus muchas formas. La percibo en la música, la observo en la combinación de muebles y colores en una habitación y la reconozco en el acuerdo mutuo en la hora y el lugar acordados para encontrarme con un amigo.
Valoro el hecho de que soy una parte importante y contribuyente en la armonía en toda vida. Soy un ser único y esencial en la familia humana, así como también lo es cada individuo y toda expresión de vida.
Al respetar nuestras diferencias, enaltecemos colectivamente el todo. Con gratitud por la vida en todas sus formas infinitas, vivo en sociedad y armonía con la creación de Dios.
“Y el Dios de la paciencia y de la consolación os dé entre vosotros un mismo sentir."—Romanos 15:5
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El poder divino me llena de gozo hoy.
Gozo
Como las aves en el cielo o las olas en el mar, puedo lograr nuevas alturas gracias al poder divino que yace en mí. Al orar y llevar a cabo mis actividades, Dios me llena de gozo. Así como la energía mueve las olas y el viento eleva las aves, el gozo irradia en mí dándome aliento y entusiasmo por la vida.
Encuentro alegría en las cosas sencillas, como pasar tiempo con un amigo o disfrutar de la belleza de la naturaleza. Estoy consciente de todos mis momentos de dicha y los guardo como un tesoro. El gozo da forma a mis pensamientos y fluye en mis conversaciones y acciones. Siento el gozo como la verdad de mi ser y la energía divina en mi vida.
“Porque has sido mi socorro y así en la sombra de tus alas me regocijaré.”—Salmo 63:7
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