No busquéis entre los muertos al que vive: Cristo ha resucitado
29. Cristo ha resucitado, Cristo es el Señor. Las reacciones primarias ante el acontecimiento son de asombro, sorpresa, duda, incredulidad
(Lc 24, 11.12.16.21.37.41; Hch 2, 13.15).
Pero por encima de todos estos sentimientos se impone una convicción más fuerte: "¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí. Ha resucitado"
(Lc 24, 5-6).
Jesús es el Señor
30. San Pablo dice: "Os recuerdo ahora, hermanos, el Evangelio que os proclamé y que vosotros aceptasteis, y en el que estáis fundados... Porque lo primero que yo os transmití, tal como lo había recibido, fue ésto: que Cristo murió por nuestros pecados, según, las Escrituras..., que se le apareció a Cefas y más tarde a los Doce"
(1 Co 15, 1-5 10, 9; Le 24, 34).
Esta predicación es hecha por los Apóstoles no sólo como notificación de un hecho histórico, sino sobre todo como proclamación del acontecimiento salvador de Dios en favor de los hombres. Este Jesús, que por nosotros murió y que ha resucitado, es reconocido como Señor. El día de Pentecostés decía San Pedro: "Dios resucitó a este Jesús y todos nosotros somos testigos... Por lo tanto, todo Israel esté cierto de que al mismo Jesús, a quien vosotros crucificásteis, Dios lo ha constituido Señor y Mesías"
(Hch 2, 32.36).
Según el testimonio de los Apóstoles, los acontecimientos posteriores a la Pascua manifiestan a Jesús como Señor de la historia, esto es, como Dios. Los Apóstoles proclaman acerca de Jesús de Nazaret lo que los judíos proclamaban de Dios: es el Señor
(. Jn 21, 7).
"Habiendo sido muerto, he aquí que vivo para siempre"
31. El Apocalipsis de San Juan pone en labios de Jesús resucitado estas palabras: "Yo soy el Alfa y la Omega, el Primero y el Ultimo, el Principio y el Fin"
(Ap 22, 13; 1, 8; 21, 6).
"Al verla —dice el autor—, caí a sus pies como muerto. El puso la mano derecha sobre mí y dijo: No temas: Yo soy el Primero y el Ultimo, yo soy el que vive. Estaba muerto, y ya ves, vivo por los siglos de los siglos"
(Ap 1, 17-18).
Cristo es el Señor de los que viven y de los que mueren: "Para esto murió y resucitó Cristo: para ser Señor de vivos y muertos"
(Rm 14, 9).
Nos-otros somos, pues, contemporáneos de Cristo. En adelante, vivir para Dios es vivir para Cristo: "ninguno de nosotros vive para sí mismo y ninguno muere para sí mismo. Si vivimos, vivimos para el Señor; si morimos, morimos para el Señor"
(Rm 14, 7-8).
Unidos por la fe a Cristo resucitado, los primeros discípulos dieron testimonio de que Jesús vive.
¿No reconocéis que Cristo está en vosotros?
32. Cristo ha resucitado, Cristo es el Señor. Nosotros podemos reconocer, por la fe, en nuestra propia vida el "señorío", el dominio, el poder de Jesús Resucitado, como los primitivos creyentes, como los creyentes de nuestro tiempo. Es el Señor y lo manifiesta. Puedes ser testigo tú mismo. A cualquiera de nosotros puede ir dirigida esta pregunta de Pablo: "Poneos a la prueba, a ver si os mantenéis en la fe, someteos a examen; ¿no sois capaces de reconocer que Cristo Jesús está entre vosotros?"
(2 Co 13, 5).
Los cristianos podemos ser "testigos" enraizándonos en la fe que nos han transmitido los primeros testigos y participando en los misterios sacra-mentales de salvación que ellos nos han legado: los creyentes alcanzan su seguridad acudiendo a la doctrina de los Apóstoles y a la fracción del pan que acontecen en el seno de la comunidad fraterna que es comunidad de oración
(1ª COR 15 :3-4 )
3 Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras;
4 y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras;
Con mi cariño de siempre, atentamente.....
http://www.gabitogrupos.com/SOMOSMASQUEVENCEDORES!!!/