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*Ante el intenso resplandor cósmico del athenienses, Atlas abre abruptamente sus ojos reflejando en sus claras pupilas la figura de Seiya y la poderosa aura azulada que transmite sus inquebrantables ideales. Sin embargo, las facciones del guardián olímpico se tensan cada vez más manifestando su molestia ante los sucesos que están ocurriendo.... "Intenta ponerse en pie y no sólo eso... ¡él realmente quiere!..." Son las palabras que hacen presente en su mente, a medida que la diestra de su rival poco a poco empieza a elevar el pie del líder de los guerreros escarlatas, rechazando la acción que éste ejerce sobre la mano del santo de bronce, pero a pesar de ello, el servidor del Dios Sol no desiste de sus intenciones y observa con su punzante mirada el herido rostro de su adversario que se encuentra rivalizando con él en el centro de la escena... - No puede ser que tú en verdad busques oponerte a la voluntad de los Dioses... ¡¿No sabes lo que eso significa?! - Interroga de manera efusiva hacia el representante de Pegaso, momento en que sus rasgos faciales se ven por primera vez en el encuentro de forma exagerada, manifestando la incredulidad de las pretensiones de su antagonista, mientras su propio cuerpo es envuelto por el mando de cosmos-energía del defensor de la divinidad que rige el reino de la tierra, instante que su físico experimenta una fuerte presión que lo eleva hacia el cielo del lugar, alejándolo del caballero de bronce.... "En su estado él logró... ¡Esto es imposible!" Exclama en su interior, plasmando su total sorpresa en su faz, pero ésta repentinamente asume su carácter severo y serio, a medida que recupera el control de su humanidad que se encuentra suspendida en el aire, la que empieza a caer paulatinamente como si estuviera en cámara lenta hacia la superficie del territorio.... - Entiendo, tendré que mostrarte en la precaria situación en la que te encuentras... ¡Y enviarte con Athenea para que puedas protegerla en el otro mundo! - Exclama con autoridad, para acto seguido, efectuar una acrobacia elegante y sutil, permitiéndole aterrizar de pie a una distancia considerable de su rival, posicionándolo frente a él con una postura altiva y orgullosa que se muestra imponente gracias a la emanación de una fuerte luminosidad anaranjada y rojiza que contornea su anatomía junto a estruendosas llamas que aumentan la temperatura del sitio y funden rápidamente las piedras y rocas que se encuentran alrededor de él, haciendo aparecer un denso vapor que se eleva hacia arriba al hacer contacto con el viento del escenario que ha derivado en fuertes ráfagas producidas por la interacción de los poderes de ambos personajes, que han dejado en la escena una incertidumbre indescriptible ante los futuros eventos que conllevará la batalla que desarrollan...*

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* Y es cuando, el protagonismo se centra en el servidor de la divinidad solar, quien refleja en sus claras pupilas cada uno de los movimientos emprendidos por el representante de la constelación de Pegaso, pero en una fracción de segundo la humanidad de su adversario se pierde de su campo visual, desvaneciéndose totalmente de su mirada... "¡No puede ser, desapareció frente a mí!" Es el único pensamiento que traspasa su mente, mientras su rostro expresa una gran sorpresa ante el suceso que acaba de apreciar, en el instante que siente una fuerte presión que lo sujeta de ambos brazos inmovilizándolo casi completamente, lo que le impide efectuar alguna acción para defenderse. De tal manera, que sus rasgos faciales manifiestan una evidente molestia y cierto dolor, al punto que sus facciones se denotan de sobre como reacción simultánea ante la maniobra desarrollada por el santo atheniense... - ¡Suéltame de inmediatamente o tu cuerpo terminará totalmente incinerado por el fuego! - Amenaza efusivamente el líder de los guerreros escarlatas, quien pese a tener su físico sellado en contra de cualquier acto, éste eleva su cosmos calórico provocando que las llamas que envuelven su cuerpo aumentan a medida que forcejea con su rival para así poder liberarse e intentar de impedir las pretensiones de Seiya, convirtiéndolas en verdaderas llamaradas que tienen como propósito quemar la anatomía del enviado del Santuario Griego.... - Entiéndelo... ¡Nadie es capaz de oponerse al fuego de los protegidos del Dios Sol! - Advierte con determinación el guardián olímpico. En tanto, el centro de la escena se visualiza a ambos personajes que tratan de hacer prevalecer sus acciones sobre su propio antagonista, quedando el ambiente en completa expectación ante los futuros eventos que darán a conocer ambos personajes, uno que intenta hacer prevalecer la voluntad de los regentes del monte Olimpo y el otro, que lucha para salvar a la gobernante de la tierra y el destino de la humanidad, en un encuentro sin precedentes... *

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*Y como consecuencia inmediata de la poderosa técnica del athenienses, el cuerpo de Atlas cae violentamente de espalda contra la superficie del lugar, provocando en la zona de impacto una coalición en la tierra que da lugar a lo que pareciera ser un gran cráter que se encuentra cubierto por una densa capa de escombros producto de la explosión que ha acontecido en el terreno del encuentro... "Es...es... ¡Imposible que un humano...!" Es la reflexión interrumpida que expresa en su mente, el líder de los guerreros escarlatas de cuyo físico sólo se aprecia una silueta extendida sobre el lugar, la cual poco a poco comienza hacerse visible al disiparse la cortina de la destrucción que se ha manifestado en el escenario de la pelea entre ambos personajes, viéndose la anatomía del guardián olímpico con innumerables heridas, como a su vez severos daños en su sagrada armadura, apreciándose la hombrera izquierda totalmente destruida y las demás zonas de la misma con fisuras que incluso estando extendido, continúan despedazándose. Es ahí, cuando el rostro del servidor de la divinidad solar toma el primer plano de la escena, denotándose manchado de sangre... - Mi señor... ¿será posible que él intente de sobrepasar a los Dioses? - Cuestiona observando al cielo con su clara mirada como si intentara buscar una respuesta, instante que lentamente comienzan a bajar sus párpados sellando su mirada en un acto que da indicios a la pérdida de su consciencia. Sin embargo, un haz de luz atraviesa su sien proyectando a su conciencia a un pasado lejano, donde se encuentra él, en el centro del salón correspondiente al templo de la entidad que rige el sol en nuestro mundo, mostrando una postura de respeto y veneración, manteniendo su rodilla derecha sobre una alargada alfombra roja, mientras su rostro se encuentra inclinado, al ubicarse frente al ser que ha jurado servir, incluso sacrificando su vida, ser conocido como uno de los hijos del supremo Zeus, cuyo nombre ha transcendido en la historia como Apolo, quien se ubica imponente y sublime en su trono, destacando su cabellera rojiza ascendente que se mueve simulando el movimiento de las llamas que el controla a voluntad... - Atlas, nunca lo olvides... tú fuiste elegido entre los humanos para servir a la voluntad de los Dioses con el fin de instaurar la auténtica utopía que vivió este mundo en la era mitológica - Ante tales palabras, la cabeza del joven se levanta paulatinamente para observar a la Deidad que es reflejada en sus clara pupilas, instante que lleva su puño zurdo a la altura de su pecho... - Mi señor, prometo que no lo defraudaré y si es necesario entregar mi propia existencia, cumpliré con la labor encomendada - Pronuncia con devoción en un acto que sella su juramento y al ente que ha elegido servir por el resto de su vida. Es cuando, aquel recuerdo empieza a desvanecerse en él, para posteriormente, mover pausadamente los dedos de su diestra... "He recordado, mi vida y mi existencia están a su servicio." Menciona en su interior. En tanto, el paisaje desolador que ha dejado el desarrollo de la batalla se ve envuelto por la incertidumbre ante los futuros sucesos que se pueden desencadenar, considerando la condición de ambos protagonistas...*

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* Exactamente, el desarollo de este encuentro ha dejado resultados devastadores en el escenario que sirve como lugar de batalla entre ambos personajes, y que también se presentan en sus cuerpos. Así, posándose la atención en el enviado del Santuario de Athena, se observan las multiples heridas ocasionadas en él, como también las quemaduras que son señales del terrible poder cósmico de su oponente ..."No pensé encontrarme con alguien que tuviera un poder así de grande"...dice para sí mismo, mientras con mucho esfuerzo va ubicando sus manos de tal forma que, al estar extendidas contra el suelo, comienza a ejercer fuerzas para intentar reincorporarse ..."Esa persona está luchando con todo para detenerme"... agrega a sus pensamientos, cuando dobla su pierna derecha para darle más impulso a su intento de ponerse en pie, hecho que logra cuando con su pie apoya y culmina su acción inicial, quedando completamente levantado, manteniendo una postura que no es más que la respuesta a la condición en la que encuentra..."No es diferente a mí, creo. Pero eso ya no importa..." No obstante, un ruido llama su atención, por lo que inclina su rostro en dirección a su brazo, viendo como caen al suelo los fragmentos de la protección derecha de su armadura que cubre específicamente la zona de su antebrazo, comprendiendo también que para su vestimenta sagrada este encuentro no ha sido fácil - Si logro llegar donde se encuentra ese reloj, podré hallar la forma de rescatar a Athena - dice con plena esperanza en sus propósitos el Santo de Pegaso, cuando gira su rostro y observa otra vez el instrumento que representa el paso del Tiempo y, que inmaculado, flota majestuoso sobre ese lago - ¡Ahhg! ¡Rayos! - expresa con dolor Seiya cuando pierde el equilibrio y cae de forma inclinada al suelo, manchándose este con gotas de sangre que caen desde su sien derecha - Ya... ya no me queda mucho tiempo. Así que tienes que levantarte Seiya, sabes que puedes hacerlo - dice dándose ánimos. Es claro que la esperanza es lo último que puede perderse, y por la paz de la Tierra, de sus habitantes, por el esfuerzo al igual que él están demostrando sus camaradas, es una opción que no puede permitirse deshechar - Cosmos, te lo pido. Elévate una vez más, dale fuerzas a mi vida para cumplir con mi misión... por favor, ¡Pegaso! - Así, bajo esta formidable demostración de convicción, el joven atheniense se levanta una vez más, igual que la energía que le proporciona su universo interno que tiene claros indicios de volver a manifestarse, mientras da pasos lentos pero seguros, avanzando ahora hacia el lugar que le podrá entregar las herramientas necesarias para salvar definitivamente la vida de la Diosa Athena. Entonces, la incógnita crece más para el descenlace de esta batalla, y donde no existen las palabras adecuadas para describir la defensa de ideales que han demostrado por los dioses a quienes protegen con su vida misma ..."Athena"...*

 

 

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*Y simultáneamente al avance del representante de la constelación de Pegaso al misterioso lugar, los ojos del servidor del Dios Sol se abren abruptamente, mientras articula los dedos de su diestra para dar presencia a su puño, el cual presiona con fuerza... - ¡No dejaré que des un paso más! - Exclama con su característico tono autoritario a medida que lentamente, pese a las múltiples heridas que muestra su cuerpo comienza a incorporarse sujetando su rodilla izquierda en el suelo para lograr el equilibrio adecuado, lo que permite subir su pierna derecha y así, se levanta, posicionándose una vez más frente a Seiya, debido a que la caída sufrida por la técnica de su adversario lo ha dejado en la entrada de la pendiente que conduce al territorio prohibido del Olimpo, que incluso algunos Dioses tienen el acceso denegado al mismo... - Admito que tu espíritu de guerrero es fuerte, pero hace falta algo más que voluntad para vencer en una batalla... ¡Se requiere el verdadero poder! - Menciona con determinación, dando a conocer su carácter orgulloso e inquebrantable, para acto seguido, verse envuelto sublimemente por una tenue aura de tonalidades anaranjado y rojizo, que se manifiesta en su entorno por el aumento de la sensación térmica... "Mi señor, nunca olvidaré mi deber y el propósito de mi existencia" Es el pensamiento que expresa sus ideales y su completa devoción hacia la divinidad que ha jurado seguir, momento en el cual empieza a dar unos lentos pasos hacia el encuentro con su oponente. En tanto, su cosmos-energía va ascendiendo gradualmente con el paso del tiempo... - Y los únicos que tienen ese poder en este mundo... ¡Son los Dioses y sus protegidos! - Enfatiza con seguridad, manteniendo su altiva postura intentando sobreponerse a los severos daños de su humanidad de las que se desprenden pequeñas gotas de sangre que caen a la superficie del terreno, como muestra de los rastros que ha dejado en su anatomía la cruel batalla que protagonizan ambos personajes y que ahora, el líder escarlata en un último esfuerzo pretende llevarla al ámbito físico, instante que el ambiente de la escena se sume un suspenso indescriptible ante los eventos futuros que marcarán el desenlace del enfrentamiento entre ambos protagonistas…*

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*Es cuando, la fría y desafiante mirada de Atlas se proyecta en el cuerpo del enviado del Santuario Griego, observando la manifestación de su aura que marca su presencia en la escena... "No se trata de un caballero ordinario, se encuentra al borde de la muerte y continúa luchando..." Son las palabras que recorren su interior, mientras prosigue con su pausado andar a medida que su cosmos-energía se intensifica cada vez más, al punto que vuelven aparecer las imponentes que caracterizan a los guerreros que sirven a la divinidad solar en ambas manos, zona en la cual se va concentrando su esencia cósmica... - Debo felicitarte por ser capaz de invocar una vez más tu cosmos, pero tu existencia está a punto de terminar... ¡Yo la llevaré a su fin! - Pronuncia de forma altiva y solvente hacia su adversario, momento en que aparece detrás de su anatomía de manera ilusoria, pero en todo su esplendor la sublime imagen de la entidad divina que lo protege y ha jurado seguir por el resto de su existencia, instante que con cada paso que realiza el guardián olímpico se forman pequeñas fisuras en la superficie del escenario, junto con un leve movimiento sísmico del terreno mismo, que pareciera responder al poder del líder escarlata... - Y te demostraré el límite de los seres humanos... ¡Aquello que no pueden alcanzar y desafiar! - Sentencia con su característica seguridad, al tiempo que logra posicionarse a una distancia mínima de Pegaso. Es ahí, cuando el ambiente de la escena demuestra una tensión sin precedente entre ambos personajes, al sentirse a sólo a centímetros la expresión cósmica que proviene de lo más del defensor de los ideales de las divinidades del Olimpo y aquel joven que intenta de salvar el destino de la humanidad. Sin embargo, la atmósfera del lugar sufre un cambio drástico que es simultáneo al rápido movimiento del puño diestro de Carina Keel que va acompañado por las estruendosas llamaradas, al ser dirigido violentamente hacia el pecho del caballero de bronce, con el propósito de buscar su corazón y marcar el fin de la batalla dejando en su trayecto del fugaz movimiento estelas ígneas que recorren el aire junto a innumerables gotas de sangre que caen a la superficie como si estuvieran en cámara lenta, mismo efecto se transmite en las pupilas claras del representante más fiel de Apolo, que a pesar del líquido vital que recorre en su rostro visualiza expectante a su antagonista, siendo ahí cuando el centro protagónico se canaliza en el ateniense, volviendo el suspenso entre los dos protagonistas sobre el futuro del encuentro…*

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*La reacción inmediata del líder de los guerreros escarlatas es abrir sus ojos de forma exagerada, los cuales refleja por medio de sus pupilas la poderosa técnica ejecutada por el defensor de la regente del reino de la tierra... "¿Será posible que él pueda superar a los...?" Es la interrogante que queda inconclusa en su mente. En el instante, que su cuerpo es consumido por una intensa luz que se materializa en un gigantesco y poderoso cometa que impacta de lleno en su cuerpo, elevándolo a las alturas hacia atrás... - ¡¡¡¡AGGHHH!!! - Es el grito de dolor que se escucha por parte del orgulloso guardián olímpico, quien aún se mantiene suspendido en los cielos, momento en el cual su consciencia es trasladada una vez más al pasado lejano, justo en la parte donde su juramento está por finalizar ante la divinidad que ha jurado servir... - Atlas, eres uno de los pocos elegidos que vivirá en la utopía que construiremos los Dioses, no me decepciones y enséñales a los humanos el castigo que merecen por osar levantar sus puños contra nosotros - Ante tales palabras, el joven rubio, deja caer sutilmente sus párpados, para posteriormente inclinar su cabeza expresando su veneración hacia la entidad sobrenatural, momento en que mueve lentamente sus labios... - Así será, mi señor - Pronuncia con convicción y devoción en aquella escena que poco a poco comienza a desvanecerse en el interior de su ser, para verse con su protección sagrada totalmente destrozada y su anatomía ensangrentada como consecuencia de las graves heridas sufrida en la mortal pelea que ha emprendido. Es ahí, que su físico cae violentamente contra el suelo desprendiéndose los últimos pedazos de su manto sangro, pero pese a ello su rostro lleno de su líquido vital es el que cobra protagonismo.... - Ustedes no saben a lo que se enfrentan, al final la humanidad será destruida y una vez más reinará... ¡La Era de los Dioses! - Sentencia con dificultad con sus últimas fuerzas encarnando su característica determinación, al encontrarse a espaldas en la superficie del terreno, donde expulsa una cantidad considerable de sangre desde su boca, mientras el brillo de su mirada comienza apagarse quedando completamente opaca, lo que da muestra del fin de su existencia en un ambiente desolador en donde ha dejado plasmado sus ideales y ha dado muestra de su increíble poder e inquebrantable espíritu al igual que su adversario, quien se convierte en el nuevo foco de atención, tras el desenlace de una batalla sin precedentes entre dos virtuosos y nobles guerreros que han batallado por cumplir las misiones que se les han encomendado...*

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Salut Chevaliers!!

 

Bueno heme aqui para botar corriente y dar unos comentarios. Debo mencionar que terminé de leerlo hace unas horas, así que en muchos casos no habrán ejemplos específicos de sus párrafos, sino más bien, aluciones a los mismos.

 

El primero que me surge, es que el roleo se ve arreglado!! jajaj. La forma en que termina, pareciera que Atlas y Seiya tenían una idea, ya que hay varios elementos que me hacen pensar que no debería terminar como ocurrió. Sin embargo es sólo una impresión ;)

 

En cuanto a esos elementos, empezaré por los más comunes y es la ortografía y puntuación. Los dos tuvieron sus errores (como todo el mundo) no fueron repetitivos, y tampoco como "ola ke aze", pero hay que tenerlos en cuenta, principalmente en el caso de Seiya que se come las "haches" en partes como "a llegado" que va con hache. En el caso de Atlas también hubo algunas palabras que les faltó su tilde, pero fueron menos evidentes. Y la puntuación también considerarla, a veces iban frases muy largas que bien podían merecer una coma jeje, pero de nuevo, no es muy notorio, pero pueden ser aspectos para ir mejorando.

 

Ahora, ví un comportamiento en Seiya similar al Seiya de la lucha con lso ángeles y apolo, pero con la situación de que en esos momentos casi eran pareja, pero en éste contexto Seiya no conoce a Saori, lo que vemos en esa época en al serie es una determinación que ralla en lo testarudo por pura convicción de combate y de ganar, no por otra persona. A eso se junta que se levantó mil veces y al final quedó vivo. Lo otro es que vi dos manipulaciones sutiles. La primera es cuando Atlas lo pisa (buscando pisarlo) y Seiya alza su puño impulsando o empujando a Atlas, y la otra cuando detiene el puño de Atlas. La cuestión es cuando un turno plasma acciones en el otro personaje, restándole capacidad de acción, es distinto si le hubieran tirado un latigazo y lo detienes con la mano, porque es parte de tu defensa, bien puedes detener un objeto, no estas manipulando al oponente, tampoco se toma acción sobre el objeto del opositor en una acción diferente a la que él supone (momento de catarsis de la anterior guerra jajaj).

En el caso de Atlas, si me baso un poco en mi teoría del combate arreglado, ví poca determinación y combatividad en su caso, es decir, con tantas oportunidades pudo poner en una situación diferente a Seiya, y ahí viene el asunto de lo honorable y el espectáculo, que son cosas muy personales, es decir como cada quien entiende el honor, hay unos mínimos que es no machacar al oponente, pero luego hay las ramificaciones y es donde entra lo subjetivo sobre cómo se interpreta lo honorable, si dando tantas oportunidades en menoscabo del personaje y de la misión? u ofreciendo oportunidades para una contraofensiva sin preparar una respuesta a dicha contraofensiva. Lo otro es que fue muy reiterativo con los finales de los turnos en torno a la espectación, creo que casi todos tenían algo como "y veremos que pasa" jeje, se me hizo gracioso, pero siendo tan repetitivo puede ponerse un poco tedioso.

Aparte de eso, resalto enormemente la habilidad de los dos, esa es una vieja escuela de esa que hace turnos detallados, bonitos, a veces pesados, pero nunca básicos ni sosos. Fue un buen relato, una buena representación de sus personajes, se lee la fuerza de sus avatares, se lee el compromiso así como la gallardía, eso es chévere, porque alimenta en ideas para otros roleos, así como resarce un poco el fenómeno posmo de hacer todo más sencillo y vacuo. Resalto en demasía, el hecho de que no hubiesen manifestaciones de egos individuales, fue un roleo con sensatez y honor, y ese es un mensaje poderoso en contra de esos problemas eternos de los yoistas en el rol y en todas partes de la vida. Y aunque el final es inusitado por emplear un término, valoro el esfuerzo por recrear espectáculo, pese a que tengo cierta reticencia al espectáculo, es agradable de presenciar un enfrentamiento llamativo y juicioso como el de ustedes.

 

Así pues termino con: Un abrazo a ambos por un roleo chévere y a seguirle =D

 

Adieu.

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