*…Admirable el valor de estos mocosos al poner en juego su vida aun cuando los suyos han de verlos como eventuales enemigos, más una misión vacía si se desconoce el real trascendencia de su casi infantil osadía aun cuando frente a sus narices, los 12 templos se presentan inexpugnables por ordenanza del gran maestro. Tal presa hacia la boca del lobo, la figura de uno de aquellos obstinados muchachos cruzando las tierras athenienses atrae la visual de quien entre el áspero terreno a unos metros más allá permanece sentado en un alto peñasco, grata sorpresa sin duda, puesto el destino en sus indescifrables tretas no accedió a disipar sus dudas inicialmente, pero le presenta una oportunidad para quitar ese mal sabor de la boca -… ¿Jum? ¿Tan pronto y ya alcanzaron a llegar hasta aquí? Jejejeje vaya suerte la mía…-murmura para sí mismo con punzante arrogancia pero en cierto punto satisfecho. De esta forma, decide levantarse de su lugar y sacudirse el polvo endosando una gran sádica sonrisa -…El patriarca no podía esperar que semejantes inútiles como los santos de plata realizaran una tarea tan simple, en fin, mejor para mi jajajaja...- Cierra sus ojos dejándose abrazar por un cegador brillo dorado que comprende la totalidad de su fisionomía, la misma que en un fugaz parpadeo, desaparece por completo junto a su creador solo dejando tras de sí una agitada ráfaga de viento que se esparce por la estepa greca…*

*…Es en ese instante que a metros más adelante y bloqueando la trayectoria del mocoso de bronce, una refulgente luminiscencia se apodera del centro de atención abatiendo con su poderío las sombras que comenzaban a apoderarse en el ocaso de otro día -... ¡Hey muchacho! No es necesaria tanta prisa, puesto no avanzaras más allá de este punto jmjmjmjm…- Indica una voz que parecerá resonar desde toda orientación, más su origen va tomando nitidez a medida que aquel halo dorado va mermando, el sadismo impreso en una sonrisa emergen en escena vistiendo una de las 12 míticas armaduras de la alta caballería, el infame santo del 4to templo hace su aparición –…Ustedes los santos de bronce son una verdadera molestia, tienen claro que no deberían asomar las narices en el santuario pero aun así aquí estas ¿Creo que entiendes la situación no?...- cuestiona arrogante mientras observa detalladamente al nuevo intruso cerrando el paso con su propia humanidad, siempre pedante y orgulloso aun cuando la ordenanza papal le resulta una notoria molestia, algo de diversión a de rescatarse a costa de tan valerosa cruzada propuesta por los rezagados santos que buscan sortear los 12 templos de la elíptica…*

*…- Lo diré de esta manera, ni el patriarca confía en ustedes y por ello, nos obliga a nosotros los santos dorados el cerrarles el paso, yo lo considero una estupidez pero son las ordenes jejeje…- El 4to custodio dorado adopta entonces una postura evidente de total desentendimiento a lo que pueda o no estar ocurriendo con la diosa Athena, ya que existen a su entender, cosas de mayor importancia que deben de ser atendidas que perder el tiempo en trivialidades -…Y quien desobedezca, es un tonto que busca la muerte…- Da entonces un profundo suspiro de resignación desprendiendo de su cuerpo una fuerte ráfaga de vientos impulsadas por la creciente potestad que nace en el siciliano -… No pareces ser un niño tonto ¿Verdad?, además, Lo que suceda con Athena es mera responsabilidad de los santos dorados y el patriarca, no creo que un grupo de niños enclenques marque la diferencia jejejeje...- manifiesta y cuestiona con aguda ironía -…Nosotros los santos dorados somos más que suficiente…- finaliza con dejos de sarcasmo cruzando sus brazos por frente de su torso a la espera de algún tipo de reparo al tocar esa evidente fibra de total lealtad hacia la benefactora de la humanidad…*