*Sin mencionar palabra alguna, la penetrante mirada del león de nemea deja claro la convicción que deja es su cometido encargado por su ilustrísima, mientras el escenario visual pareciera cambiar, donde un sinfín de animas inundan el área etérea, generando lo que parece ser una puerta astral que los guiara hacia aquel lúgubre y enigmático sitial. “hermano… no permitiré que sigan jugando con la vida de inocentes” Piensa en sus adentros tras emprender un nuevo caminar mientras el vaivén sus piernas mecen al albina capa que se halla cubriendo su dorso, al igual que su castaña cabellera que sobre salen de su diadema dorada. Dejando así un sendero electrificado detrás suya que desfragmentan el suelo de pétrea y levantan trozos de esta sobre el espacio personal de Aioria, que sigue con su ardua cruzada hasta que su silueta se pierda entre la misteriosa puerta que abrió Mascara de la Muerte.*

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*Funestos silbidos, son traídos desde las mismas profundidades de tal exasperante sitial, donde la lúgubre presencia desolada es la invitada de honor, puesto que solo es profanada por los pasos metálicos que revelan la silueta dorada de aquel joven, que sale paso a paso del aquel portal creado por su compañero de armas. “Al fin llegamos…” Pensamientos que rondan su cabeza tras ladear su visual para clavar su mirada en aquellas estructuras escalofriantes, que son rodeadas por diversas dunas rocosas que van cayendo poco a poco.-Así que este es el camino hacia aquel paraje que nos hablo Dohko, no perdamos mas tiempo y apresuremos el paso.- Comenta el adalid dorado tras mirar de reojo al custodio de cáncer, mientras los gélidos vientos traen consigo fatídicos cantares de los silbidos que invaden el área etérea, siendo tal vez aquel fenómeno que intenta aturdir a los recién llegados, tras pisas tal infame espacio visual.*

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** Entonces y de forma muy inesperada, una roca de dimensiones que superan por mucho el tamaño de un cuerpo humano cae desde la oscuridad del cielo nocturno directamente contra los dos caballeros, en seguida otra y luego otra más, todas buscando aplastar a los recién llegados, todas con una increíble puntería y todas con marcas de impactos muy finos y detallados en su estructura, como si esas piedras descomunales y pesadas las hubieran arrancado de los cimentos de las lúgubres estructuras con tajos o cortes afilados **

EL PODEROSO MINOTAURO

* Las grandes rocas se detiene súbitamente controladas por uno de los dorados y luego son desechas por el otro caballero creando un delgada pero notoria lluvia de restos rocosos que solo sirven para que el eco del lugar tome parte en el espectáculo reproduciendo varias veces los golpes de los pedruscos contra el suelo. Acto seguido, todo queda en completo silencio hasta que de la nada, directamente en frente de los santos dorados, se puede escuchar un mugido poderoso, imponente, indomable, aterrador, casi al grado de parecer el rugido de una bestia infernal aunque sin perder el característico sonido de los toros cebú del mediterráneo, que se dice, son los astados más grandes y fuertes que existen, luego, se escucha una pisada que cimbra el suelo y en un segundo otra y luego otra y de forma sistemática todo cambia a una carrera de cuatro patas capaz de producir una nube de polvo por el continuo impacto contra el piso y la velocidad un objeto de enorme peso y tamaño, ahora, la óptica se centra en los dos caballeros y en la forma en que la cortina de humo se acerca a ellos cubriéndolo todo a su paso y siguiendo de largo su posición. Es tal la cantidad de polvo que  la visión y la respiración podrían ser difícil para cualquier persona atrapada en aquella densa bruma, pero, lo más importante y en lo que se centra la atención es que las pisadas y las vibraciones sísmicas no se detienen, por el contrario, aumentan y se oyen cada vez más cerca junto con los sonido de los mugidos que se revuelven confusamente con todo el caos producido ocultando su exacta ubicación. Así, al paso del tiempo, de la polvorienta bruma, a una breve distancia del guardián de la quinta casa, emerger una cabeza colosal de toro con grandes ojos rojos y descomunales astas, con una velocidad y un impulso devastadores que pretende golpear directamente el rostro o el pecho de Aioria para así lanzarlo por los aires ayudado por el impulso, la sorpresa y corta distancia entre ellos. Y aunque solo pudiera ser un simple empujón, al monstro no parece importarle y sigue de largo, pues su verdadero objetivo es quitar ese estorbo humano del camino y entonces poder llegar hasta el segundo caballero, Mascara de muerte y clavarle la punta de sus cuernos en el pecho con un movimiento bien calculado de su testa al bajar y enfilarse mortalmente, incluso, la escena se vuelve más dramática cuando toda la cabeza se compara con el cuerpo del caballero de oro, dejando en claro, que tan solo esa parte del cuerpo es mucho mayor que toda la humanidad ateniense pero también marcando como incógnita las dimensiones reales y completas de esa terrible bestia *

*Resonantes ecos retumban e invaden el área etérea, juntándose con el sonido exasperante que emite aquella enigmática presencia que yace en el paramo infernal, pues su bramido alerta al liante dorado, que sin perder de vista mira de un lado al otro buscando al responsable de aquel estruendo, cosa que le es un poco difícil ya que una bruma polvorosa se alza, nublando la visual de este. –jhum… parece que por fin darás la cara ¿no es así?- Cuestiona tras arrastras su pierna derecha detrás suyo, mientras levanta su mano izquierda a la altura de su pecho, su diestra se acomodo en su cintura, arqueando su espalda dirige sus cuencas visuales hacia aquel aparente sonido que emana las supuestas pisadas del enigmático ser, que intenta llegar a las posiciones de los campeones dorados, agudizando de esa manera su sistema auditivo, el protector del quinto recinto zodiacal espera paciente la aparición de su supuesto antagonista, cual león yace apaciguo y expectante a que su indefensa presa llegue a sus dominios, no obstante un manto iridiscente comienza a bañar la efigie de Aioria, mezclándose con hilos eléctricos que resaltan de sus manos produciendo una resonancia en el aire, tal como si estos intentaran desgarrar el éter que trae los violentos vendavales, -Pero que es esto…- se oye salir un sonido de los fauces del león dorado, al instante de clavar sus fieros ojos azulados en aquella cabeza espectral que se bifurca entre la bruma, que va dirigiéndose en embistiendo hacia su fisionomía, es así como el adalid levanta violentamente sus manos buscando alcanzar el cenit de aquellos colosales cuernos, que provocan un rasguño en su rostro. “Qué demonios es esta cosa” Palabras que surcan su mente, tras intentar ladear su cabeza del inminente impacto, este busca presionar tal tergiversarte empuje por parte del recién llegado, cosa que para el león de nemea parar tal acto en seco, se le es algo dificultoso a pesar de su gran poderío, el cual lo lleva a derrapar varios metros hacia atrás dejando un sendero agrietado por su pies junto a chispas eléctricas que comienzan a escabullirse entre estas, hasta ser lanzado hacia una duna rocosa provocando el derrumbe de esta y sepultando el cuerpo de Aioria.*

Goorudo Seinto Shishiza Reo no Aioria / Saint Memories

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* Por otro lado, la embestida gana toda la atención del lugar pues el gran minotauro, no se detiene y destroza a su paso una gran cantidad de rocas y edificaciones, por lo que el ruido de los pedazos de piedra desmoronándose opaca su bestial carrera y oculta completamente toda su ubicación. Luego, un nuevo mugido se deja escuchar, esta vez parece omnipresente ya que el eco del lugar y el viento, dispersan el punto exacto de donde salió. Después, la óptica se enfoca en el montón de rocas que cubren a leo y lo hace con mayor atención cuando una sombra astada y la imagen de una hacha se mueve por encima de aquella pequeña montaña y luego sigue de largo, escabulléndose de la claridad para poder atacar por sorpresa desde el cobijo de la noche *

*Paralelo a ellos, bajo aquellos escombros rocosos que dejan en la incógnita la presencia del adalid dorado, se aprecie ver como numerosos hilos eléctricos desbordan las grietas de la superficie, quebrando las granitos sólidos que sepultan el cuerpo de Aioria, no obstante un violento sonido retumba el espectral sitial mientras el soniquete de un aparente arma que se abanica sobre el montículo rocoso, es dejado en segundo plano, pues un violento relámpago amarillento cae sobre los escombros buscando que estos se desintegren y salgan volando estrepitosamente por diferentes puntos de la óptica visual de su aparente anfitrión, el cual hacen que una bruma de partículas polvorosas se alce nuevamente. –No permitiré que un sucio animal detenga mi cometido, si eso implica que deba destrozarte con mis manos, ten por seguro que te arrepentirás por haberte interpuesto en mi camino- Se oye la voz exaltada del griego que sin perder más el tiempo comienza a moverse de un lado a otro entre, ayudado por sus erguidas piernas su efigie se pierde entre la bruma dejando solo el eco de sus pasos que se mezclan con los funestos silbidos de lugar, mientras la expectante llama la atención de su incierto paradero, donde solo un magnetismo hace acto de presencia el cual busca adentrarse entre las fisuras del subsuelo, para así atraer meticulosamente las cargas eléctricas que empiezan a formarse entre el denso manto de polvo que va despareciendo el espacio etereo.*

Goorudo Seinto Shishiza Reo no Aioria / Saint Memories

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* Nunca antes se vio tal despliegue de poder, nunca antes alguien salió de entre los escombros y uso ese mismo presidio para ocultarse, sin embargo, en esta ocasión se trata de un caballero de oro y por lo tanto, lo inimaginable y lo poco posible puede suceder. Entonces, de la oscuridad sale el guardián del laberinto, el temible y colosal Minotauro, pero, algo extraño le ocurre a su bestial personalidad, pues, en lugar de lanzarse como un animal salvaje y sediento de sangre, se adentra a pasos lentos detrás del caballero de oro en aquella espesa neblina de polvo, pero no lo hace por instinto, el magnetismo que genera el santo atrayendo meticulosamente las cargas eléctricas que empiezan a formarse entre el denso manto de polvo que va despareciendo el espacio etéreo impactan en el filo de su gran hacha de doble punta, volviendo el despliegue de poder de Leo un punto de ubicación, mas, todo queda en expectación debido a que la imposibilidad para ver desde afuera, deja en la incógnita que sucede con ambos contendiente, no sucede igual con los destellos amarillentos que se filtran en la penumbra creados por el propio caballero y que pueden apreciarse como relámpagos diminutos que iluminan de forma intermitente un sendero directo al guardián del quinto templo, y aunque la gran bestia esta oculta por la nube de polvo igual que le paso a Aioria, la balanza se comienza a inclinar hacia el titánico mastodonte que no deja de guiarse hacia su víctima gracias al magnetismo que los une y a los brillos difuminados, débiles, pero constantes de la energía que genera su presa *

 

* Tras lo dicho y hecho por Aioria, una sombra empieza a cubrir su cuerpo interponiéndose poco a poco entre el santo dorado y la luz de la luna. Inmediatamente después el colosal cuerpo del minotauro aparece subiendo detrás de Leo, con el hacha en todo lo alto. Ahí, todo se vuelve completamente tenso, ya que el animal no pierde tiempo y con todo el salvajismo que domina a un monstruo como el, deja caer su arma contra la espalda del caballero buscando destrozar la armadura e incrustarla en el cuerpo aprovechando la difícil postura de ambos en el aire y lo sorpresivo de su acción *