Un 24 de Junio pero del año 1717
Al ocuparnos del origen histórico de nuestra institución nos hemos encontrado con un intrincado laberinto, por el cual no se puede asegurar radicalmente, cuál haya sido el verdadero nacimiento, ni de dónde vinieron sus sistemas orgánicos; no obstante que para el efecto ya se han consultado las opiniones más eruditas; las leyendas, los mitos y las narraciones más remotas; pero siempre resulta que en concreto nada absolutamente puede afirmarse como su verdadero origen, sin embargo, parece que a pesar de tantas versiones, sí podemos asegurar que con anterioridad a la evolución y las transformaciones que sufrió la masonería que ahora conocemos desde el 24 de Junio de 1717; y que es la universalmente admitida y aceptada por el mundo, como verdadera y única, es efectivamente a la que se le reconoce en la actualidad. Sin embargo, existe ahora el empeño a forjar quimeras y alentar suposiciones o delirios fantásticos acerca de los anales masónicos, porque los muchos soñadores, tratan de fijar la cuna de nuestra institución en el paraíso terrenal, sin comprender que también puede ser admisible, el hecho de que nuestra orden haya existido desde que la humanidad vio la luz del mundo. Pero al mismo tiempo es muy justo conocer también la opinión compendiada de algunos de los principales historiadores masónicos; con la salvedad de que a ninguno de ellos se le puede hacer solidario de ser el verdadero o el más exacto descubridor del origen de nuestra institución; no obstante que cada uno aporta sus conceptos más o menos admisibles acerca de la comprobación y demás demostraciones históricas, que pueden estar apoyadas en determinados razonamientos. Una vez hechas estas advertencias, veamos las opiniones que han sido autorizadas y aceptadas sobre el verdadero origen de nuestra orden. No nos queda más que aclarar que la historia de nuestra antigua masonería, se encuentra cubierta por un espeso velo que no nos permite penetrar hasta los más recónditos lugares de su nacimiento; por lo mismo no es imposible definir su verdadero origen de una manera real y comprensiva que no deje lugar a dudas. Principiaremos por exponer una relación de los principales orígenes que hasta la fecha se han descubierto, como los más aceptables, de donde puede ser que venga nuestra institución; éstas se basan en las investigaciones hechas por los autores más eruditos sobre los estudios históricos de la masonería, y cuyas opiniones llevan como base los siguientes hechos: 1.- Los antiguos misterios paganos. 2.- El templo de Salomón. 3.- Las cruzadas y los Templarios. 4.- La religión Judía patriarcal. 5.- Los colegios romanos de artífices. 6.- Los masones operativos de la Edad Media. 7.- Los caballeros templarios. 8.- La Rosa Cruz del siglo diecisiete. 9.- Oliverio Cromwell, para la realización de sus planes políticos. 10.- El pretendiente para la restauración de la dinastía de los Estuardo, al trono británico. 11.- Sir Cristóbal Whren, durante la construcción de la catedral de San Pablo. 12.- El doctor Juan Teófilo Desagullieres y su asociación en mil setecientos diecisiete. 13.- Una Transmisión proveniente del Sufismo Islámico. 14.- En algunos rituales prehispánicos descubiertos por exploradores europeos, en México, como afirma en su libro La Masonería y los Misterios sagrados entre los Mayas y Quichés, o en el Perú como la afirma Sir Francis Bacon. 15.- Que Masonería surge de la Necesidad apremiante de la Época, y que la Masonería esta incrustada desde siempre en la psique profunda del ser humano, y que con diferentes nombres ha aparecido y seguirá apareciendo. Como se ven son 15 las versiones más o menos admisibles en que se fundan los autores para resolver el problema de origen de la masonería universal, desde luego, suponemos que cada uno de ellos aporta sus razonamientos, que pueden ser muy poderosos y convincentes; aun cuando debemos admitir que existen algunas salvedades, porque de entre esos argumentos muchos ya han sido aceptados por diversas potencias masónicas en la actualidad; pero han sido rechazados por otras, en consecuencia, ¿cuál de todos esos orígenes probables, puede ser el verdadero e irrefutable? Desde luego que no lo sabemos, por tal motivo, resulta que el principio básico en que se fundó la masonería, así como posteriormente la adopción de sus doctrinas, y además el encadenamiento de su existencia hasta nuestros días, han suscitado un verdadero cúmulo de discusiones, opiniones y polémicas entre la mayoría de los autores masónicos, que puede afirmarse, que han despertado tal interés, como ningún otro tema de nuestra orden. Es de lamentarse también, que hemos llegado a aplicar a esos razonamientos muchos y muy variados criterios, sobre el justo y verdadero origen de nuestra masonería, y esto se debe a los mismos historiadores; aun los más experimentados e ilustrados en la materia; no obstante que han hecho las más concienzudas investigaciones durante sus estudios históricos y místicos, muchas veces han vacilado al tratar de manifestar el verdadero nacimiento de lo que ahora constituye a la masonería como la más poderosa de las sociedades especulativas y de enseñanzas mutuas; por lo cual han tenido que ser abandonadas por inaceptables o inaplicables algunas de las 15 teorías anteriormente enumeradas. Entrando en materia, se entiende que buscando el más remoto origen de nuestra orden, puede ser que haya antecedentes de que, como ya se dijo anteriormente, exista desde que la Humanidad vio la luz del mundo, por la sencilla razón que desde tiempo inmemorial hemos venido conociendo en términos ascendentes y a través de las edades, la evolución democrática, que radicalmente se ha venido implantando como los sistemas de vida y gobierno de los pueblos; con más razón si tomamos en cuenta que dentro de sus preceptos, sus principios y enseñanzas la principal de sus finalidades ha consistido en implantar sistemáticamente ese sentimiento democrático. Para demostrar lo anteriormente expresado, diremos que antes de la construcción del Gran Templo de Salomón, existía en el Asia Menor una sociedad gremial compuesta de obreros, artesanos y arquitectos, a la cual se le había conocido el privilegio exclusivo de llevar a cabo la construcción de todas las obras públicas; se sabe que a este conglomerado de trabajadores se le denominaba “Fraternidad de Artesanos Dionicianos”; se les distinguía porque su organización y muchos de sus ceremoniales y costumbres, eran similares a las que se celebran hoy día dentro de nuestros talleres masónicos. Aquella agrupación, para facilitar su administración, controlar sus trabajos y de esa manera obtener el mejor rendimiento, así como el más eficaz éxito en sus empresas, se subdividió en pequeños organismos, tal y como los tenemos establecidos en la masonería, y a los que llamamos logias; pero aquellos cuerpos eran dirigidos y administrados por un maestro y varios vigilantes, además de que en las mismas circunstancias durante sus ceremonias usaban símbolos, emblemas y alegorías; a la vez que sus instrumentos de trabajo eran como los que ahora conocemos en nuestros talleres; por último, para distinguirse particular y oficialmente, adoptaron un lenguaje universal que les permitía identificarse entre sus agremiados, aun entre los que se encontraban diseminados por Persia, Siria, Caldea, Judea, Nínive, Babilonia, Egipto y en general por todo el mundo conocido en aquella época. La mayoría de los historiadores están de acuerdo en admitir que el rey Salomón, contrató en la ciudad de Tiro, por recomendaciones de su monarca, a Hiram el arquitecto dioniciano (que según se cuenta era hijo de la viuda de un hábil artesano y forjador) para que dirigiera los trabajos de construcción del templo más grandioso y sublime que haya sido erigido en honor de Jehová. Una vez que se logró terminar aquella maravillosa construcción los obreros dionicianos, entre cuya agrupación se habían afiliado artesanos persas, judíos, asirios, caldeos, babilonios y otros, necesariamente se dispersaron para reanudar nuevas construcciones, e impartir sus conocimientos en otros lugares en donde podrían hacer ver las ventajas que en materia de trabajos materiales proporcionaba su agrupación, por medio de esos procedimientos lograban conseguir más adeptos, a los que hacían participar de todos sus beneficios y privilegios; puede ser que en esa forma se haya conseguido continuar la propaganda de las ideas que ahora se imparten en nuestros templos; también puede ser que no se han perdido del todo aquellos hechos o narraciones históricos por haber pasado de generación en generación hasta nuestros días. Posteriormente, en Asia Menor, apareció otra sociedad secreta similar a la de los dionisiacos; a la que se le dio la denominación de Fraternidad Esenia, que para efectuar sus actividades o trabajos materiales, se dividía en dos clases: la primera estaba integrada por un conglomerado de obreros, forjadores, artesanos y constructores, que se dedicaban a preparar e instruir a sus agremiados, en todo aquello que correspondía a las artes, los oficios y las profesiones; por lo que puede decirse también que adoptaron el sistema orgánico de lo que hoy llamamos masonería simbólica. La segunda clasificación se componía más bien de un conjunto de hombres letrados, entre los que se contaban los científicos, los artistas y los sabios en general, cuya misión consistía en dedicarse a toda clase de inventos y de investigar los fenómenos naturales, así como a practicar la astronomía y las enseñanzas esotéricas y exotéricas; es decir, que podrían clasificarse entre esos grupos a los que hoy les damos la denominación de cuerpos filosóficos, lo que nos indica claramente, que no se ha perdido el encadenamiento histórico de nuestra orden, puesto que cuando menos notamos que persiste el sistema y la finalidad que hasta la fecha es peculiar de la masonería moderna. Sin embargo, parece que aquellas asociaciones fraternales y gremiales por excelencia; durante sus ceremonias de iniciación, según cuenta el historiador Escaligero, proporcionaban el neófito una túnica blanca como símbolo de la pureza de sus sentimientos, de sus doctrinas y de sus enseñanzas, esa prenda constituía la primera divisa que el postulante recibía como un recuerdo imperecedero de su juramento de discreción, para sus actividades; puede ser también que aquella túnica, constituya en la actualidad lo que se conoce y se usa como mandil. Otra de las circunstancias por las que se cree que la masonería moderna, puede ser un encadenamiento íntimo de las fraternidades dionisiaca y esenia, consiste en que en el seno de dichas agrupaciones tampoco se admitía a las mujeres. Se tiene la certeza de que aquellas prácticas similares a las masónicas de hoy, inculcadas por medio de la fundación de agrupaciones consagradas al estudio y desarrollo de las obras materiales, así como a ejercer la caridad y demás actos de filantropía y beneficencia, pasó en esa forma, del Asia Menor a la Península de los Balcanes, para después extenderse por toda Europa. También se asegura que el célebre sabio griego Pitágoras, adquirió de la fraternidad esenia, los procedimientos científicos, además de la aplicación de los ceremoniales, con que posteriormente revistió a su escuela filosófica y de esoterismo; puesto que sus métodos son idénticos, a las fórmulas y doctrinas tradicionales de los cuerpos filosóficos, para ambas instituciones. Sin embargo, no todos los historiadores masónicos, admiten que Pitágoras haya introducido nuestra Orden en el territorio europeo según se pretende hacer creer; sino que su origen viene de las cruzadas. Sostienen su dicho, apoyándose en que la masonería era completamente desconocida, en el antiguo continente todavía durante el período del cristianismo, por lo que solamente puede haberse fundado hasta la época en que la propagaron los caballeros cruzados antes dichos; pero hasta que regresaron de la Tierra Santa, puesto que ya habían sido iniciados en sus misterios por los judíos en Palestina. Los mismos autores que desechan esta hipótesis, tratan de hacer valer su criterio, con fundamento en que la primera Cruzada tuvo verificativo en el año 1075 motivo por el que encuentra incuestionablemente comprobado que el primero que convocó a una asamblea masónica en la ciudad de York, fue el príncipe Edwin; en el año de novecientos veintiséis; o sean ciento treinta y nueve años antes que tuviera lugar la primera cruzada, rumbo a la Tierra Santa en el Asia Menor. Es indudable pues ya sea de un modo o de otro, que las asociaciones gremiales masónicas, sus sistemas de organización y funcionamiento se extendieron por toda Europa; encadenándose con las fundadas en Asia y en África, ya fuera por medio de la conquista de los ideales democráticos o a causa de la propaganda científica y de las ciencias secretas. Por lo que respecta al Continente Americano, es casi seguro porque así ha quedado demostrado, que la masonería se fundó simultáneamente en el Antiguo y en el Nuevo Continente, puesto que lo denuncia, la presencia de las pirámides de Teotihuacán, Chichén Itzá, Uxmal, Palenque, Cholula y otras más en México; cuya identidad y similitud, van con las de Egipto, eso puede comprobarse fácilmente, puesto que dichas construcciones parece que tuvieron usos similares, o cuando menos existe entre ellas cierta hermandad arquitectónica, comprobada por medio de los estudios arqueológicos hechos sobre las referidas estructuras que vienen a demostrar, que existieron esos lazos fraternales de aquellas épocas, aun cuando por lo que respecta al lenguaje jeroglífico, varían como es natural. Las semejanzas aludidas bien pueden ser una prueba elocuente, de que en el continente Americano, se fundaron también agrupaciones de obreros, artesanos, arquitectos y demás, con una organización similar, a la que adoptaron las de Asia, África y Europa, aunque tampoco existiera en aquella época el encadenamiento fraternal, precisamente por haber perdido el probable contacto continental primitivo que debe haber existido entre Asia y América. Los anteriores razonamientos nos hacen creer que los toltecas, aztecas, mayas y tlaxcaltecas, practicaban los rituales masónicos, puesto que sus sabios y sacerdotes poseían muy vastos conocimientos sobre la astronomía y demás ciencias naturales; porque tenemos varias demostraciones palpables, como lo es el calendario azteca, las propias pirámides y la traducción de infinidad de inscripciones jeroglíficas, que aparecen grabadas en los templos, monumentos y sepulcros de sus antiguas ciudades. Todo lo anteriormente expresado no deja de ser sino una serie de meras hipótesis fundadas más o menos en argumentos científicos, pero que también han sido objeto de duras y variadas discusiones, sin que se haya llegado a establecer un razonamiento concreto en pro o en contra de tal aseveración. Veamos ahora en qué circunstancias ha venido transformándose la antigua, en moderna masonería, que según se ha podido demostrar, sólo se vino perdiendo su encadenamiento a través de los siglos a causa de la constante persecución de que ha sido objeto, por parte de la intromisión de las creencias fanáticas religiosas y sectarias; me refiero a las de origen netamente oscurantistas y retardatarias, aunque también se debió a las prohibiciones dictadas por los gobiernos despóticos, autócratas y totalitarios, y por último, a las épocas de la decadencia provocada por esas mismas causas, en que se vio envuelta la masonería al intervenir directamente sobre los asuntos políticos. Los motivos para que nuestra institución haya sido perseguida y aun prohibida desde la más remota antigüedad, se debe a que siempre ha propagado entre sus miembros y aun dentro del ambiente del mundo profano, las enseñanzas científicas; a fin de combatir al oscurantismo y velar por las libertades sociales; esas sublimes doctrinas, han sido dadas a conocer de conformidad con las exigencias de las diferentes épocas que ha vivido la humanidad, y también de acuerdo con la cultura de los pueblos; es decir, que en todo tiempo las tendencias de la masonería, han sido las de luchar en contra de las tiranías, protegiendo siempre al débil, en contra del más fuerte, señalando a cada quien sus deberes, así como la forma en que deben hacer respetar sus derechos, para que de esa manera, sepan que existen los medios en que puede vivir la humanidad en completa armonía. Saber respetar, para conseguir ser respetado; es la manera de poder apreciar la principal circunstancia que nos ha traído como consecuencia natural, que nuestra institución sea la más perseguida por los gobiernos arbitrarios, por los cacicazgos despóticos; para contrarrestar ese ambiente de hostilidades gratuitas, para defenderse, para poder continuar esa grandiosa labor contra el fanatismo y liberal dentro del orden democrático. Alcoseri. Se tiene que proceder a esa selección cuidadosa de sus elementos e implantar los medios secretos, para propagar sus principios, preceptos, máximas y doctrinas; ésta es la causa por la cual antiguamente nada se había escrito a ese respecto; por el contrario, cuando se consideraban descubiertas las actividades masónicas, en cualesquier lugar, se procedía desde luego a destruir todo aquello que pudiera revelar su existencia; esto, como es de suponerse, fue una de las principales circunstancias que originaron la falta de datos precisos o concretos sobre su existencia, evolución y encadenamiento a través de los siglos, hasta nuestros días. Ahora veremos cómo viene desarrollándose esta serie de persecuciones gratuitas y se justificará razonablemente la causa de lo obscuro de su historia. Principiaremos por remontarnos hasta el año 706 a.C., que fue la época en que la masonería floreció en Egipto y demás pueblos del Asia Menor; se sabe que en aquellos tiempos fue cruelmente perseguida por sus implacables enemigos los monarcas tiranos y opresores de los pueblos, tales como Nabucodonosor, quien ordenó el exterminio de los masones y la destrucción total de sus templos, toda clase de herramientas, emblemas, símbolos y alegorías; esto contribuyó a que la misma fraternidad se encargara también de hacer desaparecer todo rastro comprometedor, y como es de comprender, esa situación igualmente contribuyó a que se perdiera cuando menos temporalmente, su existencia; así como los datos auténticos sobre sus usos y costumbres. En aquella época Sedecías, el Gran Maestro de la Orden, al frente de sus más fieles obreros, trató de defenderse y lo hizo heroicamente en contra de sus perseguidores, por lo que aquella desigual lucha se tornó terrible, y nuestros hermanos tuvieron que ser vencidos, por la superioridad numérica y ventajosa de las hordas salvajes e ignorantes a las órdenes del tirano, quienes todo lo destruyeron a su paso. A los que cayeron prisioneros los sujetaron con cadenas cuyos eslabones afectaban la forma triangular, para demostrar con esos aquellos hombres, el desprecio que sentían por el DELTA SAGRADO. El cautiverio de dichos hermanos, duró sesenta años, o sea, hasta cuando Zorobabel ascendió al trono, en el año 676 a.C., quien inmediatamente decretó que todos los masones fueran libertados, a la vez que fueran también repatriados los que habían logrado huir; una vez reunidos, procedieron inmediatamente a reorganizarse, pero ya bajo otros sistemas, formando nuevas y más fuertes agrupaciones de obreros libres, principiando desde luego, a la reconstrucción de sus demolidos templos; pero esta vez, procedieron a trabajar con la TRULLA en una mano y la espada en la otra. Sin embargo, como resultado de aquellas frecuentes dispersiones, provocadas por la tenaz persecución de los enemigos de la masonería, resultó que muchos de sus agremiados emigraron, diseminándose por todas partes del mundo conocido hasta entonces; pero llevado siempre consigo las ideas, las prácticas y las enseñanzas socialistas y democráticas, que posteriormente lograron propagar hasta la misma Europa. También se tienen datos de que los cuerpos organizados en el Viejo Continente, fundaron primero en Alemania, allá por el año 871, algunas sociedades de artesanos que adoptaron el nombre de GUTTEN LODGE con apariencia netamente gremiales, no obstante que dentro de sus actividades, inculcaban a sus adeptos, las ideas del socialismo democrático y se reconocían como ahora lo hacemos nosotros por medio de signos, palabras y tocamientos, sus útiles y demás medios de adiestramiento e instrucción, los constituían una serie de cuerpos geométricos, sus herramientas de trabajo consistían en la cuchara, martillo, cincel, regla, escuadra y demás, pero como también fueron perseguidos los miembros de esas agrupaciones optaron por celebrar sus sesiones dentro del más absoluto secreto y en lugares tan sólo conocidos por ellos. Pero debido a la siempre tenaz persecución de que fueron objeto las logias alemanas, muchas de ellas fueron descubiertas y disueltas; sus obreros se dispersaron por todo el continente europeo hasta llegar a las Islas Británicas, en donde aunque estaban todavía desmoralizados, no perdieron su entereza, ni sus deseos de proseguir su labor benéfica; y resolvieron continuar trabajando hasta lograr enrolar nada menos que al príncipe Edwin, quien una vez iniciado, obtuvo el permiso del rey de Inglaterra, su hermano, para fundar una gran logia en la ciudad de York, acto que tuvo verificativo mediante la reunión de una gran asamblea, por el año 926, siendo Edwin el Gran Maestro de la Orden en el reino; en esa época se fundaron logias en todo el país y debido a ello, la masonería tuvo una época de gran florecimiento dentro del Imperio Británico; recibió entonces el sistema masónico el nombre de RITO DE YORK; no tardó mucho en caer bajo la acción de la política, y de entre su seno, surgieron algunos soberanos tales como Guillermo III, en el año 1702, pero una vez en el trono lamentablemente descuidó a la institución, puesto que en toda Inglaterra solamente trabajaban escasas cuatro logias residentes en el Gran Oriente de Londres; circunstancia por la que nuestra orden volvió a decaer; esta vez no se trataba de las persecuciones, sino de la apatía reinante entre sus elementos, al grado de que pronto vino la anarquía, fue entonces cuando se hizo necesario emancipar a nuestra institución de la política, lo que se pudo conseguir hasta el 24 de junio de 1717, fecha en la que la confraternidad, tuvo que organizar una Gran Logia Libre e Independiente, bajo la acertada autoridad y dirección del gran maestro Anthony Sayer; se constituyó con el concurso de masones bien intencionados y seleccionados; esta organización desarrolló una labor por demás digna y ejemplar, fue la que orientó e implantó los sistemas orgánicos, principios, dogmas y doctrinas que hasta la fecha se practican no sólo en aquel país, sino en el mundo entero, llevando como base a los antiguos y aceptados preceptos fundamentales, contenidos en los LAND-MARKS. Posteriormente, se fundaron ya, en forma oficial, los Grandes Orientes de Francia, Suiza, Italia, Alemania y España bajo los mismos lineamientos, tenido lugar dichos actos por el año de 1721; no cabe duda que después de la creación de los grandes cuerpos antes aludidos, la historia fundamental de la masonería actual, se encuentra documentada definitivamente desde el 24 de junio de 1717. La fundación de la masonería en América, y sobre todo por lo que respecta a México. Se tiene conocimiento de que la primera logia que se instaló en el continente, después de la conquista, fue por el año 1806, en el puerto de Veracruz, desde esa fecha ya se tienen datos más o menos precisos, sin embargo, algunos historiadores masónicos, aseguran que fue en la ciudad de México; pero lo cierto es que tampoco a ese respecto existe unidad de criterio; por ello asegurar con exactitud esta última afirmación resulta algo aventurado, porque existen datos irrefutables, para afirmar que la cuna de la masonería mexicana y aun de la propia América, es el puerto de Veracruz, y la primera logia que se fundó en dicha ciudad fue bajo los auspicios del rito YORKINO, que prevaleció en forma dominante en todo el país, hasta el año de 1813, fecha en que los masones españoles, introdujeron en la entonces colonia de Nueva España, el rito escocés antiguo y aceptado; parece que fue en la ciudad de México, en donde se fundaron los primeros cuerpos masónicos pertenecientes a ese rito, de donde posteriormente se extendió por medio de la instalación de otras logias por todo el territorio nacional, y más tarde también al resto del Continente Americano. Pero con el tiempo de la misma manera sucedió que la masonería mexicana de ambos ritos, con casi la totalidad de sus logias establecidas en aquella época, desgraciadamente también cayeron bajo la influencia de la política imperante en el país; aquellos cuerpos masónicos fueron perdiendo su popularidad como logias libres e independientes, desmoronándose irremisiblemente, a causa de la renuncia de muchos de sus buenos elementos, causando ello la más completa desorganización. Como en ese tiempo, ya en México, existían dos grandes logias, la YORKINA y la ESCOCESA, mismas que entre sí, casi nunca llevaron estrechos lazos de fraternidad como en la actualidad, resultó que la Gran Logia del rito Yorkino por el año de 1820, trató de reorganizar sus elementos con el fin de ver si era posible emanciparse por completo de la política, pero como todas sus demás logias se encontraban diseminadas y también desorganizadas, no le fue posible lograr sus propósitos; circunstancia por la cual, muchos de sus referidos cuerpos, aisladamente pidieron nueva carta patente pero esta vez directamente a la Gran Logia de Nueva York, lo que consiguieron, quedando entonces bajo el control de aquel alto cuerpo extranjero. Como no terminó ahí el estado caótico de la masonería mexicana, resultó que muchos de los hermanos pertenecientes a ambos ritos, no conformes con la situación que prevalecía dentro del seno de las grandes potencias de la masonería en México, optaron por el año 1823, consagrarse a fin de entablar pláticas y discutir la conveniencia de fundar o de instalar en el país, una masonería de origen netamente mexicano; después de grandes debates y acaloradas discusiones, no llegaron a ningún acuerdo. Por aquella época, no obstante los estragos que causó la guerra de Independencia, así como las constantes luchas intestinas posteriores, la situación de nuestra Orden continuó en plena decadencia; aun cuando tuvo Grandes Maestros como don Guadalupe Victoria, don Vicente Guerrero, don Guadalupe Gómez Pedraza, don Valentín Gómez Farías, don Javier Echeverría, don Nicolás Bravo, don Benito Juárez; en cuya época o sea hasta el año 1858, poco antes de la guerra contra el imperio de Maximiliano de Austria, fue cuando el gran patricio convocó a una gran asamblea a la que asistieron representaciones de la mayoría de las grandes logias en los Estados; después de acalorados debates y largas discusiones, se resolvió crear el famoso RITO NACIONAL MEXICANO; el cual se enfrentó al funcionamiento del ESCOCES y del YORKINO; sin embargo, en esas condiciones continuó sus trabajos la masonería mexicana, teniendo al frente en diferentes períodos a los Grandes Maestros, don Melchor Ocampo, don Sebastián Lerdo de Tejada, don Porfirio Díaz, don Ignacio Altamirano y otros. Lamentablemente y al igual que en otros tiempos, poco a poco la masonería mexicana se hizo nuevamente instrumento de los políticos; como consecuencia inmediata volvió el desprestigio y la disolución en sus filas, por lo que más tarde se declaró su desaparición, no obstante a que hasta la fecha todavía existen una que otra logia que aún practica ese ceremonial de origen mexicano. Vino desde luego la reorganización de las grandes logias de los ritos Escocés y Yorkino, que hasta nuestros días continúan trabajando regularmente. Haciendo un resumen de lo ya tratado y aclarado, llegamos al convencimiento de que la historia de la masonería universal, tiene su origen en las antiguas agrupaciones gremiales Democrático-Socialistas, Dionisiacas y Esenias, por lo tanto, bien puede ser que nuestra actual institución, tal y como lo conocemos ahora, constituya la continuación de aquéllas en que se adaptaron los grandes ideales; puesto que son preceptos y doctrinas que se han venido propagando a través de los siglos y las edades, hasta llegar a nosotros en forma de lo que ahora conocemos como nuestra grande y augusta institución; lo único que se había perdido, es el encadenamiento, anteriormente roto a causa de las persecuciones de que siempre ha sido objeto nuestra orden, a la que ahora reconocemos como una agrupación única; pero con las variantes propias del progreso y el modernismo, cuya evolución dentro de las actividades humanas nos han traído otros tiempos, otras costumbres; y otras modalidades, además de los adelantos propios de la actual civilización; por lo tanto, no nos queda más que exclamar;
¡LOOR A LA SUPREMA MASONERIA!
Escrito por el Q:.H:. ADOLFO TERRONES BENITEZ Y el Q:.H:.ALFONSO LEON GARCIA