Peligrosa Iniciación en el Tantra
Durante un viaje a la India, visite la remota región de Trivandrum, ahí un misionero católico que hablaba español me habló de que en dicha zona subsistían aún unos ritos sexuales para él “abominables y obscenos”. Fue entonces que solicite información adicional a un francmasón que había residido años en esa región.
El me explicó que se trataba de Ritos de Tantra una especie de Poderosa Magia Negra, una autentica Sociedad Secreta, que sobrevivía aún en la misma India del siglo XXI, que adoraba a la Diosa Kali una especie de Afrodita Hindú. Al parecer, la unión sexual con ciertas sacerdotisas era el medio idóneo para obtener un tipo de “Iniciación extremadamente fulminante” y de esa forma poder así penetrar en los misterios de esa Poderosa Divinidad llamada Kali.
Le pregunte a mi hermano francmasón hindú que si había algún medio de relacionarse con esa Sociedad Secreta de Mujeres Sacerdotisas Hindúes, a lo que él me repuso: Es difícil para un extajero mexicano, pero por ser masón puede intentarse un contacto, te advierto, me dijo que es peligroso manipular ese tipo de fuerzas, no es igual a lo que hayas leído nunca en un Libro del Tema. Mi hermano masón parecía en este caso, estar muy familiarizado con ese movimiento Tántrico, o bien formar parte del mismo.
Luego de tres días, me llamó y dijo me llevaría al templo, iba nervioso, la sola idea de enfrentarme a lo desconocido me aterrorizaba. A la entrada de un pequeño poblado neblinoso, una anciana nativa de la región me condujo hasta un templo, mi hermano masón no nos siguió. El sendero por el que caminábamos se adentraba en la espesura y terminaba bosque con una Niebla densa. Allí se levantaba un viejo templo casi en ruinas dedicado supongo a la Diosa Kali, en apariencia milenario. Entramos dentro por una pequeña puertecita y llegamos un pasillo iluminado apenas por veladoras. Luego, la mujer me dejó en una estancia que parecía más un lugar sagrado. Las paredes estaban ricamente ornamentadas con molduras que semejaban posturas sexuales, y en una parte del recito había algunos relieves escultóricos que podía identificar como representaciones de la Diosa Kali. Ahí la luz del Sol se filtraba apenas por algunas aberturas lo que hacía del recinto tener una atmosfera extraña.
Me daba la impresión de un zumbido en mis oídos por tanto silencio. Me disponía a examinar más de cerca aquella representación de la Diosa Kali cuando, de repente, noté la presencia de una persona. Una joven mujer acababa de ingresar al recinto, ella sin decir nada tomó unas ofrendas que yo traía en mis manos, que habían sido indicadas por mi hermano masón para ofrecerlas a la Diosa Kali, y las puso respetuosamente en una mesa frente a la Diosa Kali.
Lo que enseguida atrajo mi atención fueron los ojos de la chica, grandes y expresivos, sus ojos eran verde claro, algo poco común en las chicas de por ahí, pero aún más sus ojos brillaban con fuerte fulgor, y sus facciones parecían cambiar constantemente, mi única explicación lógica era la tenue luz filtrada al recinto. Iba envuelta en un sari color marrón cruzada por franjas color oro. Los negros muy brillantes cabellos de la joven, le caían un poco más abajo de los hombros. Su rostro parecía cambiar y eso me hizo atemorizarme, la joven aparentaba 18 años, pero en ocasiones parecía de más edad.
La chica encendió dos lámparas de aceite, pero la refulgencia de la luz que emanaban aquellas lámparas era impresionante, ella parecía ser dueña de las circunstancias, y yo un mero títere, al que pronto le jalarían los hilos. Se aproximó a mí y me miró a los ojos, algo dijo en su idioma que no comprendí, pero inexplicablemente yo afirmaba con la cabeza, a mi respuesta ella sonrió, con una sonrisa indescriptible, luego tomó mi mano izquierda y la sumergió en un liquido rojizo y aromático, ella dijo algo que igual entendí por alguna razón lleve mi mano húmeda a mi boca y probé el liquido, ella se complacida tomó mi mano y también probó ese liquido. Tomándome de nuevo mi mano me condujo hasta un banquillo de piedra y me senté ahí. Muy pronto, el aroma extraño del liquido, dulzón, comenzó a turbarme mi ánimo. La chica me pareció entones ser misma diosa Venus Desnuda del mi templo masónico, pero ahora de carne y huesos.
Sus formas, armónicas, efectivamente se asemejaban a la estatua de la Diosa Venus. Esa visión de ver la misma Diosa Venus viva suscitó en mí una mezcla de deseo carnal y de una angustia indescriptible. Su cuerpo de Venus era cálido y suave, emanaba un olor a sándalo. Estreche a la chica entre mis brazos preso de algo indescriptiblemente febril que me quemaba la misma sangre. Ella pareció estática no se cuanto tiempo como una estatua, como concentrándose, pronunció entonces una especie de invocación mágica y, con un gesto muy rápido y al parecer bien ensañado, se aproximó a mí en una postura extraña, su fuerza era sobrehumana, y parecía ella me manejaba como a una pequeña marioneta.
Al estar ella tan próxima me hizo pensar como en el golpe de una gran ola marítima que me arrastraba, pero me arrastraba por un oscuro torbellino. Aquel extraño contacto, el gusto del contacto, el denso perfume, el sabor en mis labios de aquel liquido sabor a sangre, miel y perfume, esas caricias tan extrañas, su sonrisa, su mirada fija en mis ojos, terminaron por invadirme por entero. Quise librarme de su poderoso abrazo, pero ella no lo permitió. Con un busco movimiento separó su cuerpo del mío, sólo para volverse a pegar a mí aún con mucha más fuerza. Ese placer tan intenso y sostenido me producía una tensión insoportable en mi columna vertebral. Mi frente vibraba intensamente, para luego subir a la parte superior de mi cabeza. A partir de ese momento debí de perder el control, a tal grado que me sentí fuera de mi cuerpo por un largo momento, veía mi cuerpo ahí en ese templo, y a ella la veía como una intensa luz muy brillante, pero con destellos negrísimos. Al volver a mí de nuevo, abrí los ojos me pareció que todo ahí estaba en su lugar, y como con más amplitud de área, y nada proyectaba sombra.
Tontamente pensé todo la experiencia había terminado, pero apenas y comenzaba. Fue cuando tuve la viva sensación de que la misma Diosa Kali tallada en la roca milenaria cobraba vida y se fundía con la chica ahora sentada encima de mí. Fue cuando ella al mismo instante comenzó a abrazarme, recordadme por alguna razón el abrazo de mi madre de cuando era niño, con tanta fuerza emotiva, y como un relámpago cegador su luz me aturdió y perdí el conocimiento, pero sintiendo vivamente la sensación de una apertura de conciencia increíble, al dejar mi cuerpo ahí como un autentico cadáver.
Yo el francmasón salí ileso de la experticia iniciática Tántrica, que involucra el riesgo de la muerte o la locura. Esta experiencia increíble me abrió a la Luz, un rito milenario de iniciación peligroso pero efectivo.
Alcoseri