Los rituales masónicos
Los rituales masónicos, sirven a un propósito dual, son el factor unificador para las actividades y pensamientos de los masones participantes en ellos. Fusionan la mente de muchos en un propósito directo, orientado en una dirección particular para un fin poderosamente específico.
Los rituales servirán también como el agente a través del cual la naturaleza interna del candidato puede ser elevada y estimulada de tal manera que éste pueda cursar su grado, obtener ese necesario impulso e ímpetu que lo conducirá a través de sus pruebas, permitiéndole pasar de un punto a otro, de lugar a lugar y de pedestal a pedestal (todos sinónimos de centros de poder) dentro del Templo de Luz en un definido y ordenado progreso.
Hay otras implicaciones y otros resultados que aparecerán a medida que logremos una correcta comprensión de la Ley del Ritmo, pero los puntos que hemos tratado, indicarán posibilidades y oportunidades para la investigación y el estudio.
Detrás del trabajo mágico de los rituales debe estar la influencia del ritmo establecido; la ley que gobierna toda la uniformidad en el trabajo, que diluye el desorden y produce la mayor eficiencia espiritual y material.
La materialización sobre la tierra de la visión mística (¿y no es ésta la visión de todo verdadero masón?) debe ser producida por la sabia actuación de esta ley del ritmo y del ritual. Es importante sin embargo, que recordemos que detrás de esta Ley del Ritmo, y gobernando todos sus aspectos, debe también encontrarse la ley, la influencia y el propósito impelente del amor.
La actividad rítmica basada en el amor; el trabajo creativo fundado sobre el propósito amoroso; y el estímulo para que los hombres busquen «el lugar donde habita la luz» y esa vida eterna que siempre se revela al verdadero buscador, porque tal es la intención amorosa del Más Elevado; ese es el poder motivador del trabajo ritual masónico.
Este es el factor y las implicaciones que los masones deben enfrentar ahora, si el trabajo masónico está llamado a perpetuarse ante las modernas dificultades y peligros. La tercera ley, la Ley de Reconocimiento, concierne mucho mas al candidato que a la Logia de masones.
Es el nombre dado por los estudiantes esoteristas a esa influencia o energía que — emanando del candidato mismo— evoca, de la Logia reunida, ese reconocimiento que lo aclama como iniciado.