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General: HEROES Y MARTIRES
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De: lamoneda38  (Mensaje original) Enviado: 28/04/2012 22:17
HEROES Y MARTIRES
(PRIMERA PARTE)
(José Santos Valdez, de su libro: Matamoros Ciudad Lagunera.)

EL 4 DE SEPTIEMBRE la caravana de la Democracia y de la Libertad debe de haber abandonado la hoy Villa de Viesca en horas de la madrugada. La escolta quizá se vio aumentada con los hombres armados con que la recibió en el puerto de la Peña y antes de llegar a este lugar, don Jesús González Herrera: 100 hombres de los que por más de treinta años habían combatido sin desmayo por la tierra que el hombre de Guelatao, todavía no Benemérito, les acababa de entregar. Cien hombres que, además, conducirían a la caravana por camino apropiado por más corto y más seguro.
Mientras salieron del breve caserío, las sombras no dejaron a quienes por vez primera pisaban tierras laguneras contemplar un paisaje extraño. Tal vez soldados y personajes, después de haber vivido una semana en el oasis del entonces Álamo de Parras, iban rumiando pensamientos en derredor del placer que experimentaron con el hermoso manantial de Juan Guerra, la abundancia de sus aguas claras, dulces, acariciantes; las imágenes de la desolación de la estepa entre San Luis y Saltillo, Saltillo y Monterrey, Monterrey y Mesilla y Anhelo, con paisajes que les encogieron el ánimo, con la monotonía aplastante de los cielos abiertos, los cerros pelones, las llanuras inacabables pobladas de gobernadora, lechuguilla, palmas de hoja corta, cardenches y tasajillos y pocos mezquites y uno que otro huizache; espinas y biznagas de todos los tamaños y allá de largo en largo, pequeños manchones de álamos, fresnos o alamillo y más de largo en largo, los frutales. Dejaban Viesca con la sensación de que perdían las horas gratas para seguir ganando las de las fatigas, las del “polvo fino del desierto” que se hace masa con el sudor sobre el rostro, el cuello y en todas partes del cuerpo al que penetra. El cruzar el extremo este del desierto de Paila debe haberles angustiado. Pero…
AL SALIR EL SOL sus ojos deben haber visto un paisaje cerrado----por todos los rumbos----por los mismos cerros desprovistos de vegetación arbórea. Pero, sobre el suelo, la abundancia de mezquitales, huizaches de follaje espeso y de sombra acogedora. Si caminaron----que es lo más probable----buscando los poblados de Bilbao y Saucillo, hasta donde todavía en los treinta llegaba el agua de los manantiales, deben haberse sorprendido de lo contradictorio del suelo, rompiendo la uniformidad que daba al panorama la desnuda solemnidad de los cerros que limitaban y atravesaban la llanura. Viesca estaba llena de arboles y palmas datileras y rosales de castilla y de muchas plantas que embellecían los pequeños jardines, las ventanas, los corredores y los patios de las casas. En Bilbao y Saucillo encontraban otra vez aguas de manantial. Extraña tierra que en Bilbao con palmeras y arboles, hacia el este del poblado tenían varias hectáreas de dunas arenosas que, según decían, solo se observaban en los grandes desiertos como el de Sahara.los laguneros tal vez no descansaban dando explicaciones sobre la extraña tierra: arenales calientes y reverberantes rodeados de espesos mezquitales, sobre todo... Ganado pastando en la soledad y aparentemente sin pastores, por todas partes: vacunos, cabras, ovejas, caballos, mulas, asnos…Por algo desde el siglo XVII ya le llamaban a la Laguna “el rincón de los pastores”. Tierra hosca a ratos, placentera en otros y con una gente que hablaba poco, no extrovertida como ahora se dice, pero de la cual se sentía de inmediato la sensación acogedora de la amistad o de la antipatía, la de la repulsa.
CUENTA LA TRADICION oral que los peregrinos de la Libertad arribaron a El Gatuño al filo del mediodía del 4 de septiembre de 1864 y que fueron recibidos como triunfadores. Que allí comieron, y Don Benito y sus ministros fueron atendidos en la casa de la familia Álvarez Rivas, y Doña Cesárea Rivas de Álvarez, sirvió personalmente la mesa de los trashumantes. Allí además, en una habitación que se conserva como un monumento---pues de hecho por unas horas fue el Palacio Nacional---descanso el Presidente de la Republica y tomo algunos acuerdos.
La casa de la familia Álvarez Rivas paso, como es natural, a poder de sus descendientes. Estos la vendieron en 1969 a la Secretaria de Educación Publica. Fue comprada, en parte, con una cuota de 20 centavos que dio---- como producto de de una campaña de divulgación de los hechos----cada uno de los alumnos de las escuelas federales de La Laguna. Un maestro rural cedió una faja de su propiedad para ampliar la superficie. La SEP completo el valor de la compra y con lo que se ahorro y otros donativos, se arreglo el techo de la habitación, se circulo el terreno con tela ciclónica, se pinto por fuera y por dentro y se puso un pequeño busto de don Benito Juárez García al frente y una placa mas de las que ya tenía. Buena parte del merito de todo esto corresposponde al profesor Domingo Adame Vega, guerrerense, que fue director de Educación Federal en La Laguna. La habitación tiene fotografías, un busto, tierra de Guelatao y otros motivos juaristas. Se dice, además, que el señor presidente Juárez, tuvo interés en llegar a El Gatuño porque quiso encontrar y cambiar impresiones con el señor Damián Álvarez, esposo de doña Cesárea, con quien venía recomendado pues, según se afirmo entonces, el señor Álvarez era de la familia de don Juan N. Álvarez.
El acuerdo más importante que ese día tomo don Benito fue el de confiar a los laguneros la custodia del Archivo General de la Nación. El archivo había quedado en Saltillo cuando el gobierno se traslado a la ciudad de Monterrey.

A la salida de la ciudad no fue posible regresar a la capital de Coahuila porque la amenaza de los franceses lo impidió. El día 21 de agosto de 1864, el general Aureliano Rivera, desde Parras, se dirige a don Benito y le informa en su carta, que estando en Saltillo encontró el archivo del gobierno en mala condición; que lo recogió y acomodo lo mejor que pudo y que en carros y carretas que requiso, con una escolta de 100 hombres, lo envió al general Jesús González Ortega para que le sea entregado al Benemérito. Esto ocurre el 21; el 24, la caravana arriba a San Lorenzo de Parras y allí le dan alcance los conductores del archivo. Parece que eran 55 grandes bultos y cajones que tienen que acomodarse en 10 u 11 carretas, cuyo desplazamiento hace mas lenta la marcha del gobierno. Por donde quiera que se le contemple, el problema de llevar el archivo era fuente de variadas complicaciones pues, además de que dificultaba y entorpecía la movilidad del gobierno, había que alimentar y pagar a los hombres que manejaban las carretas, alimentar a las bestias que tiraban de ellas y encontrarles de beber y estar pendientes de las descomposturas que en jornadas de ese tipo eran muy frecuentes, por otra parte, había que distraer soldados para su vigilancia y defensa en caso necesario.
TODO LO ANTERIOR y tal vez la necesidad de acelerar la marcha, peso en el razonamiento del señor Juárez y lo hizo concluir en la necesidad de ocultarlo pero ¿Dónde?, con quienes? Los laguneros lo habían recibido extraordinariamente bien. La prueba de adhesión que le dieron los liberados por Vidaurri, en San Lorenzo y que confirmo con amplitud antes de Viesca y después de Viesca, acababa de refrendarse allí en El Gatuño. Don Benito peso todo lo ocurrido y en su ánimo quedo hecha una decisión: confiarles el Archivo.
Llamo a don Jesús González Herrera y le pregunto si entre sus amigos y partidarios había quienes fueran capaces de guardar un secreto y cuidar algo que se les confiaría, con la seguridad de que primero perderían la vida que revelar tal secreto y entregar al enemigo tal encargo.



Don Benito Juárez y Don Juan de la Cruz
Don Jesús no lo pensó mucho. Contesto que entre los hombres que allí estaban se encontraba el apropiado. Fue asi como don Jesús le presento a don Juan de la Cruz Borrego, su tío, como la persona que podía cargar con la responsabilidad y, desde luego, buscar con quienes cumplir la misión que le encomendaron y tomar todas las providencias necesarias.
LISTA DE LOS CUSTODIOS DEL ARCHIVO
1. Juan de la Cruz Borrego, jefe.
2. Darío López Orduña, jefe del grupo armado.
3. Mario Ortiz, pastor, victimado.
4. Guadalupe Sarmiento, pastor, victimado.
5. Gerónimo Salazar, pastor victimado.
6. Pablo Arrequín, custodio armado, victimado.
7. Manuel Arrequín, custodio armado, victimado.
8. Ángel Ramírez, custodio armado.
9. Julián Argumedo, custodio armado.
10. Vicente Ramírez, custodio armado.
11. Cecilio Ramírez, custodio armado.
12. Andrés Ramírez, custodio armado.
13. Diego de los Santos, custodio armado.
14. Epifanio Reyes, custodio armado.
15. Ignacio Reyes, custodio armado.
16. Telésforo Reyes, custodio armado.
17. Gerónimo Reyes, custodio Armado.
18. Mateo Guillen, custodio armado.
19. Francisco Cano, custodio armado.
20. Julián Cano, custodio armado.
21. Guillermo Cano, custodio armado.


Don Benito Juárez Maza (hijo de don Benito), con los custodios sobrevivientes, el 21 de marzo de 1906, en la Cueva del Tabaco, de izquierda a derecha: 1.- Cecilio Ramírez. 2.- Ignacio Reyes. 3.- Don Benito Juárez Maza, 4.- Epifanio Reyes. 5.- Telesforo Reyes.

Tomado de su obra: “Matamoros Ciudad Lagunera” el capitulo “Héroes y Mártires”.

“Benito Juárez en su lucha por rescatar la soberanía de la republica a su paso por estas tierras, dio sentido al primer momento de reforma agraria que vivió Coahuila.
Las haciendas de quienes sirvieron al imperio y a la reacción, fueron otorgadas a los soldados de la reforma y son asiento de muchos de los pueblos que hoy existen.
Aquí, en La Laguna, por voluntad del patricio, se entregaron tierras a los custodios de los archivos nacionales y se inicio un proceso social de gran trascendencia que subsiste hasta nuestros días”.

Eliseo Mendoza Berrueto (gobernador del Estado de Coahuila).


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