El Camino Hacia la Gran Luz
Erase en un tiempo lejano que un grupo de
entusiastas masones ya diestros en el
manejo de sus herramientas decidieron
realizar el largo y peligroso viaje hacia lo más alto de un Monte. Se dijeron es tiempo de escalar hasta lo más
alto allá en donde la Gran Luz emana, aquí
abajo en lo más profundo todo es
confusión y oscurantismo; viajaremos allá y traeremos grandes torsos de Luz y
las compartiremos con los de aquí abajo y así comenzará el Reino de la Luz a
difundirse entre los hombres y mujeres. El proyecto es peligroso, lo que nos esclaviza a esta
parte de abajo es Tiránica y Poderosa y no permitirá que liberemos a sus esclavos. De todos modos
se decidieron partir. Poco después de su
partida hacia la Gran Luz, un hombre con
aspecto de estar seguro de ir con ellos, pidió unirse al grupo de masones.
Mientras el guía de la expendición masónica
discutía con él esta posibilidad de que alguien que no
es masón los acompañase en tan masónica travesía, algunos masones se opusieron rotundamente al recién llegado Profano, no era masón, en vez de mandiles
portaba sólo un cinturón. Además su aspecto era extraño, no parecía diestro en
el uso de las herramientas.
El hombre, además, confesó que su profesión
no era la de un albañil, sino de un cocinero, un maestro cocinero, un hábil en
el arte culinario. Dijo que, al estar unido a ellos, su participación en la expedición sólo podía ser beneficiosa para
todos. Finalmente así, ya que se estaba
perdiendo tiempo en discusiones, los masones ya no se opusieron y se le
permitió al cocinero que simplemente les siguiera de lejos, para que no se
percatara de sus rituales.
Cuando la expedición masónica avanzó por
el camino llegando a un lugar particularmente deshabitado, fueron rodeados por
los habituales salteadores del camino que lleva a la cúspide. Eran bien organizados,
y les llamó la atención en particular sus finos mandiles, sus Medallas y
Coronas, sus caras joyas masónicas y sus carísimos anillos y relojes masónicos. Encerraron a los masones en unas improvisadas
jaulas dependiendo del grado y sus puestos en logia, se decían entre más alto
su grado serán sometidos a trabajos más forzados; y así reían diciendo: miren otro grupo mas de masones atreviéndose
a escalar hacia la Luz, y les mostraban fotografías de otros masones a los que había
capturado, y les comentaban a estos los
dejamos ir, a cambio de jurarnos no volver a determinarse seguir el camino hacia
la Luz, y mejor regresaron, claro sin sus caras joyas ni títulos. Y lo peor robamos para
siempre de ellos su espíritu de Lucha, su tesón por alcanzar la Inmortalidad de
su Alma. Ya de regreso dijeron los ladrones olvidan todo, y regresan de nuevo a su habitual oscuridad para siempre.
Reían los asaltantes ocupados en sus
burlas cuando se dieron cuenta de alguien del grupo había sido pasado por alto.
El Cocinero se encontraba no dentro de la jaula, se dijeron debe haber
escapado, esperemos no haya tomado el camino a la Cima de la Montaña y descubra
todo el Secreto, y seamos castigados por nuestra distracción, se decían los malhechores.
Pero, pronto se tranquilizaron a ver al Cocinero preparando unos suculentos y
ricos manjares a la orilla del camino
sólo un poco adelante de ellos.
¿Qué haces cocinero? Grito el jefe de la
banda de ladrones – ¿No te das cuenta que eres nuestro prisionero maldito
cocinero?
Sea yo tu prisionero o no, ustedes tendrán
que comer, yo soy hábil en el arte de la buena cocina – respondió el Cocinero y
siguió preparando los atrayentes bocadillos. Vicente
Alcoseri https://groups.google.com/group/secreto-masonico/browse_thread/thread/c1b99e10ef8ffe03