COLEGIOS SECRETOS DE CONSTRUCTORES
Las antiguas sociedades de constructores, de las cuales, se asegura por muchos, se derivan el nombre de las Logias masónicas, se denominan en forma generalizada ANTIGUOS COLEGIOS.
Por los años 714 antes de Cristo, Numa instituyó en Roma los Colegios de Arquitectos. Sus primeros miembros eran nobles griegos, que Numa había hecho llamar expresamente de Ática para organizar lo que sería la Gran Escuela de Arquitectos en la Antigua Roma.
La Octava de las Doce Tablas que, como es sabido, se sacaron de las leyes de Solón, contienen disposiciones generales aplicables a los Colegios de Arquitectos en Roma.
Ragón dice en sus libros estar demostrando que, después de la destrucción de los antiguos colegios Druídicos en las Galias Francesas, herederos directos de los constructores de Menhires y Dólmenes en la Vieja Europa, destruidos estos colegios precisamente por Julio Cesar, expiran las antiguas iniciaciones venidas de la Nación Hiperboreal, de las cuales aseguramos deriva la Orden Masónica.
Pompilio organizó en Roma en el año de 131 sociedades o congregaciones de artesanos a cuya cabeza puso los Colegios constructores, designadas ahora como hermandades. Se menciona que estos Colegios impulsaron las grandes construcciones en la Roma antigua. Los Colegios Secretos de Constructores fueron una constante en el Imperio Romano, conservando las mas precisas técnicas de construcción, y transmitiendo sus secretos de construcción solamente a unos pocos Arquitectos, creando una Fraternidad muy sólida, cuyas relaciones con el Estado Romano y el sacerdocio imperante estaban determinadas por las leyes con toda precisión.
Tenían un culto y una organización que les eran propios, basados en misterios dionisiacos, que encontramos ya constituidos en todo el Imperio Romano. El colegio de Arquitectos en la antigua Roma era ávido de adoptar ideas de los reinos conquistados, y no solamente de construcción sino ideas de alta filosofía, y no solamente de los reinos conquistados sino también de países como Persia y la India, el imperio Romano admiraba el alto grado de sublimidad a que se habían elevado a su arte de construcción en Egipto, como nos lo demuestran claramente los vestigios y ruinas aún existentes.
Los Romanos además admiraban los templos y monumentos, a tal grado que invitaban a estos constructores a la Roma, con tal admiración que los tenían en alta estima, a tal punto que estaban exentos del pago de toda clase de tributos.
Estos colegios de constructores se reunían, después de los trabajos del día, en lo que los Romanos llamaron en ese tiempo Logias, estaban justo a un lado de los edificios en construcción. Sus decisiones en esa remota época eran tomadas por votos. Estos constructores iniciaban a los nuevos miembros en los secretos del arte y en sus misterios particulares, esto debido a que muchas de las construcciones excedían la tiempo de vida de los mismos arquitectos, y la idea u objetivo quedaría por varias generaciones de arquitectos, sin perder la más mínima idea de la obra en cuestión.
Regularmente las secciones en estas logias antiguas iban precedidas por un ritual, muy elaborado, pero como estas hermandades de constructores estaban compuestas por hombres de diferentes etnias y religiones y, por consiguiente, profesaban creencias diversas, el Ser superior, naturalmente, se representaba bajo una forma general, y como eran arquitectos constructores le denominaban Gran Arquitecto a esa idea Superior, y lo fijaban como una meta de perfección.
Siempre el ingreso a los Colegios de Arquitectos estuvo muy limitado, y se juramentaba no divulgar los secretos de la construcción de edificios y templos. Y obviamente había obreros rasos inferiores en las obras, capataces medios y arquitectos sublimes. Y era pena de muerte divulgar los secretos del arte de la construcción.
El obrero inferior aprendía el manejo de las escuadras y el nivel, el rigor de la maestría en construcción exigía una serie de pruebas, que tenían un origen milenario para aquella época.
La tolerancia y la ayuda que los Antiguos Colegios de la construcción se arrogaban, hicieron que se desarrollaran entre ellos una serie de doctrinas y normas que estarían muy por encima de las ideas dominantes de barbarie de aquella época, y se envolverían en un simbolismo misterioso que velaban sus secretos. A semejanza de los dionisianos, tenían también, para reconocerse por todo el Imperio Romano, sus formas Secretas.
Muchos tenían la misión de trazar planos de todas las construcciones militares, tales como atrincheramientos, fortificaciones, murallas y obras civiles puentes, carreteras, acueductos y arcos del triunfo etc. El imperio Romano debe mucho a estos constructores, y de alguna u otra manera difundieron sus ideas por todo el imperio. Como por su índole constructora debían mantenerse en paz con los lugareños, llevaron buena amistad con los pueblos dominados. Los mismos Colegios de Arquitectos subsistieron a la misma Caída del Imperio Romano, luego la misma Iglesia llamo a los Colegios de Constructores para hacer las Catedrales, no dejando decaer su influencia. Ahora los colegios estaban constituidos en corporaciones o cofradías, se esparcieron por toda la Europa Cristiana.
La influencia creció para la propagación del idea Cristiano dominante, erigiendo grandes Catedrales y monasterios, esto hizo que los Papas les otorgaran muchos privilegios. Que les otorgarían el derecho de depender única y exclusivamente de los pontífices romanos; el privilegio exclusivo para la construcción de los edificios de toda la cristiandad y además de diseñar y trazar las nuevas ciudades como Paris. También se les otorgó el privilegio de diseñar nuevas naciones si era necesario.
Luego, se prohibió, que nadie que no fuera admitido constructor regular o reconocido albañil por la confraternidad, pudiese establecerles la menor competencia, comunicándose a todos los reinos que, respetasen estas ordenes, sin la menor objeción. La Iglesia Romana nunca, se promulgó en contra del Colegio de Constructores y Arquitectos, el distanciamiento no se dio realmente.
El número siempre en aumento de sus afiliados en todos los países y la evolución natural de este antiguo colegio, fueron transformándose poco a poco en lo que hoy es la Masonería, y fueron admitidos No Albañiles en el Gremio, sabemos hoy que esta Masonería actual se transformará pronto, pero el Colegio Invisible, nunca perderá su iniciático sentido milenario.