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General: Las clases Empresariales y Obreras dedicadas a la Industria Armamentística
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Respuesta  Mensaje 1 de 2 en el tema 
De: Alcoseri  (Mensaje original) Enviado: 14/09/2013 18:07
Las clases Empresariales y Obreras dedicadas a la Industria Armamentística
La creciente investigación destinada a la investigación del lado oscuro de la psique y del riesgo de la catástrofe bélica que parece cernirse sobre nosotros ilustra con suma elocuencia los aspectos personales y colectivos respectivamente del lado oscuro de la ética industrial armamentística, no sólo de lado capitalista sino también del lado socialista, ambas corrientes ideológicas políticas tienden a la fabricación de armas. Todos conocemos de la clase obrera dedicada al armamentismo que ha sacrificado su vida por cooperar en la creación de armas, desde el científico que las diseña, hasta el modesto asalariado de una empresa bélica. Sea cual sea su ocupación el adicto a trabajar en esta industria del terror ofrece sus energías en aras de una empresa diabólica ( no piensa tanto la jubilación o el futuro de sus hijos, piensa que contribuye a la destrucción, pero un aspecto de su psique que sólo está en su subconsciente), un sueño (la contribución al malestar colectivo) No la simple incapacidad de vivir de otra manera más honesta. Pero en cualquiera de los casos que sean no es dueño de su destino ni se halla motivado por el proceso creativo sino que está poseído por una especie de yo demoníaco, pero si cuestionamos a estos obreros del terror estos nunca admitirán de su adicción pensar que esa arma alguna vez matara a un ser humano o a muchísimos. Hoy en día se considera que la obsesión por el hacer el mal constituye una adicción tan compulsiva como el juego o la sobrealimentación, secreciones de adrenalina o de endorfinas. Hay casos en los que la misma estructura de la empresa armamentista y sus directivos contribuye a fomentar este sombrío panorama. Por su parte, el exceso de ganancias, la necesidad que existan conflictos, la promoción de Guerras, las cuotas de venta irreales y los Brindis contribuyen a aumentar la distancia existente entre el estilo de vida de los distintos estamentos laborales de la Diabólica industria bélica. El precio que hay que pagar por esta situación es muy elevado ya que el adicto padece el deterioro psicológico y emocional que acompaña a una vida unidimensional, los familiares del obrero sufren al ver las manías de su allegado y las empresas se ven obligadas a renovar periódicamente sus cuadros directivos cada siete años. Ellos son los Obreros de la Carrera armamentística, los denominan los trabajadores que resultan ser los primeros heridos por las armas, su moral se quiebra al saber que sus armas causaran mucho daño, «personas sanas sometidas a condiciones emocionales que, si bien pueden fomentar el proceso productivo resultan, en cambio, sumamente perjudiciales para el espíritu». El éxito personal del trabajador herido depende de su adaptación a la personalidad colectiva de la empresa y del consiguiente destierro al olvido de aquellas otras cualidades que no se ajustan a la imagen de la organización. Debemos recordar que las empresas bélicas también cuentan con unas personas “los Políticos” (con unos rostros convincentes con palabras agradables para presentar ante el mundo, determinado por su objetivo manifiesto, la necesidad de matar al enemigo que resulta para el mundo ser muy malo) y que, por consiguiente hay que eliminarlo, eliminarlo o porque es de otra religión, porque es socialista subversivo, o porque es un rico capitalista, la idea es promover la idea de la utilización de las armas contra el otro, que no es de nuestra raza o nación, también esos políticos promotores de la Guerra poseen una faceta oculta y sombría (altos salarios surgidos de la sangre, poca o nula tolerancia a la autocrítica, a los mandatarios socialistas sudamericanos por ejemplo los vemos cerrando televisoras, periódicos, revistas etc. conflictos internos, una política exterior que suele tener consecuencias ecológicas desastrosas, falta de honestidad incluso con sus clientes, etcétera). El obrero que trabaja en empresas bélicas se obliga a afrontar dolorosos conflictos de valores. Estos asalariados del Terror están obligados a transgredir determinados principios, en otras tenemos que controlar a los demás, hacer caso omiso de sus necesidades de los demás, contar mentiras piadosas al mundo para vendernos armas, en fin, de miles de maneras diferentes, nos han convencido estos de que la Guerra mueve la economía, incluso de quela Guerra elimina a gente que está de más en este planeta, de que ya somos muchos y que las armas son la solución, y vemos como gasean con Sarín a niños inocentes muriendo cientos, nunca se castigará al culpable. Hay un chiste de un riquísimo Empresario de la Industria Armamentística -que bien pudiera aplicarse a cualquier otra profesión- que ilustra perfectamente esta situación: un Empresario de la industria Bélica que aspira a ser el Número Uno en Ventas a Nivel mundial se encuentra con el diablo, quien le ofrece todo el dinero y el poder del mundo a cambio de su alma, a lo cual nuestro Empresario responde: «De acuerdo, pero sólo dime ¿cuál son los nuevos países en el que crearas el conflicto? De lo demás me encargo yo» Los ambientes tensos nos obligan a establecer compromisos que tienen un enorme coste personal. El éxito conduce a la inflación del ego mientras que el fracaso conduce a la más humillante de las frustraciones. Como ocurre con el millonario empresarios en la fabricación de armas, en un momento determinado parecen sentirse volando por las nubes para luego, al instante siguiente, hundidos en lo más profundo, cuando no se da el conflicto esperado.
Justificaciones hay muchas para hacer armas pero ninguna es satisfactoria. 
- Alcoseri-https://groups.google.com/forum/#!topic/secreto-masonico/DvsH5RODbT8
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De: Alcoseri Enviado: 14/09/2013 18:08
Las clases Empresariales y Obreras dedicadas a la Industria Armamentística
La creciente investigación destinada a la investigación del lado oscuro de la psique y del riesgo de la catástrofe bélica que parece cernirse sobre nosotros ilustra con suma elocuencia los aspectos personales y colectivos respectivamente del lado oscuro de la ética industrial armamentística, no sólo de lado capitalista sino también del lado socialista, ambas corrientes ideológicas políticas tienden a la fabricación de armas. Todos conocemos de la clase obrera dedicada al armamentismo que ha sacrificado su vida por cooperar en la creación de armas, desde el científico que las diseña, hasta el modesto asalariado de una empresa bélica. Sea cual sea su ocupación el adicto a trabajar en esta industria del terror ofrece sus energías en aras de una empresa diabólica ( no piensa tanto la jubilación o el futuro de sus hijos, piensa que contribuye a la destrucción, pero un aspecto de su psique que sólo está en su subconsciente), un sueño (la contribución al malestar colectivo) No la simple incapacidad de vivir de otra manera más honesta. Pero en cualquiera de los casos que sean no es dueño de su destino ni se halla motivado por el proceso creativo sino que está poseído por una especie de yo demoníaco, pero si cuestionamos a estos obreros del terror estos nunca admitirán de su adicción pensar que esa arma alguna vez matara a un ser humano o a muchísimos. Hoy en día se considera que la obsesión por el hacer el mal constituye una adicción tan compulsiva como el juego o la sobrealimentación, secreciones de adrenalina o de endorfinas. Hay casos en los que la misma estructura de la empresa armamentista y sus directivos contribuye a fomentar este sombrío panorama. Por su parte, el exceso de ganancias, la necesidad que existan conflictos, la promoción de Guerras, las cuotas de venta irreales y los Brindis contribuyen a aumentar la distancia existente entre el estilo de vida de los distintos estamentos laborales de la Diabólica industria bélica. El precio que hay que pagar por esta situación es muy elevado ya que el adicto padece el deterioro psicológico y emocional que acompaña a una vida unidimensional, los familiares del obrero sufren al ver las manías de su allegado y las empresas se ven obligadas a renovar periódicamente sus cuadros directivos cada siete años. Ellos son los Obreros de la Carrera armamentística, los denominan los trabajadores que resultan ser los primeros heridos por las armas, su moral se quiebra al saber que sus armas causaran mucho daño, «personas sanas sometidas a condiciones emocionales que, si bien pueden fomentar el proceso productivo resultan, en cambio, sumamente perjudiciales para el espíritu». El éxito personal del trabajador herido depende de su adaptación a la personalidad colectiva de la empresa y del consiguiente destierro al olvido de aquellas otras cualidades que no se ajustan a la imagen de la organización. Debemos recordar que las empresas bélicas también cuentan con unas personas “los Políticos” (con unos rostros convincentes con palabras agradables para presentar ante el mundo, determinado por su objetivo manifiesto, la necesidad de matar al enemigo que resulta para el mundo ser muy malo) y que, por consiguiente hay que eliminarlo, eliminarlo o porque es de otra religión, porque es socialista subversivo, o porque es un rico capitalista, la idea es promover la idea de la utilización de las armas contra el otro, que no es de nuestra raza o nación, también esos políticos promotores de la Guerra poseen una faceta oculta y sombría (altos salarios surgidos de la sangre, poca o nula tolerancia a la autocrítica, a los mandatarios socialistas sudamericanos por ejemplo los vemos cerrando televisoras, periódicos, revistas etc. conflictos internos, una política exterior que suele tener consecuencias ecológicas desastrosas, falta de honestidad incluso con sus clientes, etcétera). El obrero que trabaja en empresas bélicas se obliga a afrontar dolorosos conflictos de valores. Estos asalariados del Terror están obligados a transgredir determinados principios, en otras tenemos que controlar a los demás, hacer caso omiso de sus necesidades de los demás, contar mentiras piadosas al mundo para vendernos armas, en fin, de miles de maneras diferentes, nos han convencido estos de que la Guerra mueve la economía, incluso de quela Guerra elimina a gente que está de más en este planeta, de que ya somos muchos y que las armas son la solución, y vemos como gasean con Sarín a niños inocentes muriendo cientos, nunca se castigará al culpable. Hay un chiste de un riquísimo Empresario de la Industria Armamentística -que bien pudiera aplicarse a cualquier otra profesión- que ilustra perfectamente esta situación: un Empresario de la industria Bélica que aspira a ser el Número Uno en Ventas a Nivel mundial se encuentra con el diablo, quien le ofrece todo el dinero y el poder del mundo a cambio de su alma, a lo cual nuestro Empresario responde: «De acuerdo, pero sólo dime ¿cuál son los nuevos países en el que crearas el conflicto? De lo demás me encargo yo» Los ambientes tensos nos obligan a establecer compromisos que tienen un enorme coste personal. El éxito conduce a la inflación del ego mientras que el fracaso conduce a la más humillante de las frustraciones. Como ocurre con el millonario empresarios en la fabricación de armas, en un momento determinado parecen sentirse volando por las nubes para luego, al instante siguiente, hundidos en lo más profundo, cuando no se da el conflicto esperado.
Justificaciones hay muchas para hacer armas pero ninguna es satisfactoria. 
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