El Segundo Vigilante
Doctrina. Docencia. Aprendizaje.
EL SEGUNDO VIGILANTE
HUMBERTO MORALES CAIRO
Aprendiz de la Respetable Logia
"Pitágoras" N9 49 del Valle de
San Antonio
En otro sitio del presente número hemos incluido una breve información
sobre la Magna Cámara de Instrucción celebrada por "Pitágoras" 49 para
solemnizar la Fiesta del Aprendiz. Va el "Trazado de Arquitectura"
presentado en dicha ocasión y que bien puede servir de índice de
evaluación de nuestros esfuerzos docentes.
¿Para qué educamos?
¿Cómo educamos?
¿Cuándo educamos?
Las tres interrogantes del Segundo Vigilan-te... tres interrogantes
que ante el inicio de sus labores docentes han de formularse...
A ello, miles de voces se alzan ante la re-sultante de su gestión,
siempre responsable y coordinada, en el Campo de la Filosofía de la
Educación señalando metas, ideales y valo-res... ante la resultante de
uso de un méto-do y su cabal dominio de los recursos de la acción
educativa... ante la resultante de la habilidad docente para
aprovechar el instan-te, el momento de educar... todo aquello que ha
de respaldarse con la interpretación pre-clara del Ritual de
Iniciación de Primer Gra-do. Sobre todo la Orden Masónica habla de la
elección de hombres para educarlos, para organizarlos y
disciplinarlos; corrigiendo, cuanto es posible, los defectos de
herencia; enseñando, para que sepa seleccionar y ele-gir los elementos
útiles del ambiente que les rodea; e, indicando, el rumbo de las evolu-
ciones que han de llevarlos a su destino... busca la purificación del
hombre y por el hombre, sin intervenciones extrahumanas, mediante el
estudio de la ciencia, el ejercicio de la justicia y la actividad del
trabajo... señala que no es una secta ni un partido; li-sa y
llanamente investiga, enseña, educa, sin móviles religiosos ni
políticos. Inicia su obra en los Hermanos y, por consecuencia lenta
pero eficaz y profunda, la termina en la sociedad profana.
Al internarnos en la Ley Tradicional o Las Marcas, aparece el numeral
que puntualiza que también es una marca el gobierno de la Ma-sonería
ordenando la Logia, presidida por un Venerable y dos Vigilantes. Esta
ley o mar-ca, tiene enorme trascendencia, y así como es factible no
reconocer como tal una Logia que no tenga dicha estructura básica: va-
riando eso si, según los diversos idiomas sus nombres,
identificándoles ya como Maestro o Celadores, según el caso; mas, el
número, prerrogativas y deberes de estos oficiales son idénticos en
todas partes.
Otras marcas, según M. B. Grant, puntuali-zan que los Vigilantes de
una Logia han de tener el grado de Maestro, o, que ante ausen-cia del
Venerable hará sus veces el Primer Vigilante; en ausencia de ambos, el
Segundo Vigilante. Si los tres están ausentes, ocupará la presidencia
el ex Venerable más joven de los que se hallen presentes y sean
miembros de la Logia legalmente convocada. Aquellas hállanse con los
números 31 y 32 respectiva-mente.
El ejercicio de la Constitución de 1723 de Anderson, en su Capítulo
IV, indica que toda preferencia entre los masones debe basarse
fundamentalmente en la valía y el mérito personal, para que así estén
debidamente servidos y sin suscitar vergüenza a sus hermanos ni se
justifique o motive el despreciar el Arte Real, así, los Venerables y
los Vigilantes han de ser elegidos no por su antigüedad, sino por sus
méritos masónicos.
A lo anterior, la interpretación más justa es y debe concordar con los
principios fundamentales de la Fraternidad. Asimismo, estipula que el
accionar docente no sólo há-llase en la participación del Maestro
hacia el Aprendiz, sino en lo que ha de ser reflejo o resultante, sin
mutilación ni defecto, en el aprendizaje del Arte, en el afán de
servir al Señor de su Maestro, ser recibido como hermano y así
siguiendo en línea ascendente pasar a Compañero; después, de servir el
número de años que se acostumbra en el país, para pertenecer a una
familia honrada, tener la honra de ser Vigilante, Venerable de la
Logia; y, Gran Vigilante; y, al fin, Gran Maestro de todas las Logias,
según su res-paldo y merecimientos masónicos.
El Segundo Vigilante, es guardián y con-servador del Orden y del
Silencio en las Co-lumnas. Ha de repetir y transmitir las ór-denes del
Venerable Maestro, cuando proce-da, y mediante un golpe de mallete,
está fa-cultado para pedir directamente la palabra al Venerable
Maestro. Coopera en la admi-nistración de la Logia, controlando que
los oficiales cumplan con sus deberes en forma debida; y, por el
conducto del Experto o del Maestro de Ceremonias, puede llamar, al or-
den a los hermanos que faltaren a él debiendo hacerse obedecer.
Regulará el uso de la palabra de los hermanos, si alguno lo ha-ce sin
su permiso, le impondrá silencio con un golpe de mallete; recomendará
que ha de pedirse permiso y sólo el Venerable Maestro tiene derecho a
concederla. Tiene la obliga-ción de observar la conducta masónica y
pro-fana de los Aprendices, debiendo dar cuenta al Venerable Maestro
de las faltas que en éstos haya notado.
Especial relevancia, tiene en la gestión del Segundo Vigilante la
docencia masónica por cuanto en ella radica la más exacta y ade-cuada
formación del Aprendiz, que en si es el Primer escalón dentro de la
acción ascenden-te masónica. Para ello, ha de emplear una Pedagogía
científica, filosófica. Obviamente ha de emanar de la mejor pedagogía
profana además de la aplicación de los principios, normas y usos de
nuestra docencia masónica. Su labor docente, ha de ser, intencio-
nada, esto es, tener claros y definidos fines tendientes todos a la
cohesión de los herma-nos, sea en las órbitas que les rodean en el
mundo profano como en los trabajos de las cámaras, de instrucción. Ha
de ser integral en su contenido, es decir, tiene que compren-der el
conocimiento cabal y racional de la fi-losofía masónica, de la
historia y de la ma-sonería, de la legislación masónica compara-da y
nacional, del ritualismo y del simbolis-mo entre la teoría y la
práctica, entre el esoterismo y el exoterismo. Ha de ser fun-cional,
o lo que es lo mismo, aplicada al bien de la Orden y de sus organismos
y al bene-ficio de la comunidad. Ha de mantener una didáctica activa,
de tal suerte que el aprendizaje no se reduzca a la repetición
formalista y rutinaria de palabras, preceptos y normas, sino que,
junto con la comprensión inteligente de la teoría, sea él fuente de
prácticas sabias y fructíferas. Orientará y encauzará a los hermanos,
mediante la Edu-cación Masónica, para que lleguen al logro de una
capacitación, eficaz para defender a la Orden en todos los terrenos y
en todos los momentos frente al ataque de sus eternos enemigos.
Su permanente e incansable búsqueda do-cente le permitirá lograr que
la Educación Masónica que entrega a los Aprendices sea evaluable,
controlada y sujeta a una revisión periódica lo que le favorecerá para
lograr una permanente acción rítmica de progreso; ello, le exigirá el
uso normal de planes y programas de estudio, manuales, y textos de en-
señanza y los auxiliares audiovisuales, que la ciencia y la técnica
modernas aconsejan como más completos y eficaces. Ha de ne-cesitar
inteligencia, carácter y abnegación para así avanzar dentro de la
docencia ma-sónica con un mayor impulso, imitable por los Aprendices.
El Segundo Vigilante, ha de ser estudioso; ha de desarrollar su
espíritu y organizar su trabajo dentro de ciertas líneas que están
marcadas por una larga tradición, reflejo del sacrificio personal, del
esfuerzo y del amor al semejante, del amor a la justicia y a la
libertad. Si estas virtudes son propias, inherentes y naturales, las
ha de desarrollar y orientar en la medida que se entregue e
intensifique su esfuerzo y su trabajo dentro de las Columnas del
Taller o en las Cáma-ras, siendo reconocida por sus semejantes para
así representar por antonomasia, la di-fícil tarea de la docencia
masónica y el per-feccionamiento iniciático.
Su misión bellísima es la orientación del Aprendiz y más que nada que
éste logre cap-tar y practicar la debida interpretación de que su fin
u objetivo no es tratar de comu-nicarse con otros seres, sino alcanzar
y rea-lizarse a sí mismo en tal estado supra-indivi-dual, claro está,
no como individuo humano, lo que sería evidentemente absurdo, sino en
cuanto el ser que se manifiesta como indi-viduo humano en cierto
estado sobre todo si lleva en él las posibilidades de todos los de-más
estados, vale* decir, que logre mediante su gestión la realización
puramente Inte-rior: la realización de una posibilidad que el
individuo lleva en sí, en estado virtual.
Desde la llegada a los Templos Masónicos, es quien nos guía en aquella
tarea tan ma-ravillosa y sublime de desbastar la piedra bruta,
mediante la educación y la disciplina que va a darnos el conocimiento
de las cien-cias; y, por la práctica de las virtudes, nos Invita a
elevar nuestra vida espiritual. Bus-ca hacer de cada Aprendiz un
estudioso -de-biera hacerse- un virtuoso, filantrópico y fraternal
hermano; busca la liberación del Aprendiz por medio del conocimiento,
da una cultura,-un conocimiento, sobre algo para que, trabajando esta
ciencia o este arte, pueda li-berarse de la esclavitud de la
ignorancia y de la pobreza de espíritu; busca la realización de la
vida interna y dar cumplimiento a las necesidades materiales y
espirituales; busca que cada Aprendiz levante el trabajo masó-nico
como lábaro de perfectibilidad, así su ejemplo es una acción laboriosa
y tenaz que va señalando a cada Aprendiz que es ése, el camino para
llegar a ser fuerte, después de reconocernos débiles; para llegar a
ser sabio, después de aplicarnos al estudio y a una dili-gente
aplicación del saber, después de saber-nos ignorantes; y, para
alcanzar un glorioso destino, a costa de incesantes esfuerzos y
empeñados combates para acabar con la im-perfección iniciática,
mirándonos liberados de prejuicios y trastrocadas las pasiones en vir-
tudes y con la adquisición insensible de una mayor sensibilidad
humana.
Su afán docente es avasallador e incontro-lable para el Aprendiz; y,
más aún se agudiza al inculcarle su amor por el estudio, única manera
de que éste se remonte a la causa primera de cumplir sus compromisos y
jura-mentos, para que así, refleje su amor, me-diante los
conocimientos logrados entre la Escuadra y el Compás, por la libertad
de con-ciencia, para que así interprete que la unión hace la fuerza,
que con el estudio va en búsqueda de la liberación y redención de la
Humanidad; y, que el conocimiento y el progreso científico siempre ha
de aparejarse con la moralidad, para que así constate que las
enseñanzas de la doctrina masónica se re-flejan y se reflejarán
eternamente en el sello del Honor y de la Virtud para que el mundo
profano sea una realidad de justicia y de fra-ternidad. Por ello
Platón decía que la edu-cación es dar al cuerpo y al alma toda belle-
za y perfección de que fuéremos capaces; es, la educación, la recta
formación que llevaría al alma del joven a amar lo más que pue-da,
aquello que cuando llegue a hombre ca-bal lo haga, por necesidad
perfecta en el gé-nero de vida que haya abrazado. Por todo ello, hoy y
siempre, el Segundo Vigilante al Igual que Arquímedes, podría decir:
"Dadme la educación y me dáis una palanca y un punto de apoyo para
mover el mundo moral".
El Taller Masónico cuenta con la labor en-jundiosa y altamente
equilibrada del Segun-do Vigilante para llegar a la cristalización de
la necesaria disciplina y plena educación masónica del Aprendiz, sin
intereses políticos ni religiosos que irán a tener como respuesta de
esa búsqueda eterna del hombre, a un hombre nuevo, a un hombre bueno y
virtuoso por las prácticas de la virtud y de la bondad; un hombre
nuevo, que se entrelace entre sus hermanos y al salir éste al exterior
predicará con su palabra y con su ejemplo en la sociedad, sin recibir
órdenes de mando o consignas; un hombre nuevo, que será producto de la
actuación del Segundo Vigilante por la especulación científica
filosófica, para la destrucción del profano la conformación del masón;
un hombre nuevo, que mediante el estudio, la investigación y el
análisis va a llegar a la posesión de la ciencia, conocimiento en
todos los órdenes de consideraciones, para destruir su propia
hipocresía; un hombre nuevo, que aprenderá a no tener amigos ni
enemigos, sólo hermanos; un hombre nuevo, que aprenderá y practicará
el ser recto, ser derecho, ser de trato limpio, ser persona de
confiar, ser de buena fe, ser honrado, con sus compromisos, ser un
masón que estará más allá del adulo, de la duplicidad; un hombre
nuevo, que sabrá responderse a las interrogantes: ¿Qué somos? ¿Por qué
somos? ¿Para qué somos? Un hombre nuevo, que sabrá rogar por la unión
de todos los hermanos, por el engrandecimiento, por la dignidad y la
prestancia de nuestro Taller Simbólico; un hombre nuevo, que enlazando
las manos en la fraternal cadena y con los ojos del alma mirando hacia
el Oriente y hacia un infinito preñado de ideales, junto a sus
semejantes, hará una formal promesa de ser cada día mejor, más digno y
honesto masón.
Si analizamos el Juramento del Segundo Vigilante, puede concluirse que
su cargo es de una altísima responsabilidad y trascendencia, es así
como sin dejar de apreciar el significado de su joya -la Plomada o
Perpendicular- que representa la rectitud de juicio que no puede ser
desviada por afectos de interés ni de familia, capitalizando en todo
ello una virtud -la Caridad-, es él, quien aparte de su calidad de
Maestro, ha de constituir el Gobierno de la Logia, como un directo
colaborador y consejero del Venerable Maestro en sus actos masónicos.
Es él la imagen simbólica de la escala gradual de ascensión a la que
todo masón debe aspirar para sentirse plenamente realizado como tal y
en la magnificencia de sus derechos; es él, cual velador celoso que se
exige una acción mesurada, sin preferencia ni excepciones de favor en
el seno de la Logia y en el mundo profano, para calificar y clasificar
con ecuanimidad, justicia y rectitud a sus hermanos; es él fiel e
inmensurable espejo de la fraternidad, tanto en el campo intelectual
como afectivo; es él, a quien los Aprendices, fruto y producto de su
esfuerzo y entrega incondicional, reflejan el ejercicio de una
maestría capaz, tenaz y responsable construida al calor de los
dignificadores ideales masónicos; es él, a quien un murmullo llega y
llena todos los ámbitos de éste y todos los Talleres Simbólicos del
mundo, diciéndole:
"Maestro, mi voz no es mi voz... mi voz es el eco de miles de voces
que vienen de lejos... Maestro, escucha el murmullo sereno y
fraterno de un árbol de hombres nacido y crecido en el tiempo...
"Maestro... y todas esas ramas y todos esos frutos maduran en torno a
la raíz de tu verbo...
"Maestro, por toda esta tierra que nace en las aulas... por toda esta
Patria que mira hacia el cielo, viaja tu palabra, regresa tu palabra,
regresa tu ejemplo...
"Maestro... mi voz no es mi voz... mi voz es el eco de miles de voces,
que vienen de lejos, trayendo el pregón grandioso y eterno que dice en
dos palabras: ¡GRACIAS, MAES-TRO!
LA RESPETABLE LOGIA "NUEVO HORIZONTE" N° 136
Durante el ágape. La mesa de honor. El Venerable Maestro y la
Comisión Instaladora. De izquierda a derecha los Ilustres Hermanos
Jacobo Ventura, el Muy Respetable Gran Maestro, el Gran Maestro de
Ceremonias y el Gran Tesorero
http://sites.google.com/site/honoryprogreso5/el-segundo-vigilante