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General: DE PIE Y AL ORDEN
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Respuesta  Mensaje 1 de 2 en el tema 
De: Alcoseri  (Mensaje original) Enviado: 30/11/2016 22:32
DE PIE Y AL ORDEN Por: David Galeano Olivera (Aug:. y Resp:. Log:. Tekokatu Nº 124) Vall:. de Kapiata – Or:. de Paraguay Email: davidgaleanoolivera@gmail.com 1. INTRODUCCIÓN Siempre escuchamos o repetimos una antigua y tradicional fórmula masónica que dice “de pié y al orden”. Para qué?, pues para reconocer nuestra condición de iniciados. También, en nuestra jerga solemos utilizar la frase “entre columnas”; aclarando que nos ubicamos “entre columnas” pero “de pié y al orden”. Luego que el Venerable Maestro pregunta al Primer Vigilante “¿Cuál es vuestro primer deber en Logia?”, el Venerable realiza la otra pregunta “Cuál es vuestro segundo deber, H:. Primer Vigilante?” y éste responde “Ver si los HH:. que decoran ambas Columnas son Aprendices Masones”. En ese momento, el Venerable Maestro dice “Aseguráos de que lo son… Mis HH:. de pié y al Orden”. Seguidamente, ambos Vigilantes -tras percatarse de que todos están de pié y al orden- anuncian “Son Aprendices Masones los que decoran la columna del mediodía… y ambas columnas”. El Venerable Maestro a su turno -después de cerciorarse que todos están debidamente “de pié y al orden”- manifiesta “respondo por los del Oriente”. Entonces, queda claro que “de pié y al orden” es la única postura que corresponde a un iniciado. Esa postura está bien definida, es reconocible y visible ante todos los demás iniciados. Por consiguiente, es inconcebible un masón que no esté “de pié y al orden”. En el ritual de la iniciación, inmediatamente después de “ver la luz” y haber asumido sus compromisos, el Venerable Maestro pide al H:. Experto y al H:. Maestro de Cerem:. “acompañad al H:. recién iniciado entre columnas” y agrega “procurad mientras tanto enseñar al nuevo H:. a trabajar la Piedra Bruta, a entrar en Logia, a estar al orden…” Aquí se completa la imagen justa y perfecta del iniciado, pués él a más de estar “de pié y al orden”, está siempre “entre columnas”. Ese es el masón en su plenitud. No creo que exista una mejor fotografía o imagen de un masón que esa donde el aparece de pié, al orden y entre columnas; gallardo, presto a pulir su piedra bruta y a progresar. Pero, esencialmente, qué significa “estar de pié y al orden, entre columnas”?. Podríamos ensayar las siguientes respuestas. 2. DESARROLLO Entre columnas, de pié… y con el signo (estar al orden). Ese signo recuerda al iniciado, de cualquier grado, sus compromisos, tales como el de ser firme, activo y valiente obrero; de servir directamente, en todas las oportunidad por el pensamiento como por la acción, los intereses generales y particulares de la Orden; a mejorar su condición física y moral de hombre y de miembro de las sociedades para que sus esfuerzos sean más eficaces en beneficio suyo, de su familia y de la humanidad; a no abdicar nunca de sus derechos imprescriptibles de hombre, ciudadano y de Masón, a la vez de no violar jamás concientemente ninguno de los deberes correlativos a esos derechos; y a separarse franca y lealmente de la Orden, antes que dañarla o ser en ella un H:. anárquico, hipócrita, indigno o inútil. Todo lo expresado es lo que significa el signo expresado en la posición “de pié y al orden”. Además, significa que preferimos “cortarnos la garganta” antes que revelar los secretos que nos fueron confiados.- Está demás decir que estar “de pié y al orden” no es un mero o vació formulismo. De pié y al orden…y entre columnas y sobre el piso de mosaico, nos recuerda que la dualidad existe y está manifestada en el día y la noche, el bien y el mal, la apariencia y la esencia, lo esotérico y lo exotérico. En fín, más que cualquier otro ser humano el masón entiende y convive concientemente con esa dualidad, y él -entre columnas y sobre el piso de mosaico- es el catalizador, sublimador o transmutador de esas manifestaciones de la dualidad. De pié y al orden, entre columnas…con la palabra sagrada grabada en la conciencia, entendiendo claramente que “la Fuerza está en Él”, es decir, en uno mismo, en nuestro interior. Cada uno debe descubrir esa fuerza y utilizarla en la obra arquitectónica que individualmente llevamos a cabo. La fuerza no está afuera o en los demás, sino en nosotros mismos. Por eso, primeramente nos sometemos a una profunda y conciente introspección, a fin de descubrir nuestras fortalezas que nos permitirá combatir nuestras debilidades. De pié y al orden, entre columnas…con el mazo, el cincel y la piedra bruta; entendiendo que nuestros brazos se convierten, el uno, en el mazo; y el otro, en el cincel, que trabajan decantando la piedra bruta que somos nosotros mismos. De pié y al orden, entre columnas…con el mandil puesto, que es la más preciada prenda del Masón y la primera que recibe en su condición de iniciado de manos del Venerable Maestro. El mandil es el símbolo del trabajo, suprema condición de todo progreso, de toda dicha. Ley ineludible, necesaria que rige todo organismo, desde el más elemental, la célula, hasta el cerebro humano más perfecto. Todo cuanto existe acusa trabajo. Entonces, el Masón está “de pié y al orden, entre columnas” para trabajar y hacer progresos en la Masonería; recordando que nuestras obras deben ser “justas y perfectas” para Gloria del Gran Arquitecto del Universo. Insisto, ese iniciado que está “de pié y al orden, entre columnas” debe trabajar con alma y vida, con alegría, en pos de su felicidad, de la de su familia y de la humanidad. Su obra debe inspirarse en la sabiduría, ejecutarse por medio de la fuerza constructiva y deberá destacarse por su belleza. De pié y al orden, entre columnas…con los guantes blancos puestos, sabiendo que la blancura es el símbolo de la pureza, de la transparencia, de la nobleza del alma. El iniciado procurará hasta el último suspiro mantener su integridad moral, no cediendo a ninguna forma de corrupción. De pié y al orden, entre columnas… dispuesto a avanzar de Occidente hacia Oriente. Un iniciado es conciente de que murió a la vida profana y nació a la verdadera vida. Viene lentamente -con pasos indecisos y muchas veces torpes- de la oscuridad (Occidente) y avanza hacia la luz (Oriente). Asumiendo, con el brazo, los dedos y los pies la forma de la escuadra, para significar la rectitud instalada en su conciencia y su coherencia con los principios masónicos; sabiendo que llegar al Oriente forma parte de un proceso. De pié y al orden, entre columnas… recordando en cada pensamiento, acción y reacción al Gran Arquitecto del Universo, manifestado en el tres, la trinidad o el ternario. Nuestro ingreso al Templo con los tres pasos, simbolizan muchas cosas. Así, las tres grandes interrogantes: ¿de dónde venimos?, ¿quiénes somos?, y ¿adónde vamos?; también, los tres grados simbólicos: aprendiz, compañero y maestro; asimismo, el ternario: libertad, igualdad, fraternidad; pero por sobre todo lo citado, el tres es la manifestación del GADU en el triángulo. Los Masones creemos en esa fuerza superior, omnipotente y omnipresente, principio y fin de todas las cosas, a quien denominamos -genéricamente- Gran Arquitecto del Universo y a su mayor gloria y honra trabajamos. Tratamos por todos los medios de someter a la materia (escuadra) a fin de sobreponer lo espiritual (compás) para lograr la inmortalidad y la perfección del alma. De pié y al orden, entre columnas… en silencio; entendiendo que es preferible observar nuestro entorno, en silencio y con atención, a través de los sentidos. El iniciado convierte gradual y progresivamente en un especialista en el conocimiento, la comprensión, el análisis, la síntesis y la evaluación de lo aparente, lo esencial y lo trascendente. Aclaro que no es un silencio pasivo sino que activo. Ese silencio y atención que prestamos a todo lo que nos rodea nos permitirá justipreciar las cosas, los hechos, las palabras, ect; y nos ayudará a -en su momento- emitir un juicio de valor exacto y verídico sobre cualquier asunto; para no caer en expresiones irresponsables, simples o chabacanas. 3. CONCLUSIÓN Sin haber agotado el tema, debo manifestar que cada iniciado que se pone “de pié y al orden, entre columnas”, y que al asumir esa postura recuerda los puntos precedentemente enunciados… ese, es un verdadero masón, un caballero a carta cabal, un ser humano compremetido consigo mismo y con sus semejantes, una persona de nobles ideales, un eterno buscador de la verdad y la sabiduría… un hombre libre y de buenas costumbres. Ese masón que está “de pié y al orden, entre columnas” es aquel que silenciosa y discretamente aplica sus conocimientos en el mundo profano promoviendo una sociedad más justa, más humana, sustentada en la búsqueda de la felicidad, el bienestar, el progreso; y, que asumiendo y corrigiendo los errores cometidos transita hacia la perfectibilidad, para gloria del Gran Arquitecto del Universo. Ese masón que está “de pié y al orden, entre columnas” nunca más podrá perder o cambiar esa postura, ya sea dentro del Templo o en el mundo profano. El Masón no tiene doble personalidad. El masón desde que “vió la luz” es Masón hasta el último suspiro. Aunque nadie lo pueda ver, nosotros sabemos que siempre estamos “de pié y al orden, entre columnas… con nuestro mandil y guantes puestos” tanto en el Templo como en la vida profana… QQ:. HH:. todos los Masones siempre estamos “de pié y al orden, entre columnas”… https://groups.google.com/forum/#!searchin/secreto-masonico/valiente$20%7Csort:relevance/secreto-masonico/cL5klYGUsZ8/I5mpnYKgUtwJ


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De: BARILOCHENSE6999 Enviado: 03/12/2016 03:25


 
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